CAPÍTULO 25

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NARRA MILO

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NARRA MILO

Finalmente ha llegado la noche, aunque es una lástima que Shaka no haya mostrado mejorías, no creo que siquiera se hubiera movido algún centímetro durante todo este tiempo. En fin, debería ocupar mi mente en otros asuntos que tengo pendientes, antes de que despierte y deba encargarme enteramente de su recuperación, estará bien...lo sé.

- Tienes que mejorar pronto ¿De acuerdo? – observé con paciencia y detenimiento su rostro, el cual mostraba signos de una tranquilidad absoluta; incluso podría decir que era un estado que rara vez se le veía presente en sus expresiones a pesar de siempre encontrarse sereno, algo más verdadero – no me hagas esperar mucho – suspiré de forma suave mientras posaba mi mano derecha en su cabeza y la acariciaba con cuidado, intentando ordenar un poco sus mechones que, debido al enfrentamiento, se enredaron en ciertos lugares – es una lástima que se haya perdido parte de tu cabello – expresé con un tanto de tristeza al sujetar unos mechones dorados cortos ya que su hermosa cabellera resultaba ser admirable ante los ojos ajenos.

Distraerme así no se me debería estar permitido, pero es lo mejor considerando todo el revoltijo de pensamientos que dan vueltas y atormentan mi mente sin descanso; aún no logro quitarme estas inquietudes que giran en torno a la salud de Shaka, así también como el actuar y la situación tan problemática que guardo con Camus, quizás debería escuchar o reconsiderar la idea de buscar una solución con él, tal como me lo sugirió Aioria. En cambio, en estos momentos eso es lo último que quiero hacer, la realidad es que me aterroriza el no saber cómo reaccionaré ante sus palabras, aparte de que no estoy completamente seguro si deseo enterarme de todo lo que tiene que decir y finalizar este asunto de una vez.

Las cosas se han complicado y admito que parte del dolor que siento fue provocado por mi propia esperanza ciega, aquella en la que creía que con paciencia, cariño, ternura y atención iba a poder hacer que Camus correspondiera a mis sentimientos, inicié esta tonta fantasía de la manera más infantil posible y terminé con una dura verdad. Tal vez jamás estuvimos hechos para estar juntos, ahora que lo pienso no encuentro la razón de mi tan repentina necesidad de permanecer a su lado ¿Qué es lo que me cautivó en aquel entonces? No podría explicarlo ni hallar las palabras para transmitir alguna idea coherente; sin embargo, el anhelo que siento por él todavía no se ha desvanecido, de eso estoy convencido ya que cuando fijo mis ojos en su figura siempre tan orgullosa, puedo identificar los ligeros aleteos en mi corazón, aunque estos estén acompañados de punzadas de dolor.

- Todo sería más simple si tan solo pudiera mantenerlo para siempre en el olvido – reí ligeramente sin humor ante mis propias palabras y deseos inútiles, debido a que no vale la pena tener pensamientos imposibles – llegará el instante en el que serás solo un recuerdo – murmuré mirando por la ventana de la habitación desde mi posición sentada en el suelo, al lado de la cama en donde descansaba el caballero de la sexta casa, un gran compañero de armas, aquel a quien nunca me hubiera imaginado ver en este estado. Es absurdo comentar que quizás en ningún instante de su vida se haya visto de igual manera, pero no creí que yo alguna vez lo observara así – soy un tonto ¿no? – sacudí la cabeza con fiereza para despejarla un poco. Al final se me hizo imposible no volver al punto de partida. Es decir, a mis problemas, aquellos que pueden parecer insignificantes para otra persona, lo que para mí no está al alcance.

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