Capitulo 15

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Cuando ambas damas llegaron al vestíbulo del banco, se giraron para agradecer a su acompañante, quien les regalo una sonrisa llena de dientes.

Celeste marco el paso hacia las grandes puertas del banco, un par de pasos atrás iba Amber, ambas mujeres captaron las miradas de la gran mayoría de hombres presentes en el establecimiento, para molestia de las acompañantes y los duendes que sabían de la relación de las damas con su rey.

Cuando salieron del banco y bajaron hacia el callejón, Amber se volteo a mirar a su madre de ojos azules, con un millón de dudas y miedos.

-Ahora querida tenemos un año exacto para prepararte- Celeste miro brevemente a su hija que estaba completamente perdida -hoy cariño es el primero de septiembre y el expreso de Hogwarts va a mitad de su camino-.

-¿Qué haremos en este año?- pregunto asustada la adolescente.

-Te enseñaré todo lo que necesites para desenvolverte en el mundo de los pura sangre-.

-¿Qué sería lo que me enseñaría madre?- Amber hizo una pequeña mueca ante lo antinatural de la palabra en su boca.

Celeste le sonrió con comprensión.

-Te enseñaré, algunos idiomas y historia de distintas partes para que le dé credibilidad a nuestra tapadera, te enseñaré nuestras celebraciones y rituales, el trato de algunas criaturas- la dama no le dio importancia de la mirada en pánico de su hija -aparte de cómo comportarte como una dama sangre pura-.

-No quiero comportarme como una sangre pura- se quejo Amber recordando a las chicas de Slytherin que se creían de la realeza.

-No quiero que seas como las sangre puras convencionales, quiero que te sientas cómoda, pero que sepas cómo interactuar con ellos-.

-Entiendo- mientras la chica pensaba una sonrisa se formó en sus delicados labios.

-¿Qué está pasando por esa cabecita tuya?-.

-Voy a romper a esos sangre pura con todo el placer del mundo- Amber cerro los ojos imaginando el caos que provocaría una vez entrara a Hogwarts.

-Que Merlín se apiade de ellos- la diversión estilaba de las palabras de Celeste -no quiero que hagas muchos desastres-.

-No puedo prometer nada, el caos y los problemas me persiguen- la chica sonrió culpable.

La mujer mayor solo sonrió, sabiendo que lo que decía la jovencita era la más pura y sincera verdad, la morena de ojos azules se detuvo frente a una tienda de color rosa y blanco, casi al final del callejón Diagon.

Los ojos de Amber miraron hacia el frontis del local, el nombre del sitio le dio mal espina. “Boutique Los Ángeles de Bianca” Aun que ahora fuera una chica la idea de pasar todo un día de compras a Amber no le dio mucha alegría, pero no le dieron tiempo a quejarse su madre la empujó suavemente hacia la puerta, que se abrió con el suave tintineo de una campanilla.

El lugar era elegante y acogedor, pero para la joven de ojos verdes era un lugar aterrador, los instintos de Auror la hicieron mirar a la derecha donde una hermosa mujer de largos cabellos negros y ojos violetas se acercaba con un suave balanceo en sus caderas.

-Bienvenidas a mi Boutique, son Bianca Di Angelo y le ayudaré a conseguir lo que necesiten- su voz era suave y ligeramente sensual.

Su piel blanca sin imperfecciones parecía brillar en una fina túnica de color azul, apenas ajustada a su pequeña cintura con una cinta de color dorado, su delicado cuello de cisne se encontraba adornado con una gargantilla de plata con pequeños diamantes que brillaban con la luz de hadas del local.

La mujer sonrió de una manera encantadora que le sentó de mal augurio a Amber que retrocedió un paso vacilante, Celeste por el contrario avanzo con elegancia y abrazo con dulzura a la bella dama.

La risa burbujeante de la mujer se dejó oír mientras se separaban del caluroso abrazo.

-Lady Morte es un placer volver a verla- dijo la Dama con una ligera reverencia.

-Lady Di Angelo tan hermosa como siempre- Celeste hizo una ligera inclinación de cabeza -necesito de ti y de tu estilo querida mía -.

Los ojos violetas de la mujer brillaron y una sonrisa más profesional cubrió su rostro.

-¿En que puede servirte tu humilde servidora?-.

-Lady Di Angelo...- empezó Celeste pero fue interrumpida por la mencionada.

-Solo dime Bianca querida mía, son años de conocernos como para seguir haciendo ese teatro de estirados protocolos-.

-Bianca será entonces- Celeste sonrió mucho más amable -Solo Celeste será bien para mí- la dama en cuestión suspiro y cerro para concentrarse en lo que iba a decir, por otro lado Amber estaba cada vez más y más ansiosa -.

-¿Está todos bien Celestes?- la preocupación genuina calmo la angustia de ambas damas de cabellos negros.

-Sí- Lady Morte abrió sus ojos azules con determinación de hierro -necesito tu ayuda para el guardarropas completo de mi hija y si todavía tienes contacto con Lady Silena Beauregard también necesito de ella-.

Bianca estaba boquiabierta, sus ojos violetas se dirigieron a la jovencita que estaba tratando de pasar desapercibida detrás de Celeste.

La mujer estudio la figura con ojos profesionales, la chica tenía una figura encantadora, curvas nacientes que cuando alcanzará la madurez serían la perdición de los hombres, cabello negro que caí como una cascada de risos por su fina espalda, su cara, perfectamente proporcionada, de deslumbrantes ojos verdes, adornadas con largas y rosadas pestañas, nariz de botón y labios rosas naturales, su arco de cupido ligeramente marcado, le daban un puchero natural encantador. En otras palabras la jovencita era un diamante en bruto, uno que en sus manos se transformaría en la joya más hermosa y deseada del mundo enteró.

Celeste sonreía, la mirada de pánico en el rostro de su hija y la expresión hambrienta en el de Bianca la causaban una gran diversión.

-El guardarropa de tu hija esta en mis manos querida mí- Bianca camino los pocos pasos que la separaban de Amber y envolvió uno de sus brazos con el suyo y la arrastró sutilmente hacia la trastienda - mientas me dices que materiales quieres que ocupe en dicho guardarropas estaré tomando las medidas a tan encantadora señorita-.

Amber se sonrojo profundamente, su mente estaba dividida complemente, entre el pánico, la vergüenza y la angustia.

-Perfecto Bianca- Celeste las siguió con tranquilidad, sus ojos escaneaba las prendas de ropa -quiero los mejores materiales para la ropa de Amber, el color lo puedes elegir tú-.

-Entiendo- Bianca subió a Amber a un taburete y con gentileza le quitó la túnica exterior, para ver un sencillo vestido blanco que no favorecía en nada a la jovencita -usted señorita necesita con urgencia un guardarropa que la favorezca, por qué está escusa de vestido la hace lucir como una alma en pena y no como la jovencita tan naturalmente hermosa que en realidad eres-.

Amber se sonrojo y trato de bajar la cabeza para que no vieran su vergüenza, pero Bianca se lo impidió -Bajo ninguna circunstancia bajes la cabeza, si quieres ocultar tu vergüenza o nerviosismo, inclina ligeramente la cabeza o baja la mirada pero no la cabeza-.

Celeste sonrió ante la mirada asombrada de su hija, por el apasionado discurso de la mejor modista de todo el callejón Diagon hasta la fecha.

-Recuerda que todas las mujeres, sean grandes o pequeñas, sin importar su especie, raza, origen, sexualidad o religión llevan una corona y al bajar la cabeza la dejamos caer, y el día que esa corona cae, nuestra autoestima cae con ella y cuesta mucho volver a recogerla-.

Amber escuchaba con atención, notando que Bianca había hablado con seriedad, cómo si ella hubiera vivido la caída de su autoestima y su difícil recuperación. Su vergüenza fue dejada aun lado y sus ojos verdes buscaron los azules de su ahora madre, notando que ella también estaba sería, el tema la había afectado más que a Bianca.

-Comprendo- susurro Amber y levanto la cabeza, notando dos sonrisas de mujeres marcadas por los duros golpes de la vida.

-Siempre con la cabeza en alto- sentencio Bianca con firmeza, empezó a tomar las medidas del cuerpo de Amber tarareando una melodía suave, casi como un arrullo. Una Vuelapluma de color turquesa escribía las medidas en una pergamino.

-Bianca solo te pido una pequeña cosa- dijo Celeste recordando el alma de su hija -quiero que hagas algunos conjuntos de ropa no tan más femeninas-.

-¿Quieres que haga un conjunto de ropa masculina pero que se vea bien en el cuerpo de tu hija- pregunto Bianca, guardando la cinta métrica y tomando el pergamino, estudiando las medidas.

-Si-.

-No tengo ningún problema- la mujer sonrió con alegría -será una perfecta adición a la Boutique-.

Celeste sonrió divertida, Bianca tenía una manera de ver el mundo tan única que llegaba a sorprenderla constantemente.

-Tienes las telas en que quieres la ropa Celeste querida-.

-Quiero en Algodón, Lino, Lana, Mohair, Seda, Piel y cuero-.

-Entiendo- dijo Bianca anotando todo en el pergamino -que tipo de seda, piel y de cuero-.

-Seda normal y de Acromantula, piel de Jackalope, piel de Basilisco, cuero de Tebo y piel de Dragón- Celeste tenía los ojos cerrados como si así recordara mejor.

-Perfecto, tengo todo menos la piel de Jackalope pero no creo que me cueste mucho encontrar- Bianca enrollo el pergamino, y ayudo a bajar del taburete a su nueva clienta -.

-Sabes dónde mandar todo el encargo verdad Bianca- Celeste sonrió cuando su hija se tropezó al bajar al bajar del taburete a pesar de recibir ayuda, Amber aprovecha de que ambas adultas conversaban para ponerse la capa exterior y esperar impacientemente el poder salir de la Boutique.

-En la mansión, ya lo se Celeste tranquila no se me va olvidar mujer por Merlín-.

-Bueno Bianca- la mujer de ojos azules se rio levemente -cuando veas a Silena Beauregard por favor hazle saber que necesito de ella con urgencia-.

-Todos los Viernes me junto con ella y con otras mujeres de nuestro círculo social para tomar el té y charlar sobre las noticias del último momento- Bianca las acompaño hacia la entrada de la Boutique sin dejar de hablar -este Viernes le diré que te visite para que le digas que necesitas de ella-.

-Gracias Bianca no se que haría sin ti amiga mía- Celeste beso las mejillas de una alegre ojivioleta -Te estaré esperando en la mansión para que me lleves tus obras de arte hechas ropa-.

-Será un placer- Bianca también beso las mejillas de una sonrojada Amber que solo se despidió con un ligero gesto de su mano y una sonrisa ligeramente incomoda, madre e hija se fueron y los ojos violetas de Lady Di Angelo notó que la jovencita caminaba con la cabeza erguida.

-No bajes la cabeza por favor, no dejes caer tu corona- mientras se giraba para adentrarse en su local, Bianca suplico en silencio mientras se aferraba la muñeca donde delicadas líneas manchaban su blanca piel -no seas como yo-.

Una lágrima cayó por la mejilla de Bianca, pero fue borrada con un movimiento sutil de su mano, respiro profundo y sonrió mientras giraba al oír la campanilla de la puerta.

-Bienvenidas a mi Boutique, son Bianca Di Angelo y le ayudaré a conseguir lo que necesiten-.

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