CAPÍTULO 13

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1 mes después

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1 mes después

La lengua de Lisa se movía determinadamente, rodeando y sorbiendo todo a su paso hasta que el gemido de Jennie la obligó a detenerse.

La coreana empezó a saltar de un pie al haber chocado su dedo pequeño contra el mueble. Lisa se levantó y dejó el chupetin a un lado para auxiliarla.

Ambas se habían hecho cercanas con el paso de los días, no de una manera muy cercana como para llamarse amigas, pero se llevaban bien la gran mayoría del tiempo.

— Pásame un espejo —Lloriqueó Jennie, haciéndole fruncir el ceño a la tailandesa al no entender porqué se lo pedía— ¡Ya!

— Ay. Esta bien. —Ignoró las lágrimas de dolor de su contraria y dio media vuelta, corriendo hacia el baño personal y sacando el espejo de mano de los cajones que estaban debajo del lavadero.

— ¡¿Ya?!

— ¡Espérate!

Al ya tener el objeto, su mirada se chocó con la suya a través del espejo. Suspiro. Hoy se suponía que iría junto a Rosé a la montaña de frambuesas a hacer otro de sus picnics, pero como ya era costumbre, cancelo.

¿El motivó? Ya saben. Hyeri. Siempre era ella.

Se sentía reemplazada, pero no la iba a culpar. Estaba enamorada e iba a dejarla vivir su vida. No iba a estar siempre a su lado y ya debía aceptarlo.

— Aquí tienes. —Al volver le extendió el espejo de mano, haciendo que la mirara y lo tomara— ¿Qué crees qué haces? —Le pregunto de forma incrédula. Jennie se estaba mirando al espejo mientras hacía, a su parecer, muecas extrañas.

— Quiero ver si me veo bien cuando lloro —Reveló como si nada, limpiándose el húmedo camino que una de sus lágrimas había elaborado hace un momento.

Lisa reviró los ojos. Dio media vuelta y fue a por su mochila. Ya eran las seis y tenía que llegar a casa a terminar algunas cosas pendientes.

— ¿Ya te vas? —Jennie dejó el espejo de mano a un lado, observando cómo la tailandesa pasaba por su lado en dirección a la puerta.

— Si. —Cogió el pomo, pero antes de que girara su muñeca la voz de Jennie la detuvo.

— Es viernes. ¿No te quieres quedar a dormir?

La mirada de ambas se cruzaron. Lisa pensó en un posible si, ya que sus cosas pendientes eran ver si Rosé o Hyeri habían subido algo juntas a sus redes. Si. Era muy insano, pero poco se podía esperar de una adolescente de dieciséis años. Estaba celosa y no podía reprimirlo.

ENTRE BROMA Y BROMA | CHAELISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora