Capitulo 14

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Luego que las risas se detuvieran y solo quedarán uno que otro resoplido, y la adolescente dejará de ser una remolacha, la dama mayor habló.

-Querida, no te enojes- la sonrisa de Celeste era divertida, pero un deje de dulzura maternal se dejó ver en su mirada azulina -nos referimos al lenguaje de los anillos-.

-¿Los anillos tienen un lenguaje?-.

-Al igual que las flores querida mía- hablo Ragnarök ya que su amiga se escondió detrás de sus manos para amortiguar sus risillas -los anillos describen mucho de tu personalidad y carácter dependiendo del lugar en que estén colocados-.

-Parece innecesario saber eso Heredera Peverell-Morte, pero los Duendes y algunos sangre pura son más receptivos a interactuar con las personas que llevan anillos en determinados dedos y en determinada mano- hablo Ymir al notar que la jovencita solo se confundía más.

-Duende Ymir le ruego que solo me llama por mi nombre y si eso le incómoda solo dígame señorita- Amber solicito con un ligero sonrojó en sus mejillas, nadie noto como se atraganto ligeramente cuando pidió que la llamaran señorita, o eso esperaba -Me incómoda ser llamada heredera Peverell-Morte, solo soy Amber-.

Ymir y Ragnarök sonrieron sutilmente, la jovencita enfrente de ellos mostraba lo que los duende más apreciaban, tener el poder total pero no hacer alarde de el, Amber tenía el poder de dos familias poderosas y la nación Duende en sus manos, con un chasquido de sus dedos, todos los Duendes irían al combate y arrasaría con el mundo entero si la jovencita se los pidiera.

Celeste sonrió detrás de sus manos, su hija tan densa como era, seguía atrapando a los Duendes más y más profundo en su telaraña, ella tan distante y sin saber el poder que tenía. Mostrando su humildad y gentileza, escondiendo la fiera sedienta de sangre en la piel de un delicado e indefenso conejo. El mundo mágico no sabía que su niña era la personificación del Avada Kedavra, solo una bonita luz verde que mataba sin dejar huellas.

-Como lo desee la señorita- hablo Ymir con una sonrisa.

-Muchas gracias- Amber le dio una sonrisa -podrían decirme que dicen de mi los anillos que están en mis manos-.

-Claro hija- hablo Celeste ya recuperada -los dos anillos que portan en tus manos están visibles para nosotros, cómo te dijo tu padrino puedes haber que nadie más tú lo vean, sabiendo eso. Los que dicen tus anillos de ti son dos cosas muy simple - Amber la miro con profunda curiosidad -el anillo de los Morte que descansa en tu dedo anular izquierdo dice que eres una persona creativa y con ingenio a la hora de afrontar desafíos y solucionar problemas, y el anillo Peverell que descansa en tu dedo índice izquierdo dice que eres un líder nata, que lideras por Naturaleza. Por eso alabamos la posición de los anillos-.

Amber se sorprendió, jamás pensó que la disposición de los anillos fuera tan importante en el mundo mágico y que a su vez tuviera su propio lenguaje. La pobre chica cada vez descubría más información que en su anterior vida jamás conoció.

-Llegando a nuestro hogar querida mía, te daré una clase de lenguaje- Celeste miro a su hija con gentileza -No solo las palabras transmiten intenciones, miradas, joyas, flores e incluso el lenguaje corporal transmite mensajes que con práctica podrás leer-.

-Saber leer esos signos, te pueden salvar la vida pequeña mía- hablo Ragnarök con preocupación mal disimulada.

-Tengo mucho que aprender- suspiro Amber, pero sus ojos Verdes gritaban lo deseosa que estaba de saber más.

Celeste sonrió y miro a Ragnarök con diversión.

-Amigo mío me llevaré los anillos que me corresponden como Matriarca de la familia Peverell-Morte y los anillos del Patriarca se quedarán aquí en tus manos seguras hasta que él venga a buscarlos- Ragnarök asistió y vio como su amiga y protectora colocaba en su mano izquierda los anillos que le correspondían por derecho.

-Si necesitas algo más, acude a mi no importa la hora querida- informo Ragnarök -estaré esperando cartas de ambas-.

-Estarás informado de cada paso que damos Ragnarök, cuídate y mándale saludos a tu esposa- dijo Celeste mientas se levantaba y besaba su mejilla.

-Le enviaré tus saludos, cuídate y cuídala-.

-Adiós padrino, no sabe lo mucho que agradezco lo que estás haciendo por mí- se despidió con un beso en la arrugada mejilla del duende que la vio irse con paso firme detrás de su madre, siendo escoltadas por Ymir.

-El día en que llegues a faltarnos pequeña Luna, el mundo mágico nos rogará piedad- los ojos amables de Ragnarök se oscurecieron de furia ante la mera idea que la dulce jovencita de sinceros ojos verdes que son su torpeza y dudas se había ganado un corazón que solo tenía espacio para su amada esposa Hana: la Silenciosa y Celeste: la sombría. Y ahora se había agregado en su maltrecho corazón, lleno de heridas y penas un pequeño espacio para Amber.

-Es tan pura e inocente- dijo Ragnarök con preocupación.

-Totalmente de acuerdo que mi querido Ragnarök- hablo un hombre.

-Aster en el nombre del sagrado Lord Oberón* te dicho un millar de veces que no hagas eso- el pobre Duende se sujetaba el pecho dónde su corazón desbocado se agitaba por el susto -tengo muchos motivamos ahora para vivir idiota afeminado- rugió furioso Ragnarök, al volverse para encarar al intruso este ya no estaba, los cofres estaban abiertos sin los anillos Patriarcales y solo una nota enfrente de él había como testigo de que el descerebrado enamorada de su querida Celeste estuvo presenté -Voy a matarlo aunque sea lo último que haga en esta vida, luego veré como me las arreglo con Celeste-.

El Duende con furia tomo la nota para leerla, sus ojos se agrandaron de asombro.

"Mi estimado y muy irritado amigo Ragnarök: el Sangriento.


Solicito tu ayuda. Se que no te agrado por cobarde, lo entiendo y por eso pido tu ayuda. Necesito que le digas a tus mejores joyeros que le den vida y forma al anillo más hermoso que el mundo allá visto. Y también solicitó que si mi plan sale bien seas mi padrino el día que llevé a mi amada Celeste al altar. Imploro tu ayuda y apoyo.

Con amor

Lord Aster Caleb Peverell: el Gentil."

-Quizás no te maté todavía, pero si lastimas a mi querida Celeste, no habrá tierra donde correr y lugar donde esconderse. Encontraré la manera de matar a un inmortal aunque mi alma sea el precio- Ragnarök se levantó de su silla y camino hacia la puerta de su oficina con la nota firmemente apretada en su mano -no eres tan cobarde como pensaba Aster, te concedo eso y cuentas con mi apoyo. Mi desagrado por ti no es tan importante como para poner en juego la felicidad de Celeste- salió de su oficina cerrando la puerta, perdiéndose una risa afable, llena de nervios y dicha.

*Según la mitología celta británica, el rey de los duendes y elfos responde al nombre de Lord Oberón, y se le menciona en Macbeth y demás obras del poeta inglés William Shakespeare.

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