Milena
Mi atención estaba puesta en la gente que deambulaba fuera del lugar, todas ajetreadas, corriendo para llegar a tiempo a sus respectivos trabajos. El atascamiento vial a esa hora, era un infierno, ese había sido mi principal motivo para comprar un coche. La vida en la ciudad era complicada; los puestos, en cualquier empresa, estaban demasiado competidos y muchos de ellos, mal pagados. Me consideraba afortunada de haber podido salir adelante, de haber encontrado personas buenas en la vida, que me apoyaron durante la enfermedad de mi madre y tras su muerte.
A diferencia de lo que muchos podrían pensar, mi vida no había sido fácil. Mi progenitor era un hombre del que apenas conocía su nombre; tras mi nacimiento, su "apoyo" a mi madre había sido un cheque con siete cifras y permitirme "el honor" de llevar su apellido, a cambio de que desapareciéramos de su vida y no le causáramos problemas. Había leído del importante André Rochester en revistas financieras internacionales; afamado, respetado y con una familia "perfecta"; pero para mí, continuaba siendo el maldito hijo de puta que puso su esperma y salió corriendo.
Buena parte de aquel dinero había ido a parar a un fideicomiso para mi universidad, de ahí que no hubo problema en elegir la que quisiera; otro tanto se utilizó para terminar de pagar la hipoteca del departamento y resto se estuvo ahorrando para que mi madre pudiera montar el restaurante que tanto había soñado; hasta que el cáncer invadió su páncreas y todo se fue a la mierda.
—Milena... —La voz lejana de Ulrik, me trajo de vuelta.
Parpadeé un par de veces para terminar de salir de mi ensoñación. Estaba parado junto a la mesa, observándome detenidamente, con esa apariencia pulcra y desenfadada que lo caracterizaba; sus ojos hacían juego con el traje que llevaba puesto ese día. Un atisbo de sonrisa se dibujó en su rostro, apenas nuestras miradas se conectaron.
—Señor Colleman —musité, manteniendo la formalidad.
Su sonrisa se ensanchó y unas pequeñas arrugas surcaron sus ojos. Liberó aire, audiblemente.
—Antes que nada, llámame Ulrik —dijo, mientras tomaba asiento —."Señor Colleman" me recuerda a mi padre —Arrugó la nariz, en un gesto cómico —; en segundo lugar, disculpa si te incómoda mi pregunta, pero, ¿Ocurre algo? Llevabas con la mirada perdida al menos unos ocho minutos.
Una mesera apareció, en seguida, con una taza de té, de algo que olía un tanto extraño. Seguí atenta cada uno de sus movimientos, tan diestros; no pude evitar recordar a mi madre. Me tragué el nudo que se empezaba a formar en mi garganta. Ese día había amanecido particularmente melancólica. Continué hablando cuando la chica se hubo marchado.
—¿Así que llevabas ocho minutos parado, observándome? —Evadí su pregunta, al tiempo que removía, nerviosa, la cuchara dentro de mi capuchino, o el recuerdo de este (Estaba frío y había perdido toda la espuma). Me sentía avergonzada e incómoda.
—Te llamé un par de veces, pero estabas demasiado concentrada en... lo que sea que fuera. —Sonrió comprensivo. —El rubor subió por mis mejillas.
No había notado que mis dientes aprisionaban mi labio inferior, hasta que un extraño brillo en los ojos de Ulrik me lo hizo saber. Me obligué a recomponer la postura de inmediato, quería acabar con el encuentro de una buena vez.
—Dime, Ulrik, ¿Cuál es el motivo de que estemos aquí? ¿Cuál es ese asunto importante que debemos tratar, sobre el proyecto? —Fui directo al grano.
Suspiró. —Sabes bien que esta plática no tiene nada que ver con el proyecto, Milena.
Asentí —. Es por el club, ¿Cierto? —Formulé la pregunta, aunque no me detuve a esperar su respuesta —. No me lo tomes a mal, Ulrik, pero lo único que nos compete es el tema de Miami, y son dudas sobre ese tema, las únicas que te voy a aclarar. Fuera de eso, mi vida es privada y soy yo quien decido con quién compartirla. —Mi voz fue firme.
Frunció el ceño y negó levemente con la cabeza, confundido, ante mi respuesta. Quizá había sido demasiado directa, pero necesitaba dejárselo bien claro. No permitía que nadie cuestionara mi vida, mucho menos una persona que apenas conocía; aunque tuviera las mejores intenciones del mundo. Lo cierto era que ni siquiera estaba segura de cuáles eran las intenciones de Ulrik, así que era mejor que me anduviera con cautela.
—Entiendo a la perfección lo que dices y no podría estar más de acuerdo contigo —consintió —. No era mi intención incomodarte, Milena —Hizo una pausa —. Es sólo que, sentí curiosidad ayer, cuando te vi, y... Dios... soy un imbécil... lo siento.
—No tienes que disculparte por nada, Ulrik. Sólo necesito que entiendas y respetes lo que acabo de decirte, ¿Está bien?
—Desde luego. —Asintió.
Si algo había logrado distinguir en los pocos encuentros con él, era la transparencia en sus ojos. En aquel momento, me mostraban inconformidad. Podría jurar que se estaba mordiendo la lengua, tratando de reprimir muchas más preguntas. Llámenme paranoica, pero mi sexto sentido me decía que Ulrik sospechaba algo de lo que había entre su hermano y yo. Aquello me carcomía los sesos.
—Bien —Sonreí —. Ahora, si me disculpas, Ulrik, voy un poco tarde a mi trabajo. —Hice ademán de ponerme en pie, pero su mano se posó sobre la mía, deteniéndome. No sabría explicar la sensación que me recorrió en ese instante, su tacto era tan cálido como su personalidad. La descarga se extendió desde aquel punto, atravesando todo mi cuerpo, pero no era nada sexual como con Kendrick, era...era diferente.
—Milena, no me gustaría que nuestro trato fuera tan frío y simple como el de un par de compañeros de trabajo. Me gustaría conocerte más, por supuesto, lo que tú me permitas conocer de tu vida. Me gustaría que me permitieras ser tu amigo.
¿Qué mierda pasaba con los Colleman? Ambos eran igual de obstinados. Uno con más tacto que el otro, tal vez, pero ambos testarudos al fin y al cabo. ¿Y yo? Yo era una imbécil. Pese a que sabía que me estaba metiendo en una "Camisa de once varas", acepté comenzar una amistad con Ulrik; algo de lo que tal vez me arrepentiría más adelante.
***
Hasta aquí un capítulo más. Poco a poco se irán revelando cosas del pasado de los personajes, así como sus secretos mejor guardados.
Díganme ¿Qué opinan sobre Ulrik?
Me encantaría leer sus opiniones.
Nos leemos pronto...
D.Hill 👯
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El mentor © #PGP2023
Random¿Quién dijo que "la curiosidad mató al gato"? A mí, la curiosidad, me ha llevado a vivir las experiencias más excitantes... Mi nombre es Milena, y de la mano de mi imponente y experimentado "mentor sexual", Kendrick Colleman, descubrí la lujuria, la...