Capitulo 26

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Ambas mujeres de Cabello negro se encaminaron por la mansión, salieron del comedor y Celeste guio a su hija hacia la amplia escalera de madera que las llevaría al segundo piso. Se dirigieron a la ala Este, fueron abriendo puerta tras puerta, los ojos de Amber estudiaron su entorno con curiosidad.


-Esta es la sala de descanso que será para ti Amber- dijo Celeste abriendo una puerta doble de madera oscura, dos enormes alas negras talladas en la madera que casi se juntaban en las manijas le daban un aire majestuoso y realista que parecía que en cualquier momento una de las plumas talladas caería al suelo. Ambas mujeres entraron a la sala y Amber quedo boquiabierta.


Era una instancia amplia, su piso de madera oscura estaba cubierto con una hermosa alfombra verde y blanca, sus paredes altas de un color verde petroleó llena de arcos tallados, el techo alto justo en su centro tenia un candelabro de cristal que aportaba luz, junto a la gran ventana que estaba cubierta por una cortina blackout, con una tela traslucida de color blanco y la otra tela pesada de color verde oscuro. Una chimenea se encontraba prendida y chisporroteaba alegremente. Dos enormes libreros de robles llenos de libros se encontraban colocados a cada lado de la chimenea.


Tres sillones de color verde estaban dispersos en forma de semicírculo encima de la alfombra, una mesilla de centro estaba entre los sillones. Un escritorio con su respectivo asiento estaba en una esquina. Un piano de cola de color negro estaba colocado muy cerca de la ventana, una lámpara de lectura estaba en un rincón junto a un sofá de color negro con cojines verde, un cuadro de un hombre dormido se encontraba encima de la chimenea, cuadros y tapices de paisajes se distribuían por la pared. Una suave vellón de lana oscura se encontraba encima de uno de los sillones. Los dedos de Amber lo acaricio distraídamente mientras miraba a su alrededor.


-si quieres mi niña, puedes de decorar este lugar- dijo Celeste con una sonrisa amable.


-No, no será necesario- dijo la chica acercándose a los libros -esta perfecta así, me recuerda a  Grimmauld Place- dijo con una sonrisa llena de nostalgia.


-Entonces así se quedara-.


-Sera divertido aprender a tocar el piano- dijo Amber cambiando hacia el instrumento y toco una tecla de marfil, la nota musical revoloteo por la instancia hasta desaparecer cuando la chica soltó la tecla.


-Aprenderás, te enseñare no solo tocar piano, sino que también el violín- dijo Celeste miraba a su hija que le devolvió la mirada con curiosidad y reticencia.


-Eso seria maravilloso- dijo la chica.


-Lo será- Celeste se acercó a la chimenea -la red Flu esta conectada a la chimenea, los polvos Flu están en la caja de cristal verde que esta encima de la chimenea-.


Amber se acercó y tomo dicha caja y la abrió para ver los polvos Flu, hizo una mueca al recordar como caía sin gracia cada vez que ocupaba ese medio de transporte.


-Te enseñare a salir de la chimenea con gracia- dijo Celeste sabiendo por los gestos de su hija lo que estaba pensando.


-Apreciaría eso de sobremanera-.


-Bueno vamos a ver tu despacho ahora- dijo la mayor saliendo con paso firme, Amber la siguió con rapidez, las puertas se cerraron tan pronto la chica salió del lugar. Siguió a Celeste hasta una puerta magnifica, al igual que la de la sala era doble, también era de madera oscura y estaba tallada, la magnifica cabeza de un león estaba tallada en el centro de las puertas, su melena estaba tallada y lijada que le daba una apariencia casi real, una enredadera de madera clara lo enmarcaba de manera gloriosa. Celeste la abrió y a diferencia de la puerta esta se abrió hacia adentro en ves de hacia afuera.


Lo primero que noto Amber fue el ventanal, la pared enfrente de la puerta era un inmenso ventanal sin cortinas que le daba una iluminación magistral a la habitación, lo otro fue los dos colores que regían el lugar, el negro y el rojo, reinaban en el despacho.


Las paredes y el suelo eran de madera oscura, el suelo estaba cubierto con una alfombra roja amaranto estaba en el centro de la habitación, encima de ella se posaba el escritorio de madera oscura, sobre el estaba todo lo necesario, rollos de pergaminos, plumas, tintas, abrecartas, cera y sellos. Cofres para guardar todo. Una elegante silla de cuero rojo italiano se unía al escritorio.

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⏰ Última actualización: Aug 14 ⏰

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