CAPÍTULO 14

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- ¿Hola? – me sobresalté un poco en mi lugar, no esperaba que alguien me hablara o simplemente se atreva a acercarse, acaso ¿Esa voz es de Milo?

- Hola – contesté de forma seca, sin titubear siquiera a pesar de los nervios que estaban saliendo a flote por la simple idea de que haya escuchado algo más.

- ¿Qué haces? – se supone que es más que claro la acción que estoy realizando - ¿No me piensas contestar? – lo dijo con un tono burlesco, en realidad no pienso hacerlo, prefiero dejar las cosas como están, no necesito dialogar con nadie y menos con él, no es resentimiento el que guardo, solo temor a encariñarme de nuevo tan rápido.

- ¿Qué quieres Milo? – solté cansado, tengo conocimiento de que, si no le contesto, insistirá hasta que termine cediendo a ello.

- ¿Por qué tan brusco? Yo solo quería conversar contigo un rato, ¿Acaso no puedo? – no mentiré al decir que no me sorprendió, de hecho, me dejó en blanco, no esperaba esa respuesta cuando le hice la pregunta. Ahora no estoy de humor como tampoco me siento bien para soportar a cualquiera.

- No puedes – respondí después de unos segundos, no quería ser tan grosero pero la situación no me favorece en lo absoluto.

- Pues que lastima, igual me quedo a un lado – soltó una pequeña carcajada, ¿Le da risa? No puede ser, mis pensamientos no duraron mucho alrededor de la cuestión ya que se esfumo cualquier idea al sentir como Escorpio se sentaba al costado derecho de mí, esto es incómodo y no sé cuánto me tarde en perder la paciencia.

- En ese caso, me retiro, con permiso – intenté levantarme mientras mantenía los ojos aún cerrados, jamás los abro en presencia de otros, al menos que así lo requiera la ocasión en relación con los enemigos. Más no pude completar la acción gracias a un mareo que se apodero de mí, de no haber sido por Milo que sostuvo mi brazo hubiera caído de una manera vergonzosa ante todos, debido a ello preferí abrir ligeramente mis parpados que se resistían a hacerlo.

- ¿Estás bien? – me interrogó mi compañero, fue en ese instante que me percaté de que seguía sosteniéndome – siéntate de nuevo – habló de forma lenta como si eso me diera tranquilidad y ayudara a que todo pasara.

- Estoy bien, suéltame – zafé mi brazo de su agarre, no necesitaba de la lastima de alguien, ahora no quiero que me haga preguntas, solo deseo relajarme e intentar disminuir la probabilidad de que suceda aquello en la hora del enfrentamiento, al estar utilizando nuestras técnicas, es posible que un ataque pueda hacerme un daño mínimo.

- Solo quería ayudar – me senté de manera pausada en la grada que anteriormente utilizaba para meditar, cerré de nuevo mis ojos, espero que no los haya visto de nuevo, no me agrada su color y tampoco es que me importe tal hecho.

- Ya hiciste demasiado, retírate – bufé con un grado de molestia, no estaba enojado con Milo porque sería absurdo, más si lo estaba conmigo mismo, debí suponer que algo de tal magnitud sucedería si me levantaba bruscamente, pero mis ganas de alejarme de todos aparte de los nervios jugaron en mi contra, no me permitieron pensar claramente la situación acontecida.

- No quería incomodar, mi intención era saber que opinabas del pastel – con que era eso, debí suponerlo, no entiendo en dónde está mi cabeza, ¿Olvidarme de eso? Sí que necesito con urgencia concentrarme.

- Ahora no puedo hablar de eso contigo, después del entrenamiento con gusto, antes necesito prepararme para los enfrentamientos– suspiré un tanto relajado, pero a la vez cansado de la problemática.

- De acuerdo, nos vemos – escuché sus pasos alejarse y por fin pude respirar calmado, aunque creo que eso no durará siempre.

Estuve meditando unos minutos hasta que el Patriarca nos llamó para indicarnos con quienes teníamos que enfrentarnos, espero que todo salga bien, estoy bajo presión en estos momentos, no quiero cometer un error.

"Flor Pasajera" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora