Capitulo 12

1.9K 212 11
                                    

Amber salió de la bóveda y camino con paso firme hacia la Anfíptera, que se encontraba enrollada en apretados anillos en donde la vio por primera vez.

La chica se acercó con suavidad, atenta a los ojos rojos que la estudiaban con cautela, a sus suaves siseos y al lenguaje corporal de la Anfíptera. Amber se detuvo a unos metros de Awel y con suavidad pregunto.

-¿Puedo acércame?-.

La Anfíptera se irguió enfrente de Amber y la miró fijamente, su lengua bífida saboreaba el aire alrededor de la chica, sus ojos rojos jamás dejaron de analizarla. Amber espero pacientemente que Awel la estudiará tranquilamente.

-Acércate- susurro luego de diez minutos.

La joven de ojos verdes se acercó con cautela, su entrenamiento como Auror la tenía en alerta máxima, analizando cada movimiento que hacia la Anfíptera, cuando estaba a un metro de la bella criatura sus ojos notaron que el cuerpo de Awel estaba enrollada en apretados anillos en un nido, hecho por plumas negras y blancas.

En ese nido, protegido por el cuerpo de la Anfíptera había más de una docena de huevos de color Verde Tornasol, los ojos verdes de Amber buscaron los rojos de Awel.

- Que el salvaje Pan* bendiga con larga vida y prosperidad a tus crías y que la dama Luna* nunca deje que sean atacados- dijo sin dejar de mirar los ojos de la Anfíptera.

-Gracias- los ojos rojos de Awel se suavizaron al mirar los huevos que su cuerpo protegía, una pluma blanca se movió y sus ojos se llenaron de dolor y furia -Pero en este lugar mis crías no sobrevivirán-.

Amber cerro los ojos, suspirando con profundo pesar, deseando con todo su ser poder ayudar a la Anfíptera, abrió los ojos decidida, sus complejo de héroe no la dejaría en paz si no la ayudaba.

-¿Cómo puedo ayudarte?- preguntó, sorprendiendo profundamente a la Anfíptera.

-¿Quieres ayudarme?-.

-Claro que quiero ayudarte- los ojos verdes de Amber brillaron con determinación, planeado cómo poder ayudar a la angustiada madre que seguía mirando a la chica con sus ojos rojos.

La Anfíptera acarició con su lengua bífida el aire alrededor de la chica que estaba con sus ojos distantes, el aroma que la rodeaba era dulce como un campo de lirios, pero había un ligera fragancia, pequeña casi oculta. Pero la Anfíptera jamás olvidaría el mortal hedor del veneno del Gran Rey. Si ella se llevará a sus crías aún no nacidas, ellas estarían a salvó con ella, confiaba en esa humana que destilaba gentileza y fiera protección.

Con eso en mente, Awel se deslizó lejos de su nido, hacia una grieta, con su cola movió un fragmento de piel blanca que se encontraba oculta, la saco con un poco de dificultad de donde la tenía escondida, al lograrlo la llevo consigo y la deposito a un costado de su nido.

Con suavidad fue moviendo con su boca, sus huevos, uno por uno los movió hacia el trozo de piel blanca, los dejo con gentileza, cuando terminó, se arrancó un par de plumas y cubrió con ella a sus huevos, también saco de su nido unas pocas plumas blancas. Cuando terminó miró a la hembra humana que la miraba con curiosidad.

-Cierra la piel alrededor de ellos y podrás sacarlos de aquí- dijo la Anfíptera con un siseo estrangulado.

Amber lo hizo con suavidad, tomando los bordes de la piel y cerrándolos alrededor de los huevos escondidos en plumas. Cuando los cerro, quedó como una gran bolsa de piel blanca, que se fue haciendo cada vez más pequeña ante los atónitos ojos de la jovencita.

La bolsa quedó tan pequeña, cómo la bolsa de piel de Moke que Hagrid le regaló a sus diecisiete años, con suavidad tomo la bolsa y la guardo en el bolsillo de su capa, sus ojos verdes se encontraron con los rojos.

-Los protegeré con mi vida y no permitiré que nadie les robe ni su libertad ni su cielo, te lo juro- afirmó con fiereza Amber.

La Anfíptera asintió con la cabeza, confiaba en la humana como jamás nunca confío en nadie, su frío corazón esperaba que sus crías fueran feliz y libres, lejos de este lúgubre lugar. Se enroscó en su nido y cerró sus ojos, sus alas la cubrieron. No quería ver cómo sus crías se alejaban de ella envueltas en la piel de su amado compañero.

-Confiare en ti- fue lo último que dijo la Anfíptera antes de dormirse.

Amber no dijo nada, mirando como la respiración de Awel se volvía pausada, con pasó suave se retiró lentamente del nido de la Anfíptera y se encamino hacia las puertas de la bóveda. De dónde salía Celeste, con una sonrisa que se transformó en una mueca al mirar a Awel, y el contador Ymir que miraba aprensivo a la dormida Anfíptera.

-Vamos querida- dijo Celeste caminando hacia el carrito que los llevaría a la superficie con pasó firme.

Ymir cerró la bóveda y casi corrió para subir al carrito, sus ojos negros nunca dejaron a la Anfíptera, con los tres abordo, el carrito subió a alta velocidad hacia la superficie, la mano de Amber, sostenía el bolsillo de su capa, teniendo que la bolsita que lleva escondida saliera volando por la velocidad.

La joven de ojos verdes, giro su cara para mirar a su madre, notando en sus expresión una profunda angustia. Antes de que pudiera cuestionar la causa de su malestar, llegaron a la superficie y fueron guiadas por el contador Ymir devuelta a la oficina del gran jefe Ragnarök.

*Salvaje Pan: el dios de la vida salvaje y los lugares vírgenes.

*La dama Luna: Artemisa/ Diana (griega/romana) la diosa de la Luna, la caza, los partos, de las doncellas y los niños.

Marcha atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora