Milena
Caminamos por un estrecho pasillo; las paredes eran de concreto puro, lo que volvía al espacio frío. Pasamos de largo un par de puertas, que al parecer eran los sanitarios, al fondo se podía apreciar una pesada cortina negra. Kendrick corrió dicha cortina, mostrando el enrejado de un ascensor estilo vintage, por el cual descendimos hasta un salón de doble altura.
En aquel sótano se extendía un bar similar al que había arriba, con la diferencia de que la decoración era más llamativa y lujosa. Había mesas altas con banquillos revestidos en piel; en algunos puntos, dichas mesas eran sustituidas por salas de terciopelo azul oscuro y piel negra, con mesitas de ébano al centro; la iluminación en de los enormes candelabros, resultaba aún más tenue que la del bar principal. El aroma era una combinación de habano, alcohol y perfumes caros. Me quedé como estúpida observando cada detalle de aquel lugar e inundando mis pulmones de su extravagante esencia.
El hombre de seguridad se hizo a un lado en cuanto vio a Kendrick.
Si esto funcionaba como el Royal, sin duda aquí era donde las personas se conocían y elegían con quienes pasar a las salas a divertirse. Nos dirigimos al único sillón que se encontraba libre, rápidamente un mesero se hizo presente; Kendrick no quiso nada, pero yo no podía decir lo mismo; necesitaba alcohol para poder enfrentarme a lo que sea que viniera. Ordené una copa de champagne.
-Milena, este lugar es...
-Igual al Royal -interrumpí -. Lo sé, Kendrick. Nathan me lo dijo.
Levantó las cejas sorprendido, después dejó salir el aire audiblemente y relajó su postura.
-¡Vaya! -Me miró intensamente.
-¿Qué pasa? -cuestioné incómoda.
-A veces me sorprende la naturalidad con la que tomas las cosas. Cualquier mujer que aún no estuviera del todo familiarizada con este tipo de lugares, se inhibiría en seguida.
-¿Aún no le ha quedado claro que no soy como las otras mujeres, señor? -Sonreí diabólica.
-Definitivamente no lo eres -afirmó, con una sonrisa que le iluminó la mirada.
El rol de Kendrick, no era el de sentimentalista, pero me encantaba como se veía cuando este tipo de gestos saltaban involuntariamente.
-Bueno, ¿Qué sigue? -insté.
Sonrió perverso -Quiero que observes bien a las personas que están aquí y me digas si hay alguien que llame tu atención -musitó.
Hice lo que pidió, repasé detenidamente el lugar. Había hombres y mujeres de distintas edades, algunos jóvenes como Kendrick, supuse que no pasaban de los 35 años, había otros más maduros, de unos cuarenta y tantos, y unos pocos que parecían rozar los sesenta. Todos tenían un sex-appeal intenso, pero no me sentía atraída del todo.
-¿En dónde está Nathan? -pregunté, entonces.
Hubo un rato de silencio. Empezaba a ser incómodo.
-¿Te gusta O'Neal? -habló por fin. Estudió mi rostro, detenidamente a la espera de mi respuesta.
No tanto como tú. Pensé.
Me encogí de hombros -Le tengo confianza -dije -. Si esta noche incluye a otra persona, me gustaría que fuera alguien con quien me sienta cómoda.
Asintió. En su rostro lo pude ver sopesando la situación -. Supongo que ya debe estar adentro-Señaló la enorme puerta doble, que teníamos a un costado -. ¿Estás segura de tu decisión?
-Segura ¿Vamos? -Me sentía ansiosa.
Kendrick rio. Retiró la copa de mi mano, dejándola sobre la mesita y me escoltó hasta la famosa puerta. Lo que había tras ella era diferente a lo que había visto antes.
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El mentor © #PGP2023
Random¿Quién dijo que "la curiosidad mató al gato"? A mí, la curiosidad, me ha llevado a vivir las experiencias más excitantes... Mi nombre es Milena, y de la mano de mi imponente y experimentado "mentor sexual", Kendrick Colleman, descubrí la lujuria, la...