XXIV (18+)

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Milena

Enredó sus dedos en mi cabello y tiró con arrojo de él, mi cuero cabelludo comenzó a arder al instante. Devoró mi cuello a su antojo; lamía, succionaba y mordía sin miramientos, como si quisiera marcar cada centímetro de mi piel. Mi cuerpo entero ardía. No podía hacer más que aferrarme a su cuello.

No había notado lo fuertes que eran mis gemidos hasta que Kendrick cubrió mi boca con su mano, presionando con firmeza.

-Silencio, pequeña -Mordisqueó el lóbulo de mi oreja -Vamos a tu habitación, antes de que rompas los tímpanos de tus vecinos.

Caminó conmigo en brazos hasta mi recámara, me dejó caer en sobre la cama sin ningún cuidado.

—Desnúdate para mí, Milena. —Ordenó, al tiempo que tomaba asiento en mi pequeño sofá de lectura y me miraba fijamente.

Acaté su orden de inmediato. Me puse de pie y comencé a deslizar los tirantes de mi vestido, bajé la cremallera del costado y lo deslicé lentamente por mi cuerpo. Me saqué las bragas junto con el vestido. Me giré, de espalda a él, mientras desabrochaba mi sujetador. Miraba a Kendrick, por encima de mi hombro, lo vi frotar su erección por encima de los pantalones. Me lamí los labios inconscientemente.

—¿Te gusta esto, pequeña? —preguntó, tocándose con más ímpetu.

Asentí, en tanto me giraba a mirarlo mejor.

—Se dice: Sí, señor —Hizo énfasis en la frase —. Dilo —Su voz autoritaria me puso más caliente todavía.

—Sí, señor.

Una oscura sonrisa, surcó su rostro. Recorrió mi cuerpo de pies a cabeza con la mirada.

—Sujétate el cabello. No quiero que nada empañe mi visión de tu hermoso rostro mientras me la chupas.

Saqué una de mis gomas para el cabello del cajón de mi mesita de noche y até mi mata castaña en una coleta alta.

—Perfecta... —musitó. Hizo una pausa y Acarició su barbilla —. Ven acá.

A paso lento, me posicioné frente a él. Mi intimidad estaba a la altura de su rostro. Moría por sentir su lengua entre mis pliegues, dándome ese placer que sólo él sabía.

—De rodillas. Ahora.

¡Mierda! A cada orden mis músculos internos se tensaban más. Estaba muy excitada. Hice lo que me pidió.

—Es todo tuyo, pequeña.

Desabroché sus pantalones y liberé su miembro del bóxer. Su potente erección saltó a mi vista, rosácea, hinchada e insinuante. La rodeé firmemente con mi mano para llevarla a mi boca. Lamí su longitud completa unas cuantas veces, para después concentrarme en la punta, trazando círculos constantes con mi lengua. Los gemidos de Kendrick se intensificaron cuando introduje su glande a mi boca y succioné de él pequeñas gotas de líquido pre seminal.

—¡Joder, Milena!

Sonreí internamente, al verlo en ese estado. Totalmente descompuesto de placer.

Continué con mi tarea. Engullí su miembro entero, una y otra vez, apoyándome de mi mano derecha para masajearlo al mismo tiempo, mientras que con la mano libre acariciaba y estimulaba sus testículos. Sentía como se clavaba su polla en mi garganta de una manera agónica y deliciosa. Las primeras veces las arcadas no se hicieron esperar, pero poco a poco había logrado mi cometido: tenerla entera dentro de mi boca, mientras que mi lengua sustituía a mi mano, trazando círculos sobre sus testículos.

—¡Mierda! —Gruñó.

Con mi pulgar, presioné suavemente sobre el perineo. Sentí los músculos de la zona tensarse al instante, y los gemidos y gruñidos de Kendrick ir en aumento, maldiciendo de placer. Sujetó firmemente mi cabeza con ambas manos, mientras impulsaba sus caderas en movimientos frenéticos y descoordinados. Esa fue mi señal para acelerar el ritmo de mi boca, de mi lengua y de mis manos. No me detuve, ni él deshizo su agarre, ambos nos aferramos al momento, al éxtasis que nos invadía. Entonces estalló, colmando mi boca de ese líquido caliente, espeso y agridulce.

El mentor © #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora