Capitulo 11

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Enfrente de Amber se alzó una criatura impresionante, a los ojos de la joven era una imponente serpiente de unos treinta metros de largo. Pero entre más miraba Amber a la criatura, más detalles notaba.

La hermosa criatura que estaba enfrente de Amber era una magnífica serpiente emplumada de color negro, sus ojos rojos resaltaban en su cabeza alargada. Justo a unos tres metros de su cabeza se encontraban un par de alas que se mimetizaban con su cuerpo. Su cola terminaba en flecha, su color negro mostraba mágicos detalles a la luz del fuego. Mostrando en su plumaje, matices en azul, verde y violeta.

-¿Qué eres tú?- susurro Amber con asombro.

-Una esclava- siseo con odio mirando con sus ojos rojos al duende que estaba pálido, junto a Celeste que miraba con profunda sorpresa la criatura que se alzaba enfrente de sus hija.

Amber hizo una mueca, recordando otra criatura en la misma situación que se encontraba en este mismo lugar.

-¿Cómo te llamas?- pregunto con genuina curiosidad.

-Mis padres me nombraron Awel, antes de que me capturaran- el dolor y la añoranza impregnaban el siseo de la criatura.

-¿Qué es esta criatura contador Ymir?- pregunto Amber, sin dejar de mirar a la belleza emplumada.

-Ella es una Anfíptera- respondió el Duende -Es la última de su especie, hace un par de meses el último macho murió-.

Amber empuñó las manos, llena de irá y dolor. La última de su especie, con su muerte, tan magníficas criaturas se extinguirían y nadie jamás sabría. 

-Amber querida, podrías decirle a la belleza emplumada que nos deje pasar- pidió Celeste.

-Awel, ¿nos dejarías pasar?- pregunto la de ojos verdes.

-Es tu tesoro, se libre de pasar. Pero, si esa horrible criatura se me acerca. Me la comeré- siseo airada.

-Nadie te molestará- aseguro Amber -Contador Ymir no se acerque a la Anfíptera o será su almuerzo- advirtió al Duende, que abrió los ojos sorprendido.

Celeste sofoco su risa y pasó, por un costado de la hermosa criatura que miraba con infinito desprendió y odió, Ymir se aseguró de estar lo más lejos posible que la Anfíptera, que le siseo mostrando sus colmillos que goteaban un líquido blanco que corroyeron el suelo.

Amber se situó al lado de su madre y espero que Ymir abriera las puertas de la bóveda. Un espeso humo verde se abalanzó sobre ellos cuando la bóveda fue abierta.

Los ojos verdes de Amber se abrieron llenos de asombro cuando la bocanada de humo esmeralda se disipó, mostrando un espacio amplió lleno de Oro, Plata y Joyas desbordándose en columnas que parecían infinitas.

-Todo esto es nuestro pequeña Luna- dijo Celeste sonriendo ante la cara de asombro de Amber.

Ymir sonrió ante la futura ahijada de Ragnarök el Sangriento, sus ojos verdes brillante no mostraban codicia ni arrogancia ante la inmensa fortuna que se encontraba enfrente de la joven Dama.

-Esto es demasiado- susurro Amber.

-Los Morte es una familia muy antigua querida- Celeste camino más profundo a la bóveda, se giró y miro a su hija abriendo los brazos como para abarcar todo el lugar -Esta fortuna se formó desde antes de que yo fuera la Dama de la muerte querida-.

Amber miro fijamente a su madre, tratando de asimilar la cantidad de tiempo que tenía la bóveda, miro de tan solo pensar en la cifras le causaba mareos.

Ymir sofoco una risa ante lo pálida que se puso la jovencita y lo divertida que se veía la Dama Sombría.

Un siseo airado sacudió la bóveda, Amber miro a su madre y se entendieron con una mirada, Celeste e Ymir se encargarían de sacar lo que tenían que sacar y Amber se encargarían de la furiosa criatura que sisea y maldecía afuera de la bóveda.

La joven dama de ojos verdes se encamino hacia los siseos furiosos sin saber que esa decisión cambiaría la historia mucho más de lo que tenían planeado y le llevaría a ganar la lealtad más pura y salvaje que la ayudarían en su difícil misión

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