Capitulo 8

2.1K 203 3
                                    

Amber no aparto la mirada, estaba incómoda, pero su insisto. Uno que jamás le había fallado, le dijo que no quitará sus ojos verdes, de los negros del Duende.

Celeste presencio con una leve inquietud, la batalla de miradas que estaba ocurriendo, luego de un para de tensos minutos. Ragnarök aparto la mirada de Amber.

-Cuentan con mi apoyo- hablo con firmeza Ragnarök -eligieron con sabiduría, y los Duendes apreciamos a los honesto y a los buenos guerreros-.

Celeste suspiro, por un segundo pensó que no iba a tener, ni ayuda ni el apoyo de los Duendes. Pero por fortuna y por la suerte de Amber la consiguieron.

-Gracias Ragnarök- la sonrisa que le dio el Duende a Celeste, la hizo sonreír.

-La joven Dama que te acompaña- hablo el gran jefe -¿Tiene nombre?-.

-Su nombre actual es…-.

-No te pregunté a ti Celeste- Ragnarök la cortó, sus ojos volvieron a capturar los de Amber.

-Mi nombre actual es Amber Selene Peverell Morte- dijo la joven manteniendo la mirada sin titubear al hablar, pero sus manos entrelazadas temblaban sin control.

-Perfecto- dijo Ragnarök -Tú nombre es tu mayor arma, los nombre jovencita, tienen poderes- sus ojos negros se volvieron cálidos, casi paternales -ocupa tu nombre, hazlo tuyo-.

-Lo haré- la voz de Amber estaba sería.

-Eso espero- el Duende anciano miro a Celeste -La jovencita es Lady Amber Selene Peverell Morte, ¿hija de..?-.

-Por ahora, solo mía- dijo Celeste ligeramente incómoda -.

-Entiendo querida- Ragnarök tomo suavemente la mano de su vieja amiga, y volvió a capturar los ojos de Amber, que estaba asombrada -En otras palabras, al parecer tendré una ahijada-.

La pobre chica bajo la mirada y cerró sus ojos, si sus oídos no le fallaban, Celeste Morte, la Muerte. La haría pasar por su hija, el gran jefe de los Duendes, que era amigo de su nueva madre iba a convertirse en su padrino, una profunda felicidad, teñida por el miedo la envolvió.

Su familia original se le arrebato antes de siquiera tener memoria, y luego, cuando creyó encontrarla con su amado padrino, se la volvieron a arrebatar. Luego de volverse un adulto, se negó a formar una familia, por miedo a fracasar otra vez. Pero eso no impidió ser una figura paterna para su pequeño Teddy.

Su pequeño Teddy, al cual jamás volvería a ver, su pequeño y alocado ahijado, adicto al chocolate, igual que sus padres. Pero si lograba hacer bien lo que Celeste quería, quizás, su pequeño cachorro de lobo, crecería con sus padres y sus abuelos.

Lo haces por él, se dijo a si misma y abrió los ojos con una firmeza. Que llamo la atención de los Duendes, los ojos de Amber brillaron de manera sobrenatural, y Ragnarök miro a su amiga con orgullo.

-Necesitamos, documentos y papeles que acrediten que Amber existe- rompió el silencio la mujer de ojos azules.

-Solo necesito tres gotas de sangre de tu hija y el mundo mágico sabrá que la familia Peverell y Morte no han desaparecido como todos creen-.

-También tengo que revisar las cuentas de la antigua y gloriosa casa de los Peverell- Celeste miro a el otro Duende, que estaba parado incómodo al costado de Ragnarök.

-Todos los documentos que necesita Lady Morte los traje conmigo- hablo con profesionalismo Ymir.

-Maravilloso-.

Mientras que Celeste leía los documentos que Ymir le había traído y le preguntaba lo que no entendía, Ragnarök sacaba de un cajón de su escritorio una daga de plata y un pergamino.

-Necesito, pequeña que te cortes el  dedo corazón de tu mano dominante y dejes caer tres gotas de tu sangre en el pergamino- pidió el Duende, dejando los objetos enfrente de la jovencita.

Tal cual se lo pidió Ragnarök, Amber lo hijo. Sin un gesto de dolor o incomodidad, ella se cortó el dedo indicado, con un poco de esfuerzo ya que tenía que manejar la daga con su mano izquierda. Luego que dejo caer la sangre, el pergamino brillo y palabras y nombres con su sangre se fueron formando.

Un nombre captó la atención de Amber, Aster, pero no alcanzo a leer nada ya que Ragnarök le quitó el pergamino.

-Bien- susurro mientras leía atentamente lo que estaba escrito con la sangre de una muy curiosa Amber -Perfecto, con esto ya puedo empezar a trabajar en tu papeleo pequeña-.

-Le agradezco lo que está haciendo por mi y por Celes… por mi madre- si Ragnarök noto sus desliz no lo menciono.

-Lo que estoy haciendo por Celeste, no es nada en comparación a lo que ella hizo por mí- Amber noto el profundo cariño en el que el Duende hablaba de su ahora madre.

-Puedo preguntar ¿cómo ustedes se conocieron?- la curiosidad estaba matando a la jovencita.

-Claro, pequeña- Ragnarök sonrió y cerró los ojos brevemente para poder recordar mejor, cuando sus ojos negros se abrieron, hablo con un tono cargado de emoción-.

Marcha atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora