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—¿Por qué demonios aceptaste? —Exclamó Baji.

—¡Yo no acepté, él prácticamente me obligó! —Exclamé para defenderme. —¡Quiero un abogado!

—Kanu, ¿Notas el grado de estupidez en la que te metiste? —Cuestionó molesto Draken.

—Ay wey, a ti ni quién te pele. —Bramé y él se quedó callado. —¡Ya les dije que yo no quería! Koko me dijo que si yo estaba de acuerdo y si Taiju aceptaba, yo me uniría! ¡Pero yo no estaba de acuerdo, solo me dijo: eres parte de los Black Dragons, y me dio la chaqueta!

—Ay no puede ser. —Dijo Mucho pasando sus manos por su cara.

—¿Y ahora qué demonios hacemos? Kanu literal si es un diamante que en manos de otros es... Wey es que no, ¿Cómo te dejas? —Regañó Smiley dándome un sape.

—Ay yo no entiendo porque dicen que soy un diamante, soy más piedra que nada.

—Te lo voy a responder, fácil y sencillo. —Habló Mitsuya. —Ciertas pandillas no solo pelean por diversión contra otras pandillas, algunas se tratan de drogas, peleas a cambio de dinero y así, lo de nosotros es más pelea de niños buscando que hacer. Tú, querida Kanu, eres una pieza muy importante, porque además de tu inusual fuerza para ser una chica, tienes los conocimientos sobre la creación de armas, independientemente si son de fuego o de defensa, sabes cómo hacerlas y eso es lo que la mayoría busca. Eres como un Koko de las armas.

—Orale. —Murmuré. —¿Entonces ellos me obligarán a hacer armas? Pero se necesita demasiado dinero para eso.

—Por eso tienen a Koko, los dos son piezas fundamentales. —Murmuró Kisaki, había olvidado que estaba aquí. —Koko podría administrar todo del dinero, las cotizaciones, y tú harías el producto final.

—Ugh. —Me dieron escalofríos solo escucharlo hablar. —¿Y ahora que hago?

—Bueno, sólo quedaría ver si Mitsuya logra hablar con Taiju, para que te libere de esa prisión y a su vez nos regrese a Hakkai. —Dijo Mikey mirando por la ventana.

—Vale queso. —Lloriqueé.

Mi celular sonó, era una notificación seguro, lo saque y efectivamente, era un mensaje de Koko.

—Me tengo que ir. —Bufé poniéndome la chaqueta. —Ya ni en fin de semana se puede descansar.

Comencé a caminar mandándole mensaje a Koko de dónde lo vería, pero apenas llegué ahí, no estaba Koko, sino Taiju.

—Acompañame. —Ordenó caminando, yo lo seguí por detrás.

Extrañamente nos dirigimos a un motel.

—¿Qué...? ¿Qué hacemos aquí? —Pregunté comenzando a asustarme.

—Una reunión, solo tú y yo para hablar ciertos temas de los Black Dragons. —Dijo con una sonrisa.

Me paralicé y me quedé quieta. Taiju pidió una habitación y entonces me jaló para seguirlo. Cuando llegamos a la habitación, me sentó en la cama y él en el sillón frente a la cama.

—Voy a ir directo al grano, no puedes seguir hablando con los mocosos de la Toman. —Dijo y yo finalmente pude reaccionar.

—¿Por qué? Son mis amigos.

—Y yo tu jefe, así que soy más importante. —Gruñó. —Dejarás de hablarles porque eso cuenta como traición, y sabes que no tengo piedad, así que decides que hacer.

Se levantó comenzando a quitarse la chaqueta, quedando desnudo de la parte de arriba.

—Escuché de buenas fuentes que eras la perra de Draken. —Dijo poniéndose frente a mi, usó sus manos para abrir mis piernas y luego se puso entre ellas.

Traté de sacar mi bastón pero él lo tomó y lo lanzó, igual comenzó a buscar en mis bolsillos, encontrando la varita y la lanzó lejos.

—Nada de poner resistencia o no seré bueno. —Dijo divertido.

De alguna forma logró romper mi suéter, y yo solo pude maldecir no haberme puesto una playera abajo.

—Me encantará disfrutar de esto por toda la eternidad. —Dijo tomando uno de mis pechos para comenzar a masajearlo.

—¡No! ¡Sueltame! —Exclamé tratando de empujarlo con mis piernas.

—¡Dije que sin resistencia! —Exclamó golpeandome en el estómago.

Al quedarme sin aire, él aprovechó para quitarme la falda y la ropa interior. Igual seguí tratando de luchar contra él, pero era por mucho más fuerte que yo en cuanto a masa muscular. Me soltó una bofetada con la que casi veía estrellitas.

Con su cinturón amarró mis muñecas arriba de mi cabeza.

—Tranquila, vas a disfrutarlo. —Susurró a mi oído y luego puso mis bragas en mi boca para evitar que siguiera gritando o llorando.

Mientras él hacía lo que hacía, yo solo lloraba de impotencia, no podía hacer nada porque igual sujetaba mis manos con una de las suyas.

Podía sentirlo dentro de mi pero no había ninguna sensación, solo asco, de él y de mi misma. Sentía mi garganta doler por los gritos que quería soltar, pero no salían más que quejidos.

Me estaba lastimando, no tenía ninguna suavidad en sus movimientos, sentía mi interior desgarrarse con cada estocada.

Para cuando acabó, lo hizo dentro de mi. Se puso el pantalón y me quitó su cinturón de las muñecas, y finalmente mis bragas.

—Eso estuvo genial, pero más te vale que en la próxima participes o te voy a golpear tanto que no siquiera podrás caminar. Cuidado con denunciarme o esas mierdas, te irá mal.

Taiju salió de la habitación dejándome sola, desnuda y adolorida.

Cómo pude, agarré mi celular y llamé al primer número que me apareció.

—Por favor ayúdame.

Cry For Me [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora