CAPÍTULO 11

53 4 1
                                    

Todo parecía a simple vista normal en Milo, pero yo que lo conozco a la perfección sé que por más que no lo dijera, seguía llorando en cada oportunidad posible, la muerte del caballero de Acuario, hubo noches en las que me cuestionaba si hacía lo correcto al dejar recordarlo por siempre, no me agradaba en lo más mínimo aquel hecho, aunque no pudiera hacer nada al respecto. El tiempo pasó, y con ello, el cariño hacia Camus se fue regularizando junto al dolor que sentía Escorpio, mi adorado amigo, lástima que los momentos de tranquilidad no duraron para siempre, los espectros estaban atacando las doce casas, pero lo que más nos sorprendió fue apreciar a los caballeros caídos en batalla, allí en frente de nosotros como si los meses no hubieran pasado en lo absoluto, he de admitir que fue un impacto demasiado grande para digerirlo en cuestión de segundos.

Aunque es evidente que el más afectado fue Milo, lo pude ver en sus ojos, el sentimiento de tristeza, dolor e impotencia desbordaban desde cada célula de su cuerpo, su cosmos se elevaba en momentos por no saber controlar la situación tan complicada a la que nos enfrentábamos, cuando Saga, Camus y Shura revivieron como espectros al servicio de Hades, llegaron con la misión de asesinar a Athena, lo cual no podíamos permitir. Hasta Milo estuvo dispuesto a acabarlos, incluso a Acuario por asesinar a Shaka, un compañero de armas que por más callado que resultara, era parte de nuestra familia además de que lo conocíamos desde pequeños, quizás no interactuábamos con él, pero el sentimiento de amistad no se esfumó.

Después sucedió lo de Asgard en donde Camus nuevamente decidió apoyar al bando contrario, a pesar de todos los errores que había cometido, Milo siguió creyendo en él y amándolo cada instante, sé que le dolió olvidar las constantes traiciones de su "cubito" como suele llamarlo, pero aun así lo hizo por amor, ese sentimiento que suele ser destructivo para muchos. En este caso debe haber sido algo peor e incluso cruel para que mi amigo haya decido alejarse del santo con técnicas de hielo, tendré que escuchar el relato más tarde. Ahora lo importante es alcanzar a Milo y hacerlo retractarse, por más que tenga conocimiento de que jamás lo hará, igual, no pierdo nada intentándolo.

- ¡Milo ya basta! ¡Detente! – exclamaba un poco cansado y mareado por dar vueltas por todo el coliseo, esta situación me divertía, pero en cualquier momento nos pueden llamar la atención, su ilustrísima se retiró unos instantes, aunque no tarda en regresar ya que se fue hace varios minutos para atender un asunto con el maestro Dohko.

- ¿Me prometes que no me golpearás? – eso es algo de lo que no estoy seguro, lástima que no me puedo arriesgar a recibir un regaño por parte del Patriarca.

- De acuerdo, lo prometo, ¿Contento? – detuve mis pasos mientras él hacía lo mismo, se notaba agotado, por más que eso sea raro.

- Sí, estoy feliz – se abalanzó hacia mí para darme un abrazo, había olvidado la efusividad de Milo, me molesta y me tranquiliza a la vez, saber que se encuentra mejor respecto al tema pendiente.

- Bueno ya, empecemos a entrenar ¿Te parece? – él solo asintió con una sonrisa en el rostro – por cierto, hablando de otro tema, ¿Por qué le llevaste un obsequio a Shaka? ¿Es acaso una fecha importante? ¿Su cumpleaños? – sé que esas festividades no las celebramos muy a menudo ahora, pero eso no le quita lo impresionante y emocionante a la ocasión, por más que lo hallamos olvidado por completo, sé que no hay excusa para ello.

- No nada de eso – me volví a confundir, le agradecería mucho que no dejara las cosas a medias.

- ¿No me vas a decir tampoco eso? – presioné un poco para que soltará la información completa, debo estar preparado para los posibles problemas en los que se pueda involucrar, lo conozco y sé que es un caso imposible si de crear percances se trata.

- Si te lo diré, tranquilízate y no me mires así – siempre achicaba mis ojos en señal de desaprobación además de la poca paciencia que me quedaba, aunque en esta ocasión relajaré mi semblante.

"Flor Pasajera" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora