V - CAPÍTULO CORTO -

1.9K 200 126
                                    


Kendrick Colleman

No estaba en mi naturaleza investigar a las mujeres que me llevaba a la cama, pero aquella endemoniada mujer me estaba poniendo las cosas difíciles. Llevaba poco más de dos semanas regresando cada noche al club, para abordarla y hacerle mi propuesta.  Una noche, una sola noche, para saciar el deseo que no había hecho más que crecer en todo este tiempo; sin embargo, todos aquellos intentos habían sido inútiles, ella no se había vuelto a parar por allí.

Intenté preguntar a alguna de las bailarinas, pero después del desmadre que se había armado la primera noche, cuando intenté ingresar a los vestidores, hacerlo era prácticamente imposible. Bastaba un mínimo arrebato de mi parte para que me negaran definitivamente la entrada al lugar; además los gorilas de seguridad tenían la orden de prestar especial atención en mí. Me sentía como un pendejo, ni en mis peores momentos me había encontrado en una posición similar, mucho menos por una mujer. Pero Ange, o mejor dicho, Milena, había sembrado el deseo en cada fibra de mí, como una maldita droga. Ni los hombres de la barra, ni las meseras sabían darme información sobre ella, simplemente se había ausentado desde nuestro encuentro. 

Me estaba desquiciando la idea de que volviera a desaparecer y que esta vez me fuera imposible encontrarla. Una noche con Milena Rochester era lo único que deseaba, después de eso, podría pasar la página y continuar con mi vida como hasta ahora.

Y bien, ahí estaba yo, con la carpeta que desvelaría mis preguntas, o al menos, eso esperaba.

Milena Rochester Black

25 años

Estado civil: Soltera

Domicilio: 340 E 72 St. Lenox Hill, Manhattan.

Formación: MFA en Diseño Gráfico 
Universidad de Yale, New Haven,  Connecticut.

Ocupación actual: Coordinador del área de diseño y nuevos proyectos en Ferguson Consultores Especializados.

Su expediente se extendía un par de hojas más, pero esto era lo que me interesaba. Todo me parecía incoherente. Una mujer joven, sola, con estudios en uno de los programas más selectivos de Yale, buenos ingresos y residente de uno de los mejores barrios del Uptown. Aquello me gritaba dos cosas, inteligencia y dinero. Cómo era que una persona así terminaría trabajando como bailarina en un club nocturno de clase media. Milena Rochester, era un enigma, uno que moría por descubrir.

Desde aquella noche en el  Royal, hace casi un año, me había sentido atraído por su frescura e inocente belleza, más aún, después que descubrí en ella una mujer digna y orgullosa. Su actitud sólo había conseguido que me encandilara más, y ni hablar del glorioso momento que fue sentir la calidez de su cuerpo, la estrechez y la humedad de su femineidad que volverían loco a cualquier hombre.

Me dejé caer en el respaldo de mi silla, con la cabeza hecha una maraña de dudas y sensaciones. 

—¿Y bien? —Instó Holt, obligándome a salir de mi trance, cosa que le agradecí. 

No hubiera sido nada agradable tener una erección frente a uno de mis empleados ¡Maldita sea! No era posible que sólo pensarla me pusiera duro.

Le entregué el respectivo pago por su eficiente y rápido trabajo, literalmente había hecho todo de la noche a la mañana.

—Excelente trabajo como siempre, Holt —dije.

Sonrío soberbio. Tras despedirse, se colocó sus lentes oscuros y salió de mi oficina.

Era sábado, todo estaba en calma, los empleados sólo se presentaban los fines de semana en ocasiones extraordinarias. Me permití leer con detenimiento toda la información que había recabado de ella. 

Llevaba una vida bastante común, aparentemente. Sólo había tenido un par de parejas, la primera en la adolescencia y la última durante la universidad. De su familia había muy poco, un padre ausente del que sólo tenía el apellido y su madre muerta tres años atrás a causa de cáncer. Ese era el mismo tiempo que llevaba trabajando en aquel club, antes incluso, de haber entrado a la consultora Ferguson en un puesto inicial, como becaria de medio tiempo. 

Al final de la tarde regresé a mi penthouse, a ducharme y cambiarme de ropa. Cené algo ligero y me dirigí, cómo todas las noches, al speakeasy. Aquella sería la última noche que me pararía por ahí, si no aparecía haría uso de la información que tenía para llegar a ella.

 ¡Joder! Si, aquello estaba volviéndose una insoportable obsesión, pero mi verga caliente, suplicaba por su dulce y húmedo coño. Ninguna de las mujeres con las que había estado esos últimos días habían logrado satisfacerme; ni los juegos, ni las sesiones grupales me habían dado el placer suficiente.

Al llegar al club, tomé asiento en la mesa más apartada al escenario en medio de la penumbra, como de costumbre. Ordené la botella completa de Macallan, sería una noche larga, no solía retirarme del lugar si no hasta después del número final. Como ya era costumbre, ella no apareció.



Ahora si, sería todo por hoy...

No olviden dejarme sus comentarios porfi, me gustaría saber qué les está pareciendo la historia. Es la primera que escribo y conocer su opinión me ayuda y me motiva. 

Nos leemos pronto :)

D.Hill 👯

El mentor © #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora