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Desde que llegué a mi casa no había dejado de llorar. Me había mentido, quizás si sentía algo por esa mocosa y me mintió porque sabía que a mí me gustaba él.

Al día siguiente no quise ir a la escuela, era lunes y preferí quedarme en casa. Igual ya me había tomado la pastilla del día siguiente, así que según yo no habrían problemas.

Ahora mismo solo estaba mirando un punto fijo en el techo de mi habitación.

—¿Qué tiene ella que yo no? —Murmuré con dolor.

Escuché el timbre de mi casa, pero no quise ir a abrir, quizás era Hanma otra vez y no estaba dispuesta a escucharlo.

—¡Kanu abre, tenemos que hablar!

¿Draken? ¿Qué demonios hace aquí?

Me levanté pero al instante me arrepentí, aún me dolían las caderas. Escuché que la puerta se abrió y pronto pude verlo en el marco de mi habitación.

—Tu y yo tenemos que hablar.

—¿Sobre qué? ¿Qué tienes lástima de mi y por eso aceptaste salir conmigo aún si te gusta Emma? —Cuestioné soltandome a llorar.

—No, Kanu no es eso... bueno sí. ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué me drogaste para hacer eso?

—Porque... Solo quería estar contigo. —Sollocé. —Pero ya está muy en claro que no podrías quererme.

—Kanu. —Dijo y se sentó a mi lado. —Lo siento, pero... desde aquella vez que preguntaste me di cuenta que en verdad siento algo por Emma. No sabía cómo decírtelo.

—¿Por qué no puedes quererme como yo te quiero? —Sollocé mirándolo. —Yo podría darte los mejores días de tu vida.

—Sabes que así no funcionan las cosas.

—¿Y entonces cómo? —Lo miré haciendo un puchero.

—Encontrarás a alguien que te... ¿Tienes los ojos de diferente color? —Preguntó sujetando mi mentón para verme.

Se me olvidó ponerme los lentes de contacto.

—Dejame, vete con esa niñita. —Dije empujando su mano. —Ya vete.

—Kanu, en verdad lo siento. —Dijo rascándose la nuca. —¿Qué puedo hacer para que me perdones?

—Amarme, pero como no es lo que pudieras hacer no estás perdonado, nunca lo estarás. —Dije levantándome como podía para ir al baño.

—Kanu estás actuando muy infantil. —Dijo desde el otro lado de la puerta.

—¡Cuando llores por amor vienes y me dices que soy infantil!

—Kanu por favor, eso no es amor, podría jurar que estás obsesionada.

Abrí la puerta azotandola.

—No es una maldita obsesión, desde que te vi me gustaste, y me lanzaste a un arbusto, cualquiera podría decir que eso te quitaba atractivo pero para mí no, para mí eres tan malditamente perfecto que hasta me dan ganas de vomitar por lo malditamente cursi que me vuelvo. ¡Todos dicen que es una obsesión pero cuando tú lo vives en carne propia no lo es! —Y volví a cerrar la puerta azotandola.

—Escucha, hagamos algo... Creo que los dos comenzamos mal.

—No, no empezamos mal, esa niñita se interpuso en mi camino.

—¿Y qué? ¿Qué vas a hacer? Emma es solo una niña al igual que tú, ninguna de las dos tiene conocimientos de lo que es el amor en verdad.

—Entonces a ti no te gusta realmente Emma, te gusta porque te da una atención romántica, ¿Ves como cambian las cosas?

—Kanu sal de ahí, vamos a hablar bien.

—Obligame.

De alguna forma logró abrir la puerta aunque tenía el seguro, cuando lo vi estaba guardando una cosita del cabello.

—¿Así abriste la puerta de mi casa? —Cuestioné sentada en el retrete.

—Vamos a hablar. —Dijo serio.

Me baje del retrete y fuimos a los sillones.

—¿Qué quieres hablar? —Bufé subiendo mis piecitos al sillón.

—Puedes encontrar a un buen chico que te quiera como tú quieres. —Dijo. —Pero yo no podría hacerlo, Kanu, ni siquiera sabes lo que significa el amor, no puedes amar a alguien tan pronto.

—Pero...-

—Calla estoy hablando. —Dijo y yo hice un puchero. —Es verdad que me atrae Emma, pero no me gusta, ni estoy enamorado de ella. Te propongo algo, si tú logras enamorarme o lo que sea, pues seremos novios.

—¿En serio? —Sonreí emocionada. —¡Genial! ¡Daré todo de mi, lo prometo!

—Y sobre lo de ayer, no me vuelvas a drogar. ¿Tomaste la pastilla? —Asentí colorada. —Si llegamos a hacerlo en el futuro, quiero ser yo quien lo haga y no por el efecto de una droga, ¿Entiendes?

Asentí saltando a sus piernas y dándole un beso, pero se giró haciendo que el beso le diera en la mejilla. 

—Chchch, mal ahí, si vamos a empezar de cero no hay besos, respetame. —Dijo burlón.

Volví a asentir eufórica, por fin tendría una verdadera oportunidad, y no pensaba desaprovecharla.

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Cry For Me [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora