A medida que va creciendo, se va dando cuanta que nada es como lo imaginaba, los amigos, la familia, las risas y absolutamente nada es como la imaginaba.
Entre tanta oscuridad llega a su vida alguien que la hace sentir única, poner su mundo pata...
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SAMIRA
Corrimos y gritamos hasta que sentí que mis pulmones iban a explotar, hasta quedarme completamente sin aliento, el mundo había desaparecido por completo, pudieron ser minutos o horas lo que estuvimos corriendo, nadie existía más que yo, el, nuestros gritos, risas y el sonido de las olas.
Me dejé caer en la arena y junto a mi se tiro el, lo mire y nos empezamos a reír, él me dio la mano y yo entrelacé nuestros dedos y nos quedamos un rato viendo el cielo completamente despejado y con un sol radiante que quemaba la piel.
—¿Cómo te sientes?.
— Como si el peso que llevaba hace varios días por culpa de mis padres ya no está sobre mí — Él se pega más a mi y siento su respiración contra mi cuello y un escalofrío recorre mi cuerpo.
— Me alegra saber eso risitas, te tengo que decir algo y antes que te enojes solo no quería dejarla en visto — Dejo de mirar el cielo y me concentró es su mirada que parece asustada.
— Tu madre anoche te escribió y sin querer entre al chat porque había agarrado tu celular para continuar la historia y llegó el mensaje y le conteste, pero te juro que fue casi que no me di cuenta Sam— Abro mis ojos y alejo mi mano de la de él. —Lo siento risitas de verdad, yo... No quería..... no quería chusmear los mensajes ni nada pero así pasó.
Me siento en la arena y mirándolo seriamente, se sienta alado mio.
— Sam hablame de verdad que lo siento, es que... — lo miro seriamente y deja de hablar.
— Nassem. Me parece una falta de respeto que le hayas contestado — Él frunce el ceño.
— Pero no estás enojada? — negó con la cabeza y el ya está confundido.
— Yo vivo ignorándola osea, ya estoy cansada de ella, de mi padre, de papeles y de todo así que ya simplemente la ignoró —Él pasa un brazo por mi abdomen y me tira a la arena haciéndome cosquillas.
— Ya basta —Digo entre risas y el para.
— No se juega así risitas— protesta.
—Y no se leen historias ajenas — Le sacó la lengua y se rió.
—La historia está demasiado buena, hay que admitirlo —Río y vuelvo a mirarlo.
— Desde aquella noche cuando volvíamos de patinar no te veo fumar— el mira al cielo y suspira.
— Es que no fumó completamente como normalmente la gente lo hace, sino para sacarme el estrés o cuando estoy algo cansado o simplemente por que me apetece, como aquel día— aceptó con la cabeza y me levanto.
— ¿Vamos? Los chicos deben de estar preguntándose dónde estábamos y me quiero ahorrar la charla intensa con Jass, hace muchas preguntas — él acepta y empezamos a caminar por la playa.