thirty-four.

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34. | perdería mi maldita cabeza

 | perdería mi maldita cabeza

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Ella lloró hasta quedarse dormida esa noche. Solo durmió alrededor de tres horas, pero estaba feliz de que finalmente se durmió por una vez. O estuvo despierta durante tres días seguidos o estaba inconsciente. Así que dormir fue algo que le sorprendió. Fue una bendición. Algo que ella extrañaba tanto. Dormir hasta el mediodía en una cama agradable y cálida. Pero en lugar de esa cama, era un piso de concreto helado. Algo con lo que no podía sentirse completamente cómoda.

Al mirar hacia arriba, pudo ver que Peeta se estaba moviendo en su lugar. Apoya la cabeza contra la pared, antes de mirar a Peeta. Podía ver que había una docena de hematomas recientes en su piel y quería matar a toda la Capital. Quería tener su katana en la mano y cortarla en todos y cada uno de los médicos que se vieron obligados a torturarlos. Golpea su nudillo bueno contra las barras de metal, llamando la atención de Peeta. El chico rubio la mira, y su rostro estaba tan magullado como el suyo.

Ella inhala profundamente, antes de deslizar su mano dentro de la celda, ofreciéndola a Peeta. El chico se desliza hacia ella y apoya la cabeza contra los barrotes. Ella apoya la cabeza contra la de él y cierra los ojos. Podía oírlo respirar y no era normal. Su respiración había llegado al punto en que lo hicieron Johanna y Vixen. Su respiración ya no era tranquila. Con lo en carne viva que estaban sus gargantas por todos los gritos, se podía escuchar una respiración ronca. Algo que sonaba más a animal que a humano.

—Te escuché gritar mi nombre... —Vixen le susurra. Peeta levanta la cabeza y la mira. Los dos se miran fijamente y él deja escapar un pequeño suspiro—. Está bien, Peeta. Estoy segura de que te he gritado por ti o Johanna en lugar de Finnick una vez.

—Lo hiciste —Peeta asiente—. Has gritado nuestros nombres una o dos veces.

—Lo más probable es que intente despistar a los médicos —afirma Vixen—. O usarlo como una inútil llamada de ayuda.

—Probablemente yo también estaba haciendo eso, Vix —Le dice Peeta. Los dos miran al frente, sus ojos en la durmiente Johanna—. Parece que Johanna finalmente durmió un poco. Y vi que tú también. ¿Cuánto tiempo dormiste?

Vixen se encoge de hombros. —Tal vez tres horas. Nada más.

—Debe haber sido agradable —Peeta le responde.

—No, no lo fue —Vixen responde—. Todo lo que vi... fue la muerte. Solía ​​tener el control de mis pesadillas. No había tenido ninguna tan vívida como hace unos minutos. Me vi a mí misma matando las Profesionales de mis Juegos. Pero no desde mi punto de vista, sino desde el tributo. Recuerdo haber amenazado al chico del Distrito Dos. Diciendo cómo su hermano pequeño iba a pagar por ello. Un chico que estaba en tus Juegos.

—Cato —Peeta susurra.

Vixen asiente. —No recuerdo cómo supe de su hermano pequeño. Creo que me dijo que si no lograba salir de los Juegos, su hermano iba a acabar con lo que quedaba de mi familia. Pudo haber sido eso. Siento que fue eso. Pero... simplemente no lo recuerdo.

—Recuerdo mis Juegos —Afirma Peeta—. Fui pintado como una roca en buena parte, con un gran corte de una espada, que Cato me dio.

—Entonces Katniss te encontró —Vixen dice y Peeta asiente—. Ella te salvó la vida.

—Nos salvamos el uno al otro —Le dice Peeta.

—Peeta... Hay algo que tengo que decirte, que ya le hice prometer a Johanna —Vixen le dice y él asiente con la cabeza—. Cuando vengan a salvarnos, y si estoy en una de las cámaras de tortura... Déjenme atrás. Diles que se vayan. Que salvarme pondría en peligro la vida de ti y de Johanna. Que no valgo la pena salvarme, si fuera a arriesgar la vida de ustedes dos.

—Vixen, ¿qué hay de Finnick? —Le dice Peeta.

Ella niega con la cabeza. —Él sabrá por qué lo hice. Que puse sus vidas por delante de la mía.

—¿Johanna te dijo que él querrá venir a por ti? —Peeta le pregunta y ella asiente con la cabeza—. Él no va a renunciar, hasta que estés a salvo en sus brazos. Él va a quemar todo el Capitolio, sólo para llegar a ti. Nunca se daría por vencido contigo.

—Entonces tú y Johanna tendrán que decírselo —Vixen le dice mientras mira hacia él—. Porque si él viene a por mí y muere... Va a ser mi culpa. Porque yo fui a quien él venía a buscar. Él habría muerto, solo para salvarme. Y no puedo permitirme eso.

—Él moriría, porque te ama —Peeta dice eso.

—Y yo no podría sobrevivir si Finnick estuviera muerto —Vixen le responde. Peeta la miró y pudo ver que una lágrima se le había escapado de los ojos—. Finnick, siempre estuvo ahí para mí. Él estaba allí para recoger los pedazos que quedaron de mí. Cuando caí al suelo, él estaba allí para levantarme. Decirme que todo iba a mejorar. Pero... si está muerto, no podría continuar con mi vida. Lo necesito. O no soy nada.

—Eso no es cierto —Peeta le dice y ella niega con la cabeza.

—Él es mi ancla —Vixen dice con un pequeño encogimiento de hombros—. Y si él se hubiera ido, perdería mi maldita cabeza.

BLOOD SPORT ━━ finnick odair ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora