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thirty-seven.

37. | se acercan katniss

—Esta noche, recibimos informes de trenes descarrilados, de graneros incendiados y de un salvaje ataque a la presa hidroeléctrica en el Distrito Cinco —Peeta dice además de Vixen. Los dos estaban vestidos con sus atuendos habituales para las entrevistas que tuvieron con Caesar. La última entrevista fue solo de Vixen, y desde esa, se veía diez veces peor. Ni siquiera estaban tratando de ocultar los moretones en su rostro y cuerpo—. Estamos suplicando mesura y decoro. ¿Katniss? ¿Katniss estás ahí?

Vixen mira a Peeta, justo cuando la transmisión se interrumpía a través de su entrevista. Vieron cómo las imágenes de Katniss y un área destruida inundaron las pantallas a su alrededor. Peeta inmediatamente tomó la mano de Vixen, apretándola tan fuerte como pudo. Ella lo mira, antes de mirar a la cámara.

—¿Katniss? —Peeta pregunta de nuevo.

—Peeta, por favor continúa —Le dice Caesar—. Vixen y tú nos estaban contando sobre estos ataques salvajes.

—Sí —Él responde—. El ataque a la presa fue un acto de destrucción cruel e inhumano...

—¿Donde el hombre muerto pidió a su amor huir con él?

Peeta se empuja hacia adelante en el sofá de dos plazas que estaban compartiendo, para poder acercarse a la cámara. —Piénsalo. ¿Cómo terminará esto? ¿Qué quedará? Nadie puede sobrevivir a esto. Nadie está a salvo ahora. Ni aquí en el Capitolio. Ni en ninguno de los Distritos —Peeta se toma un segundo para encontrar los ojos de Vixen y ella le da un leve asentimiento—. Se acercan, Katniss. Van a matar a todos. En el Distrito Trece estarán muertos para mañana.

Peeta y Vixen fueron agarrados por agentes de la paz que estaban al margen. Vixen golpea con el puño uno de sus rostros y ellos retrocedieron. Dos miembros del personal de los agentes de la paz se acercan a ella y la agarran. Pero ella sigue luchando. Ella mira mientras agarran a Peeta. Ella les grita, justo cuando presionan una jeringa en su garganta. Ella echa la cabeza hacia atrás, chocando con uno de los cascos azules. Se apresura a cruzar el set y se dirige hacia Peeta. Pero justo cuando se arrodilló junto a él, pudo sentir una jeringa presionando en su garganta. Dejando escapar un grito ahogado, se derrumba junto a Peeta.

Los dos se miraron el uno al otro y ella vio como Peeta quedaba inconsciente primero. Unos segundos después, ella se desmayó.

***

—Bombardeamos el Distrito Trece, Vixen —El hombre le dice mientras está atada a una silla—. Debes saber que después de tu entrevista con el Sr. Mellark, iríamos a por ellos. Iríamos a por los que te importan. Todos deberían estar muertos, y es por ti y por el Sr. Mellark.

—No —Vixen chasquea.

—Sí —El hombre le dice mientras le mete la jeringa en el brazo. Ella no podía sentirlo. Ella ni siquiera se inmutó. Estaba tan acostumbrada a no sentir ningún dolor. Ya no sentía mucho, no desde que el Capitolio comenzó a torturarla por deporte—. Todo el Distrito Trece está muerto, y es por ti y el Sr. Mellark.

—No, no es culpa nuestra —Vixen gruñe mientras lo mira—. Es por ti y por tu maldito hogar. Al Capitolio no le gusta ser eclipsado. La razón por la que ustedes, idiotas, nos están torturando, es porque no tienen nada más que hacer. Nada mejor que hacer que vernos gritar de dolor. Así que adelante. Haz lo que quieras conmigo. Inunda mi torrente sanguíneo con veneno de rastrevíspulas. Haz que esos malditos charlajos griten en mis oídos. Haz lo peor. Porque no serás capaz de lastimarme tanto como cuando estaba en esa maldita arena.