Capitulo 5

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Las primeras luces de un nuevo día, acariciaron los rostros de dos morenas dormidas, ambas estaban abrazadas y tapadas con una suave manta blanca.

Unos ojos verdes se abrieron soñolientos, su dueña trato de levantarse y no pudo, miro la causa de su incapacidad y vio en su pecho a una morena con las mejillas manchadas de lágrimas.

Con delicadeza acarició su cabello, pensando en que la muerte, la que todos temían y creían que era un ser despiadado sin alma y sin corazón, no era mas que una mujer que lloraba y se preocupa igual que un simple mortal. Harry se sintió afortunado por haber visto esa parte tan humana de la muerte.

Los ojos de la muerte se abrieron de manera lenta, los brillantes ojos azules adormilados se juntaron con los verdes césped, y la muerte se enderezó con pereza. Ambas se sentaron en el sofá y notaron la manta blanca, la muerte sonrió y un suave sonrojo cubrió sus pálidas mejillas y una sombra de tristeza cubrió sus ojos azules.

La de ojos jade la miró con curiosidad, pero prefirió mirar a otro lado, sus ojos se fijaron en la llave y la carta que se encontraban en la mesita de té. Con delicadeza tomo la carta, que tenía un sello de cera con la forma de una rosa, la miró con curiosidad y leyó para quien estaba dirigida. En elegante caligrafía estaba escrito.

                   Mrs. Celeste Morte
                   Salón secundario
                    Mansión oculta
                             Galés

La morena de ojos verdes, dejo la carta en la mesita, muerta de curiosidad, tomando la llave que estaba a su lado.

-Que hermosa- susurro.

-Es la llave de la bóveda de Gringotts- le respondió la muerte, tomando la carta y abriéndola con los ojos llenos de dolor y esperanza -Es la bóveda familiar de los Peverell, que ahora es toda tuya por derecho-.

-Entiendo- dijo la joven con sorpresa, luego de un par de segundos con asombro miró a la dama de ojos azules -Pero anoche no estaban, no estaba ni la carta, ni la llave y mucho menos la manta-.

-Son un regaló-.

-Pero ¿De quién?- la curiosidad brillaban en los ojos de la jovencita

-De la vida- una sonrisa de enamorada se formó en la cara de la muerte, quien se llevó la carta al pecho con un largo suspiro.

La menor la miro extrañada, pero lo dejo pasar, se dedicó a mirar cada detalle de la llave. Mientras la muerte se abrasaba a la manta y guardaba la carta en su sobre. Unos ojos ámbar las cuidaban en silencio.

-bueno, tenemos mucho que hacer- hablo la muerte, luego de estar suspirando y soñando despierta abrazada a la manta.

-¿Qué haremos hoy?-.

-empezaremos con crear una nueva identidad para ti, darte algunas lecciones y empezar con tu entrenamiento-.

-¿Qué entrenamiento?- dijo la menor con un mal presentimiento.

-Tu entrenamiento como mujer, el como vestirte, maquillaje, moda, comportamiento, modales, el como caminar y mucho más-.

La mirada de terror que tenía la jovencita hizo reír a la muerte, los ojos ámbar las miraron con ternura.

-Pero antes que nada, tú historia y nombre-.

-¿Cuál será?- pregunto la muchacha, en su interior se revolvían un millar de emociones, estaba por perder el nombre que lo ataban a su familia y a la vez al nombre que lo marco tan horriblemente.

-Pues es fácil, Amber Selene Peverell Morte, la última Peverell, heredera de Gryffindor, Hufflepuff y Slytherin, recién llegada del extranjero a terminar sus estudios-.

-¿Amber Selene?- la de ojos verdes la miro curiosa,

-Si se traduce significa "Luna transparente" -.

-¿Por qué ese nombre?- la menor ahora conocida como Amber hizo una mueca ante su nuevo nombre.

-Porque, tú eres una Luna para el mundo mágico- la convicción en la voz de la muerte era firme y absoluta.

-¿Por qué?- Amber no lo creía, no era nada.

-Pues porque, eres la luz que ilumina la oscuridad que hay en el mundo, eres la Luna que brilla para los desamparados, de aquellos que no han encontrado camino por que la oscuridad se a adueñado de su vida. Ayúdame, ayúdalos a que con tu luz encuentren ese camino-.

Amber bajo la mirada sonrojada, una lágrima bajo su mejilla cuando recordó a Dobby, ese pequeño Elfo Doméstico, que de esclavo paso a ser un héroe, le había dicho que era una luz para los parias, esa criatura tan humilde que murió por su culpa, esa lágrima paso a ser un torrente que se deslizaron por sus mejillas.

-Lo haré, no solo por aquéllos que no encuentran el caminó correcto, si no también por aquéllos que su camino fue cortado. Seré esa luz que brillé, entregaré todo lo que tengo y lo que no tengo para lograrlo- la morena de ojos verde se levanto del sofá con manos empuñadas, recordando a todos los que murieron a lo largo de las guerras contra Lord Voldemort, pero en especial del pequeño Elfo.

Sus ojos verdes anegados en lágrimas brillaron llenos de determinación y la muerte quedó asombrada, esa determinación y voluntad le recordó a su amado. El hombre de ojos ámbar, que las vigilaba oculto, sonrió lleno de orgullo y adoración, la voluntad de Amber era admirable, y estaba forjada por el recuerdo de sus seres queridos, quienes a pesar de irse del plano terrenal, nunca la abandonaron. Siempre velaron por ella y cuidaron de su alma y corazón.

La muerte se levanto del sofá y con gentileza secó las lágrimas que brillaban como pequeños cristales en las mejillas de Amber.

-Se que lo harás, tú voluntad es grande y su gentileza y bondad  lo es más- sonrió con ternura al ver cómo las mejillas de la menor se sonrojaban -llevas a los que perdiste en el corazón y eso hace que nada te detenga, por qué ellos te guían- acaricio la cabellera negra y rizada -Es hora de empezar y llámame Celeste, ese es mi nombre. Celeste Morte -.

-Gracias por creer en mí Celeste-.

-No soy la única en creer en ti y apuesto que no los decepcionaras- los ojos azules de Celeste miraron una esquina soleada de la habitación -En fin, andando pequeña. Tenemos mucho que hacer y poco tiempo para lograrlo-. 

Celeste camino hacia la puerta con una sonrisa, al ver la mueca que hizo la menor, por otra parte Amber también sonrió, la adrenalina corrió por sus venas, y sin mirar atrás camino detrás de la mujer mayor, cuando cruzaron la puerta y abandonaron el salón, el hombre salió de su escondite, una sonrisa sincera adornaba su rostro, hizo en un elegante movimiento, una reverencia en dirección la puerta por donde ambas mujeres salieron.

-Siempre creeré en ti, seas hombre o mujer, creeré en ti. Naciste bajo la estrella del León, la estrella de los héroes y de los grandes lideres, eres descendiente de un León, de un Tejón y de una Serpiente. Naciste para marcar la diferencia, solo cree en ti y el restó vendrá solo- su sonrisa creció - Brilla clara y pura hermosa Luna, que Celeste y yo cuidaremos que la oscuridad jamás te vuelvan a dañar-.

Un rayo de luz cruzó la habitación iluminando el lugar, el misterioso hombre ya no estaba, el lugar quedó desierto, el sofá se desintegró en sombra y la mesita de té se fundió con la luz solar hasta desaparecer. El aire se saturó con un aroma floral, un aroma dulce lleno de vida.

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