BLOOD SPORT ━━ finnick odair ✓

fifty.

50. | despiadada. cruel

Los sueños de Vixen esa noche contenían todas las peores partes de su vida. Todo lo que le había sucedido llegó precipitadamente como una poderosa tormenta, que nada podría domar jamás. Se dio la vuelta en sueños tantas veces, que Peeta y Gale se volvieron para mirarla. Peeta era el que estaba más preocupado por la vencedora, sabiendo lo mucho que Finnick significaba para ella. Cómo él era su ancla y que nadie podría ocupar su lugar. Que tenía un agujero del tamaño de un gran cráter en su corazón, que nunca podría volver a llenarse.

En algún momento de la noche, Vixen decidió que nunca dormiría profundamente. Así que se sentó y apretó la espalda contra la pared. La vencedora podía sentir los ojos de Peeta y Gale sobre ella, y supuso que Gale se preguntaba qué estaba pensando. Pero podía imaginarse muy bien que Peeta le había explicado muchas cosas sobre lo que hacía que Vixen fuera la persona que era. Y la muerte de sus seres queridos fue un factor clave.

Vixen sostuvo su katana en sus manos, la hoja descansando en el suelo. Sus ojos miraban hacia la nada mientras trataba de despejar todos los pensamientos de su mente. Sabía que si iba a salir viva de esta guerra sin la única persona que más necesitaba, tendría que volver a ser quien alguna vez fue.

La joven de veinte años participó en sus primeros Juegos a la temprana edad de diecisiete años. Una niña de su edad nunca debería haber tenido tanta responsabilidad como la había tenido a esa edad. Se suponía que debía crecer y hacer lo que hacían los niños normales, pero no podía. No se le permitió tener una vida normal bajo el gobierno del presidente Snow. Hizo de la vida un infierno viviente. Lanzar algo como los Juegos del Hambre fue solo la guinda venenosa del pastel amargo.

Vixen sabía que iba a tener que volver a ser quien era en sus primeros Juegos. Despiadada. Cruel. Capaz de matar a cualquiera y cualquier cosa que se interpusiera en su camino hacia la supervivencia. Ya no le importaba nada. No podía. Porque si Vixen se permitiera preocuparse, todo lo que sentiría sería dolor. Y sabía que estaba a un colapso emocional de romperse por completo.