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seven.

07. | Que se jodan los demás tributos, los vestidos son el enemigo

—No hay manera en el infierno de que lleve un vestido —Vixen gruñe mientras ella, Flint y el resto de los representantes del Distrito Nueve se sientan a la mesa. Lyra deja escapar un suspiro mientras deja el tenedor y esconde la cara entre las manos. Vixen podía jurar que podía oír llorar a la escolta, pero sabía que no lo estaba. Ella estaba haciendo un acto para que Vixen se rompiera y aceptara usar la cosa fea—. No.

—Vixen, cariño. Es tu último día en el Capitolio. Tú y Flint han demostrado su valía con el entrenamiento y ambos han recibido puntuaciones gloriosas. Quiero decir, ¿un diez y un ocho? ¡Esa es la puntuación más alta que hemos visto desde los Juegos de Jade! —Lyra exclama y Vixen deja escapar un suspiro, recordando el ataque que Lyra lanzó cuando descubrió que Vixen casi mata a un instructor. Pero la mujer se calmó un poco al enterarse de que había recibido un diez por su puntuación—. ¡Necesitas ponerte un vestido, cariño! ¡Es apropiado y te verás hermosa!

—No voy a usar un maldito vestido —Vixen repite y Lyra golpea su cabeza contra la mesa y Vixen salta un poco. No tenía idea de que estaba rompiendo a su escolta, y podía apostar que después de estos juegos, Lyra se retiraría. Lyra deja escapar un gemido antes de levantar la cabeza y mirar hacia Flint.

—Por favor, dime que usarás tu traje, Flint —Lyra suplica y el chico asiente con la cabeza—. Gracias a Dios. Un tributo que realmente hace lo que le dicen.

—Vixen, ya he diseñado tu vestido. Lo vas a usar y eso es definitivo —Calissa dice y Vixen deja escapar un gemido molesto mientras se desploma en su asiento. Calissa le lanza una sonrisa, antes de tomar un sorbo de su bebida. Pero cuando el vaso está lejos de sus labios, vuelve a encontrarse con los ojos de la tributo—. Saldremos en breve para prepararnos. Así que arregla esta pequeña actitud tuya, o vamos a tener problemas.

***

—Que se jodan los demás tributos, los vestidos son el enemigo —Vixen dice mientras camina junto a Calissa hacia el escenario. Calissa suelta una risita mientras mira a su tributo y niega con la cabeza.

—Te ves impecable, cariño —Calissa le dice mientras mira por encima del vestido que llevaba la chica. Era de un color dorado, a juego con el color del grano. Había puntadas que se parecían al puerto exterior del Distrito, así como un cinturón dorado con docenas de pequeñas joyas. Su vestido era de estilo sirena, que se ajustaba perfectamente a su cuerpo—. Ahora, trata de no tropezarte con tu falda y te encontrarán.

—Es más fácil decirlo que hacerlo, Cal —Vixen le dice a ella y Calissa se ríe mientras sus ojos se posan en los otros tributos—. No me digas que tengo que esperar con estos perdedores.

—Vixen. Actúa según tu edad —Calissa la regaña.

—Lo hago. Estoy actuando como una chica de dieciséis años que no quiere ser arrojada a una arena, donde la gente quiere matarla —Vixen le responde y Calissa resopla. Se detiene y se vuelve hacia la chica de frente.

—Solo ve al lado de ellos y no digas nada que pueda hacer que te maten —Calissa le dice, antes de alejarse. Vixen pone los ojos en blanco, antes de caminar hacia Flint. Patea la falda del vestido para apartarla de sus pies y casi se cae una o dos veces; lo que no permitiría que sucediera frente a veintitrés idiotas.

Ella cruza los brazos frente a su pecho y mira la pantalla de televisión sobre la entrada del escenario. Vio como Caesar Flickerman hizo su aparición y comenzó a charlar con la audiencia, ganándose risas y aplausos. Ella pone los ojos en blanco y Flint se ríe detrás de ella y mira hacia los Profesionales. Observando cómo suben al escenario uno por uno.

No creía que pudiera odiarlos más de lo que ya lo hacía, y cuando subieron al escenario, descubrió que podía. Se presentaron como duros e intimidantes y funcionó en la mayoría de los tributos, pero no sacudieron a Vixen. Ella miró la pantalla, esperando que pudieran sentirla desde su pequeño asiento.

No pasa mucho tiempo para que el Distrito Siete esté en el escenario, luego el Ocho. Así que cuando el guardia se acercó a ella y la condujo hacia el escenario, ella trató de no siisearle. En cambio, ella le dio una mirada, antes de soltarse de su agarre. Ella sube al escenario y mira al hombre de cabello verde, esperando a que él la anuncie.

—La conversación de este año en el Capitolio es de una joven del Distrito Nueve. ¡Un aplauso para Vixen Rivers! —Caesar grita y ella sale al escenario. Ella le da una sonrisa forzada, antes de que él tome su mano entre las suyas y le dé un beso en el dorso de la mano, antes de que ambos se sienten—. ¿Qué te parece el Capitolio hasta ahora, Vixen?

—Está bien —Vixen responde—. No es mi tipo de escena.

—Déjame adivinar, ¿los colores son demasiado extravagantes para tu gusto? —Le pregunta y la multitud se ríe—. Podemos dar esa impresión.

—Me gustan los colores neutros. Todo este color brillante me cegará y no podré dar lo mejor de mí mañana —Ella dice y Caesar asiente con la cabeza.

—Sí. ¿Tienes algún plan para los juegos? —Le pregunta él.

—Lo tengo, pero es un secreto. Realmente no puedo anunciar lo que voy a hacer en la televisión en vivo, donde mis compañeros tributos pueden saber lo que tengo reservado para ellos —Vixen responde y Caesar se ríe.

—Ahora me ha llamado la atención que tu familia ha pasado por esta terrible experiencia, ¿estoy en lo cierto? —Caesar le pregunta y su rostro se pone serio. Ella lo mira, antes de asentir con la cabeza.

—Sí, lo ha hecho. Sus nombres eran Emilia, Hunter y Hope —Vixen responde y la audiencia profiere ruidos de simpatía—. Pero no se preocupen, serán vengados. Pueden contar con eso.

—Apuesto a que podemos —Caesar dice, antes de tomar su mano entre las suyas y ponerla de pie—. ¡Vixen Rivers del Distrito Nueve!