CAPÍTULO 37

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Rosé se miró al espejo más de diez veces en lo que esperaba a que el carro de Jisoo la llegara a recoger

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Rosé se miró al espejo más de diez veces en lo que esperaba a que el carro de Jisoo la llegara a recoger.

Observó su delineado y por una pequeña diferencia entre uno con el otro, decidió hacerlo otra vez.

Estaba por agarrar un hisopo, pero antes de que lo buscara el claxon se escuchó desde al frente de la casa. Salió para confirmar de quién se trataba.

Ahí estaba Jennie saliendo del auto junto a Lisa. El no ver a Chesir la calmó. Había estado gran parte de la tarde pensado en cómo sería su trato con la pelinegra. A lo mejor pasó algo y no podría ir.

— Gracias. —Dijo en voz baja, como si un todopoderoso hubiera sido causante de su ausencia.

Al escuchar otro claxon, se dio media vuelta y buscó su pequeño bolso. Agarró un abrigo y salió lo antes posible.

— Uy. ¿A dónde va tan arreglada? —La voz de su padre la detuvo en mitad de las escaleras.

— Es el cumpleaños de Lisa y... —Cierto. Ellos no sabían que iría a una discoteca. Es más, nunca había ido a una discoteca. Se relamió los labios y pensó— Jennie hará una pequeña fiesta con invitados en su casa.

— ¿Jennie? —Taeyang se puso dudoso, provocando que su hija sudara frío— ¿No te caía mal aquella chica?

— Ah... —Piensa Rosé, piensa—. Es el cumpleaños de Lisa. Y Jennie es su amiga así que no puedo prohibirle nada o algo así.

— Oh. Ya veo. Que genial que sean lo suficientemente maduras para separar sus problemas por Lisa. Eso dice mucho de ella —Refiriéndose a la tailandesa.

— Eh. Sí... Mm. Ya me tengo que ir, pá. Nos vemos —Alzó el brazo e hizo una seña de despedida. Al momento que le devolvió el gesto no tardó en seguir su cometido en salir corriendo de la casa.

Al momento que cogió el pomo, un escalofrío recorrió toda su espinal dorsal al escuchar la voz de su madre.

— Le mandas saludos a Lisa de mi parte —Yurina se había asomado por el marco de la puerta que conectaba la cocina con el pasillo. Cuando tuvo los ojos de su hija prosiguió— Y cuídate. No te portes mal.

— Si, má. ¡Nos vemos!

Lisa tenía los ojos en su celular. Jennie le había puesto la página de la discoteca para que le diera un vistazo y por lo que vio, era bastante reconocida. Incluso hubo presentaciones exclusivas de artistas latinos que ahora mismo estaban en su peak.

Al escuchar la puerta de la casa de los Park abrirse, alzó la cabeza y casi se le cae la quijada al suelo.

Había visto a Rosé arreglada en incontables ocasiones, pero hoy se veía muy diferente. Su corazón no dejaba de latir y sus ojos no podían despegarse de tremenda mujer que estaba acercándose.

ENTRE BROMA Y BROMA | CHAELISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora