XLIII

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Milena

Claramente esa noche fue una de las más largas de mi vida. No fui capaz de conciliar el sueño por más que me esforcé, ni siquiera los somníferos fueron de ayuda. Norah estaba ahí, como siempre que necesitaba una palabra de aliento; sus largos dedos deslizándose suavemente por mi cabello resultaron mejor calmante que una tonelada de diazepam.

-Necesitas descansar, mi niña. Mañana será un día difícil -susurró, para después dejar un suave beso en mi coronilla.

A la mañana siguiente debía presentarme en Ferguson a primera hora, según el mensaje que me había enviado Richard. Obviamente el asunto de Kendrick había puesto patas arriba la situación de la consultora, pues todo movimiento financiero de Arquitech había quedado congelado, haciendo imposible que Ferguson tocara un sólo peso del proyecto Paradise; lo cual, a su vez, dificultaba la cobertura de las facturas a los fabricantes y proveedores encargados de la instalación de la señalización en el complejo.

Con el conocimiento que tenía respecto a los integrantes de la mesa directiva, estaba casi segura que iban a querer demandar a Arquitech por incumplimiento de contrato y eso sólo iba a sumar más problemas a la situación de Kendrick.

Escasamente pude dormir un par de horas antes de que sonara mi alarma. Me levanté con una sensación de pesadez increíble en el cuerpo; cada músculo dolía como si hubiera corrido el maratón de mi vida, la cabeza me punzaba, las mejillas me escocían a causa de las lágrimas que había derramado en la noche, tenía un nudo en la garganta que me hacía imposible hasta el tragar saliva; pero sin duda, quien más lastimado estaba era mi corazón.

Llegar a la ducha resultó una tarea titánica. Estuve bajo el chorro de agua fría más tiempo de lo normal con la esperanza de que, al menos eso, me activara un poco; aunque resultó inútil. Conectar mi cerebro con cada una de las tareas que debía llevar a cabo, fue más difícil que los exámenes de cálculo diferencial de High school.

Cuando llegamos a la consultora, Norah me llevó de inmediato un café extra cargado, aunque ni así pude dejar de parecer un zombie, haciendo todo por inercia. Comencé a trabajar en mis pendientes de manera automática, únicamente porque tenía tan bien aprendido el cómo se hacían, que no era necesario ponerme a analizar una mierda.

Mi teléfono vibró un par de veces acelerando mi corazón. Quizá sería Ulrik, con noticias respecto a Kendrick. Mis manos temblaban, producto de la adrenalina, mientras sostenía el aparato. No pude evitar ese pinchazo de decepción cuando ví el nombre reflejado en la pantalla. Anonymous.

Bienvenida a casa.

Una sonrisa triste y apagada se dibujó en mis labios.

Por primera vez no tenía palabras para responderle a ese misterioso y cautivante personaje. Una frase tan sencilla a la que ni siquiera podía responder un "Gracias" porque realmente no me sentía bienvenida ni feliz de haber regresado a New York en la situación en la que se habían dado las cosas.

Dejé de un lado el mensaje y marqué el número de Ulrik; una... dos...tres...siete veces y no conseguí comunicarme con él.

Después de que me dejara en mi edificio había prometido avisarme apenas tuviera una primera noticia sobre su hermano. Pero eran casi las diez de la mañana y aún no daba señales de vida.

¡Mierda!

Seguramente está ocupado buscando cómo ayudar en el caso. ¡Deja de parecer una demente, Milena!

Maldije a mini Milena por siempre tener la razón. Me dejé caer en la silla y continué armando la carpeta de Paradise Center, pero sin dejar de mirar constantemente el celular a la espera de algo, lo que fuese.

No pasó mucho tiempo para que me llamaran a la sala de juntas, donde ya se encontraban Richard y los señores Ferguson, junto con más miembros de la mesa directiva. Me pidieron un informe detallado de todo lo que se había realizado en el complejo y la carpeta que había armado hacía unas horas. Prácticamente se había concluído el proyecto, si acaso había hecho falta sólo el cinco por ciento para poder cerrarlo.

Estuvimos poco más de dos horas encerrados ahí, mientras daba mi informe sobre todo lo que mi área había realizado, para que después ellos evaluarán la situación en la que nos encontrábamos.

Aún trato de hacer memoria de cuales fueron mis palabras exactas en aquel momento, pero por más que exprimo mi cerebro, esa parte parece estar en blanco. Mientras mis labios se movían hablando de números, alcances y señalización, mis verdaderos pensamientos estaban a unos kilómetros, dentro de alguna de las celdas del Metropolitan Correctional Center. Y aunque me gustaría decir cuál fue la decisión de la mesa directiva respecto a la situación con Arquitech, la verdad es que tampoco tenía ni idea de la conclusión a la que habían llegado, y tampoco es que me interesara mucho realmente. Sólo me importaba poder volver a ver esos penetrantes y encantadores ojos azules.

Apenas terminó la reunión, salí corriendo rumbo a mi oficina con la intención de tomar mis cosas y largarme de ahí, pero lo que encontré sobre mi escrito cambió por completo mis planes.

Lo primero que sentí fue una corriente helada que bajaba por mi nuca y se extendía por toda mi espalda, después sentí mis piernas flaquear unos momentos mientras mi cuerpo se estremecía al reconocer la letra grabada en aquel pedazo de papel. Era igual a la nota que habían dejado el día que allanaron mi departamento.

Retrocedí unos pasos, rumbo a la salida, mientras buscaba con la mirada por el lugar, presa del miedo. Todo estaba en su sitio, nada fuera de lo normal. Estuve tentada a comenzar a gritar como loca hasta que Norah viniera a mi rescate como lo estaba haciendo últimamente.

Pero que exagerada eres, Milena.

Entonces recordé que aunque lo hubiera hecho, no la había visto en su escritorio, mientras entraba a mi oficina. Seguramente había salido a almorzar.

Con sumo cuidado me acerqué nuevamente al escritorio. Miré la nota con recelo, casi como si se tratara de material radiactivo; las manos me temblaron mientras la sostenía.

¿Buscas respuestas?

Cementerio St. Michael's, 2:00 p.m.

Seguramente grandes surcos aparecieron en mi frente en ese momento; primero porque los mensajes desde la primera nota eran muy extraños ¿Anónimos para proteger a alguien?... Me parecía de lo más descabellado; en segundo lugar, estaba el hecho de que me estuvieran citando en un cementerio, lo cual resultaba muy tétrico. Pero lo peor era que estaba segura que el sitio no había sido elegido al azar, porque era justo ahí donde se encontraba el cuerpo de madre; cosa que sólamente sabíamos Norah y yo.

Arrugué la estúpida nota entre mis manos.

Mini Milena gritaba dentro de mi cabeza que el siquiera considerar presentarme allí era una idiotez de mi parte; pero había otra parte en mí, algo así como una corazonada, que me insistía en que, tal vez, el encontrarme con quién quiera fuese aquel extraño, podía ser el inicio para aclarar toda la maraña de secretos en la que había quedado envuelta.

Miré el reloj en mi muñeca, eran la una con quince minutos. Tenía el tiempo suficiente para llegar a St. Michael's. Retomé mi idea inicial de agarrar mis cosas y salir de la empresa, pero esta vez con un rumbo diferente.

***
Capítulo cortito, pero espero que haya cumplido su objetivo. Intrigar.

¿Tienen alguna teoría de quién puede ser el extraño tras las notas?

🤔🤔🤔

Ya estoy preparando el siguiente capítulo, para no dejarlas a medias XD.

***

Por otro lado, quiero disculparme por haberlas abandonado tanto 🥺 pasé momentos complicados, que se los resumiré un poco. Estuve enferma, estuve en tratamiento y la verdad es que todo el proceso me desmoralizó un poco y la verdad es que no tenía ganas de nada 😔😔

Gracias por ser tan pacientes conmigo, recuerden que ya tienen una parte de mi corazón. ♥️

Besos virtuales.
D.Hill

El mentor © #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora