Capitulo XLV

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Samira

Jass camina a mi lado tomadas de la mano y con un helado en la otra, yo elegí de frutilla y menta y ella de chocolate y oreo, técnicamente caminamos por caminar, nunca fui de las personas que se quedaban sentadas mientras disfrutaban una papás fritas o un helado en este caso, sino es mejor caminar y disfrutar en el trayecto.

—¿Eres feliz?—  Las palabras de Jass chocaron contra mi como un balde de agua fría, no sabía qué responder porque, una parte de mi si la era, tenía un novio genial, amigos que no eran falsos y técnicamente iba a ser madre, ¿Quién no sería feliz con eso?.

Técnicamente yo, y no me mal entiendan, amo está parte de mi vida, pero hay muchas cosas que no la quisiera ahora pero sin embargo pasaron, tal vez hubiera sido más feliz si mi madre me dijeron un "te quiero" todos los días y iría a ver un partido de béisbol con mi padre aunque no me guste, o si podría comer sin escuchar esa vocecita diciéndome "eso tiene 220 calorías ¿la vas a comer?", "Recuerda que ya no te entra tu vestido favorito", pero claramente no le podía decir todo aquello así que puse una sonrisa en la cara como lo había hecho mil veces atrás y acepte con la cabeza.

—Si, últimamente estoy siendo feliz y se siente raro es como cuando comes tu comida favorita después de mucho tiempo, es raro— Volví a concentrarme en mi helado y pasar la lengua por la parte en que ya se estaba derritiendo.

— ¡No es nada raro!, Es la felicidad que sientes dentro de ti que creías apagada, cuando una persona llega a tu vida de la manera más inesperada, muchas veces te trae sentimientos que no creías existentes—Acepte con la cabeza y de la misma forma anterior puse una sonrisa.

Seguimos caminando un par de calles más hasta llegar a la casa, aunque por fuera no se veía casi la tripa, por dentro sentía que dos trenes me pasaron por arriba, mis pies me dolían un poco y cuando ví a todos tirados en el sillón me tire al lado de ellos, no pretendía jugar ni hablar de lo que sea que estén hablando solo estar ahí pero no estar a la vez.

Naseem intercambio lugares con Kenn y sin preguntarme me estrelló contra su pecho, sus brazos juntos a su perfume se volvieron mi lugar seguro desde el día que lo conocí y a veces me preguntaba cómo haría para dejarlo ir.

—¿Estás bien?.

—Un poco cansada, pero bien— me dió un beso en la cabeza y siguió hablando con todos y no sé en qué momento me quedé dormida contra su pecho.

Cuando desperté estaba en mi cama y él a mi lado, el sol aún no había salido y mi teléfono sonaba, estiré la mano para apagarlo pero fue inútil, lo agarre y apague la alarma, a veces ni yo entendía porque la tenía, pero la tenía.

—Juro que voy a desactivar esa alarma tuya—Su voz era ronca, cuando lo mire tenía apenas un ojo abierto que lo volvió a cerrar, me acerque agarrando su cara entre mis manos.

—Ambos sabemos que la vas a extrañar cariño— Le di un beso corto y sonríe.

—Ambos sabemos que no es real—Pasó sus manos por mi cintura y me empujó suavemente hasta quedarme arriba de él.

—Buenos días.

—Buenas son mis ganas de follarte.

—Culpa a tus hijos a mi no— Le di otro beso corto.

—¡No culpes a mis princesas!— Me dijo con tono de regaño cariñoso.

—Claro......., Vamos a la playa?— Di un pequeño saltito arriba de él.

—Cariño no......

—vamos no seas aburrido, y llevamos a los chicos prometo portarme bien y además ya tenemos la llave de la casa— iba a poner a quejarse así que uses la típica carta bajo de la manga, lo empecé a besar y hacer movimientos circulares con mi cadera.

Más allá de mí [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora