Más allá de mí [+18]

Capítulo IVX

SAMIRA. 

Siento unas manos por mis hombros y hace que me sobresaliente cerrando el libro de un tirón. 

—Qué lees risitas? — susurra contra mi cuello haciendo que su aliento pegue contra el y me erize toda la piel. 

—Que te importa— me paro dejando el libro sobre la silla. 

—Todo de ti me importa— me tomó de la cintura apretandome a él y dejando un corto beso en mis labios. 

—Bien, cuál es el plan?— El me da una sonrisa divertida. 

—Me acompañas a andar en Skate, es que los chicos.....

—CHICOSSSSSS!!!! YA AL FONDOOOOOOO— Escuchamos los gritos de Jass gritar como loca. 

—Vamos— Me toma de la mano y bajamos rápido, los chicos ya estaban ahí mirando a Jass que estaba arriba de una mesa.

—Qué pasó? Nosotros nos tenemos que ir. 

—Sí pero hay que volver. 

—QUEEE!!! — Decimos todos a la vez, Jass acepta con la cabeza confirmando que lo que escuchamos no estaba mal. 

—Pero ¿cómo? Si falta una semana todavía— reclama Dylan. 

—Ya arreglaron el instituto, así que hay que volver, lo están hablando en el perfil del instituto, pasado mañana comenzamos las clases— nos pasa su teléfono para confirmar. 

—Ven— Naseem me tira de agarra la mano y sale corriendo conmigo. 

—A dónde vamos? — digo entre risas cuando llegamos a la calle y me guía para subir al coche. 

—A un lado— Me sube en la parte del copiloto, se sienta a mi lado poniendo el coche en marcha. 

—llegó a morir es tu culpa— Lo acusó con el dedo y él sonríe. 

—Tranquila, que las tres clases que tomé no atropelle a nadie— abro los ojos y él saca el coche del estacionamiento. 

Quisiera decir que manejaba bien y que fue un viaje super lindo, pero la verdad que no. 

Casi se lleva puesto un tacho de basura y iba manejando por la mitad de la calle o cruzándose a un lado a otro, llevaba mi corazón en la mitad de la garganta. 

—Cierra los ojos. 

—No— digo en un tono frío. 

—Por favor, a la vuelta manejas vos y ni hubiera manejado mal —Doy vuelta los ojos pero terminó aceptando. 

—Ya anoté en mi lista mental darte clase de manejos intimifo— su risa inunda el interior del auto. 

Siguió manejando como veinte minutos más y no voy a mentir de a rato tenía que abrir un poco los ojos porque frenaba como venía.