Capítulo 22

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Amber aún con los ojos anegados en lágrimas busco en la dirección de ese ulular, sabía que no podía ser su hermosa Hedwig. Que era imposible, pero su corazón galopaba de esperanza.

Sus ojos verdes encontró a la lechuza que había hecho el llamado, encima de un letrero tres tiendas más atrás del “El jardín de Lilith” estaba posada una hermosa lechuza de las nieves. Una muy familiar lechuza blanca con grandes ojos ambarinos.

-Hedwig- susurro la chica y las lágrimas ganaron la batalla.

La hermosa Ave de caza se lanzó directo hacia Amber, en sus garras una carta llevaba. Cuando la lechuza aterrizó en el hombro de la joven llorosa, la lechuza estiró la pata para que le quitarán la carta. Luego de que la jovencita lo hiciera, la Ave empezó a ordenar el cabello de esta.

No había duda alguna para Amber, esa lechuza que le ordenaba su ahora largo cabello era su dulce y maternal Hedwig. Lloró en silencio casi escondiendo su cara en las suaves plumas del pecho de su amada niña. No salían las palabras de su boca, solo pequeños sollozos suaves.

Le tomo un tiempo calmarse, la lechuza siguió ordenando su cabello y luego le mordisqueó la oreja con suavidad, la joven y el ave se miraron a los ojos por un instante y la lechuza mordisqueó la pequeña nariz, luego cerró sus ojos ambarinos y esponjo su plumaje.

Amber solo sonrió, con los ojos irritados y las mejillas húmedas por las lágrimas. Su mirada adolorida encontró la carta que sujetaba con fuerza, con suavidad dejó salir su magia para mapear la carta, pero no encontró nada. Pero pudo confirmar que su Hedwig estaba en su hombro ese lazo único e irreparable que lo había acompañado siempre hasta que rompió desde la muerte de su pequeña y fiera compañera se había reparado, tres hilos de magia ahora la unían a sus familiares.

La joven retrajo su magia otra vez, pero dejó fluir por esos hilos que la unían a sus pequeños. Así sabría si estaban en peligro y que Merlín se apiadara de quién tratara de lastimarlos por que estaba vez no tendría piedad de nadie.

Amber abrió el sobre y extrajo la carta, sus ojos verdes leyeron:

Querida Amber.

Mi dulce niña, se que no me conoces y espero cambiar eso pronto. Soy Aster Caleb Peverell, el otro primordial que te trajo a este tiempo y te dio la oportunidad de enmendar todo el daño que terceros hicieron.

Lamento darte esta carga tan pesada, pero confío plenamente en que serás capaz de lograrlo, no por tu magia o tu habilidad, sino que por tu gran corazón y tú capacidad inmensa de perdonar.

Como leíste soy un Peverell y también técnicamente soy tu padre en esta vida y también soy el primordial de la vida. Curioso no, la vida profundamente enamorado de la muerte. Bien sin tantos rodeos que estoy seguro que solo te confunde más, tres cosas tengo que decirte y las tres son importante.

Primero. La lechuza que te envía esta carta es tu amada Hedwig, se perfectamente que jamás podrías remplazar ese lazo tan especial con otra ave. Por mucho que quisieras jamás sería igual. Así que digamos que me cole en el reino de tú madre y le robe el alma de tu dulce y fiera compañera. Ahora está contigo y es más fuerte que nunca por que está protegida por mí.

Segundo. Como ya te dije soy tu padre en esta vida y por lo tanto estaré para ti siempre, en este momento estoy haciendo unos planes para poderme casar con tú madre ¡POR FAVOR NO LO DE DIGAS NADA DE ESTO! Y darte la familia que tanto mereces, dile a tu madre que cuando terminen todas sus comprar se instalen en la Finca Peverell. Es seguro y te encantará.

Tercero. En el sobre van algunos de mis cabellos, dile a tu madre que te lleve a buscar una varita mágica personalizada luego de llevarte a Ollivanders, no te confundas mi dulce niña, son tiempos oscuros y tener dos varitas te pueden salvar la vida.

Hazle caso a tu instinto el jamás te a guiado mal, no cuestiones tu sentido de preservación ni mucho menos tu instinto de Auror, si sientes que algo está mal es por que está mal. Luego de aclarar esos puntos mi pequeña Luna te dejo, pronto me conocerás y si Merlín me ayuda seremos esa familia que tanto rogaste.

Con amor Lord Aster Caleb Peverell. El Gentil.

Amber se quedó mirando la carta por un largo tiempo, procesando todo lo leído, luego sonrió. Guardo la carta en su sobre y la metió en su bolsillo, sus ojos verdes notaron a una muy curiosa Celeste.

-¿Quién te escribió mi niña?- pregunto la dama con curiosidad y preocupación.

-Papá Aster- dijo Amber con una sonrisa.

Celeste se sonrojo de golpe, abrió y cerró la boca un par de veces como tratando de procesar lo que su hija le acaba de decir.

-¿Aster?-.

-Sip- respondió Amber -me escribió diciendo que está belleza es mi Hedwig la original -la sonrisa de Amber creció y sus ojos centellaban de dicha -que al terminar teníamos que irnos a la finca Peverell que era más segura y que luego de pasar a Ollivanders fuéramos a conseguir una varita mágica personalizada-.

Celeste solo asistió, su mente estaba pensando en como iba a castigar a Aster por entrar a sus dominios. No sería muy dura con él por qué hizo feliz a su hija pero no podía permitir esa falta de respeto.

-Bien vamos a Ollivanders- dijo Celeste aún maquinando como castigar a Aster -talvez tú pequeña quiera irse primero a la finca y esperarnos allí- la respuesta que recibió fue un chillido indignado y una muy esponjada Hedwig le mandara una mirada muy sucia e inteligente para cualquier lechuza que no fuera ella.

-Creo que Hedwig te dio su respuesta mamá- dijo Amber con una sonrisa, acariciando suavemente el plumaje esponjado de su familiar.

-Una respuesta muy vulgar diría yo- Celeste miro ofendida a la guardiana de su hija pero no podía enojarse con esa lechuza.

Amber con sus familiares sobre ella y su madre a su lado camino con confianza hacia Ollivanders, sin notar las miradas que recibía de magos y brujas. Estaba tan dichosa de tener devuelta a su amada Hedwig que sus ojos brillaban dichosos y su sonrisa era de suma felicidad, la chica prácticamente brillaba y eso llamaba mucho la atención.

Celeste sonrió encantada, su hija estaba saliendo de su capullo y floreciendo dichosa. Pronto ella y Aster tendrían que espantar a magos y brujas a maldiciones, pero por ahora se divertiros a ver cómo su hija cautivaba corazones sin intentarlo.

Ambas mujeres llegaron a la tienda de Ollivanders y antes de que Amber abriera la puerta Hedwig, mordió su oreja con suavidad y emprendió el vuelo hasta posarse en un letrero de una tienda para esperarlas.

-Ella es lista- dijo Celeste mirando a la lechuza acomodarse.

-La más lista que jamás podrás encontrar- dijo Amber mirando con dulzura a su niña y luego abrió la puerta, la campanilla sonó alertando su entrada.

Ambas mujeres fueron recibidas por la nostálgica imagen de muchas repisas llenas de cajas con las varitas mágicas creadas por generaciones de Ollivanders, la magia picaba alrededor de Amber, sus sentidos estaban alertas. Unos casis inaudibles pasos sonaron a su lado derecho, eso la alertó y evitó que atacará a un muy joven Ollivander.

-Buenos días- hablo Garrick Ollivander que parecía estar en sus veinte -bienvenidas a Ollivanders lamento no conocerlas mis señoras-.

-Buenos días señor Ollivander, gracias por su bienvenida y soy Celeste Morte y está jovencita es mi hija Amber Peverell- hablo Celeste con una sonrisa Gentil.

Ollivander miro a Amber con sorpresa y un chispazo de fascinación, la joven de ojos verdes sonrió, sabiendo que el joven Garrick estaba pensando en los tres hermanos Peverell y la varita de saúco.

-Es un placer conocerlas- hizo una pequeña reverencia y luego se puso serio -¿En qué les puedo ayudar?-.

-Mi hija necesita una varita la suya se quebró sin forma de reparación- dijo Celeste con facilidad, Amber dio gracias a su entrenamiento como Auror para no mostrar en su rostro la sorpresa de lo dicho por la mujer mayor.

-¿Cuál es tu brazo dominante heredera Peverell?- pregunto Garrick sacando una cinta métrica.

-Soy diestra señor- Amber no pudo evitar la punzada de nostalgia que recorrió su pecho cuando la cinta de medir empezó a hacer su trabajo.

Cada varita Ollivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, Heredera Peverell. Utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón, entre otros más varios. No hay dos varitas Ollivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrás tan buenos resultados con la varita de otro mago-.

-La varita elige al mago- no pudo evitar decir Amber apartando su cara de la cinta métrica.

-Exacto Heredera Peverell- Ollivander estaba muy feliz por primera vez una persona entendía aunque fue de manera sutil la complejidad de las varitas -bien empecemos, pruebe está madera de manzano núcleo de pelo de unicornio siete pulgadas bonita y flexible- Amber tomo la varita y no alcanzo ha agitarla cuando Garrick se la arrebató de su mano -No, pruebe está mejor Peral con fibra de corazón de Dragón como núcleo diez pulgadas ligeramente rígida- al igual que la primera varita no alcanzo a agitarla cuando se la arrebataron -.

Celeste se estaba divirtiendo a lo grande, la cara de hastío de su hija cada vez que no podía agitar la varita era muy divertido y la expresión de entusiasmo del joven Ollivander lo era aún más.

-Tengo una cliente muy difícil, pero tal vez… si puede que sea la correcta- Ollivander se giró y se adentro en su taller aún murmurando, Amber miro la pequeña montaña de varitas descartadas y suspiro para encontrar paciencia. Unos pasos la pusieron alerta, Garrick traía entre sus manos una caja y la muchacha supo que esa era la correcta.

-Pruebe está varita heredera Peverell- dijo el hombre pasándole una hermosa varita que cuando tocó su mano un calor le dio la bienvenida, la chica la agitó y un montón de chispas de color rojos y verdes llovieron de manera magnífica -esplendido tejo con núcleo de cuerno de serpiente cornuda once pulgadas, bonita y flexible-.

-¿Cuerno de serpiente cornuda?- pregunto Amber, estaba segura de que Ollivander no hacía con ese núcleo.

-Si heredera Peverell- dijo el hombre con una sonrisa suave -mi abuela hizo esa varita, la única que ella hizo- Garrick la miro a los ojos -espero grandes cosas de usted heredera Peverell-.

Amber solo sonrió, miro a su madre que traía una funda para varitas entre sus manos.

-Esta funda y la varita señor Ollivander- dijo Celeste.

-Nueve Galeones y cuatro Sickles mi señora-.

Celeste pago por todo y con suavidad se despidió de Ollivanders y guío a su hija a fuera de la tienda, tan pronto que salieron del lugar Hedwig volvió a posarse en el hombro de su dueña con un silencioso batir de alas y una suave presión de sus garras.

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