Punto de Quiebre Pt. 3

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En el patio trasero se encontraba un ataúd de madera sobre una pila de maderas y frente a él estaba Wen Ning y la señora Xian, estaban quemando algo de papel moneda ambos vestidos con sus blancas ropas de luto, era fácil de adivinar lo que estaba sucediendo.

Se estaban realizando los rituales funerarios para despedir de la mejor manera al cuerpo de Wen Qing.

Mediante el panorama que le brindaba la ventana pudo observar al emperador acercándose también iba vestido con blancas ropas luctuosas, XingChen decidió salir también para acompañar a los presentes, cambió sus túnicas exteriores y abandonó la habitación.

Al llegar, se dio cuenta de que la ceremonia fue prácticamente privada para ellos tres (ahora cuatro), pues en el lugar sólo estaban ellos, se acercó al pequeño y le dio unas palmaditas en sus hombros para hacerle saber que no estaba solo es esta desalentadora mañana, A-Ning dio la vuelta y abrazo a XingChen, está vez no lloró, solo necesitaba el apoyo y cariño por parte del mayor, el joven Xiao solo acariciaba la castaña cabellera del menor.

Finalmente el cuerpo fue incinerado, las llamaradas cada vez se elevaban más, haciéndose más fuertes, se movían al compás con la suave brisa que soplaba al medio día, el sonido de la madera ardiendo era un tanto desalentador para todos, esperaron hasta que el fuego consumiera todo, así fue, no quedó nada más que grises cenizas, A-Ning no se soltaba del cuerpo de XingChen y a él no le molestaba, sabía perfectamente como era aquella sensación de perder a un ser querido, lo único que cambiaba era la forma de despedir al cuerpo, él estaba acostumbrado a ver como enterraban a los difuntos en los campos, sin embargo, en la zona central, al no tener gran espacio, optaban mejor por incinerarlos.

Las cenizas fueron vertidas en una urna y estas fueron guardadas en el salón fúnebre dentro del palacio junto con su pila conmemorativa. Se prendieron dos varitas de incienso y esperaron hasta que se consumieran por completo.

El rey fue el primero en salir tratando de no dirigir la mirada a nadie, un momento después salió la señora Xian para seguir con sus tareas como ama de llaves. El joven y el pequeño se quedaron juntos un rato más, hasta que el sueño de haber dormido casi nada venció a Wen Ning, XingChen lo cargó y lo llevó a la cabaña cerca de los terrenos de cultivo donde habitaba, lo recostó en su cama, quitó las botas y túnicas exteriores para que descansara mejor.

Se quedó un rato para velar por su sueño.

*

Xue Yang fue camino a la habitación de Jin GuangYao después de cambiar sus ropas por unas que normalmente usaba, al llegar los dos ministros se encontraban platicando de forma trivial en el patio.

El rey se sentó a lado de ellos para comenzar con su improvisada junta.

Ambos ministros se quedaron en silencio apenas el emperador llegó, no se veía para nada bien, su apariencia reflejaba cansancio, desconcierto y tristeza.

—Su majestad... — llamó GuangYao en apenas un hilo de voz.

Solo hubo un largo silencio como respuesta, su mirada se mantenía fija en un punto a la nada.

—Su majestad... —volvió a llamar —¿Se encuentra bien?

Naturalmente Xue Yang salió de sus pensamientos para poner más atención al exterior.

—Estoy bien — finalmente respondió.

—No lo parece — dijo Nie MingJue —Deberíamos dejar esto para otro momento, luce agotado.

—No es necesario — se precipitó a decir —La carta no la escribió el señor del Sur, me lo dijo Xiao XingChen.

—¿Y usted le cree? — cuestionó.

—Quiero hacerlo... — posó sus manos en su frente recargando los codos en la mesa.

Los dos ministros se miraron extrañados, el emperador era conocido por su cruel carácter y por cometer actos inhumanos por puro placer, casi nadie que entrará al palacio para ser juzgado salía con vida, un hombre frío y lleno de rencor, la única vez que se le vio benevolente con alguien, fue con aquella mujer que salvó a su hermano ya hace unos años, pero ahora, qué era lo que mantenía la mente del emperador en ese estado tan lamentable, viéndose ahora como un desafortunado amante quien había perdido a la mujer de su vida, ¿dónde quedó aquel imponente rey?

Jin GuangYao le dio unas palmadas en su hombro —Su majestad, debería de arreglar las cosas con él primero.

El rostro de MingJue se deformó en una mueca de confusión —¿Arreglar las cosas con quién?, ¿el cadáver?

El más bajo rodó los ojos con total decepción —No baboso, con su sirviente.

—¿Pará qué quisiera su majestad hablar con él? — tomó uno de los bollos que estaban en la charola y se lo llevó a la boca.

Jin GuangYao crispó una ceja, en realidad este tipo de hombres que usaban más su fuerza bruta que el cerebro eran unos completos imbéciles, inútiles e incapaces de entender una situación bastante obvia, afortunadamente, él estaba aquí presente para resolver la estupidez de su amigo, llenó lentamente sus pulmones de aire y exhalar también para relajarse un poco y no terminarlo matando.

—Verás hermano, el emperador tiene un gusto especial por Xiao XingChen, pero éste aún es joven, por lo que está confundido... — explicaba haciendo señales con las manos para que fuera más (aún más) fácil de entender —Por lo que surgieron algunos problemas, ¿me explico?

—No.

Xue Yang escuchaba todo con atención, al principio no tenía ánimos de nada, sólo quería encontrar una manera para que su Daozhang no se fuera, pero ya no lo creía posible, lo estaba perdiendo. Pero la conversación de este par de tontos lo estaban comenzando a irritar.

—El emperador tiene un interés con su sirviente pa... — fue interrumpido por Nie MingJue.

—Un interés como... ¿Interrogarlo, usarlo como cebo para descubrir qué trama el Señor del Sur? Si es otra cosa no lo entiendo.

Jin GuangYao se levantó y golpeó sus manos contra la mesa haciendo saltar a los bollos sobrantes y al té.

—¡Xue ChengMei es un manga cortada y se quiere quedar con Xiao XingChen para convertirlo en su consorte, pero al parecer, el sirviente está enamorado del señor del sur! ¿A caso es muy difícil de entender?

MingJue alzó las cejas —¿Me estas diciendo que el emperador se enamoró de un hombre?

—¡Hasta que lo entiendes! No puede ser... Oye cómo te atreves a hablar despectivamente del rey cuando tú te enamoraste de uno de los hijos de la familia Jiang, no digas estupideces.

—¡Tú! Recuerda que a ti te gustaba el señor del Este, hasta que se casó con ese joven maestro Jiang.

—No tienes por qué sacar a relucir cosas del pasado — habló indignado.

—Te recuerdo A-Yao que fuiste tú el que comenzó con esta discusión sin sentido.

Unas delgadas venas resaltaron en la frente de Xue Yang, así que se levantó y volcó la mesa rompiendo el elegante juego de té y ensuciando los blancos y suaves bollos, estaba en el límite de su paciencia, ¿cómo estos dos se habían atrevido a hablar de él en su presencia, a caso no valoraban sus lenguas?

—Jin GuangYao, termina de una vez con todo lo relacionado con el banquete, Nie MingJue, encierra a Su She y al Noble Chou — ordenó furioso.

—Cómo lo ordene su majestad — ambos respondieron al unísono y reverenciaron al rey.

Xue Yang salió del lugar un tanto molesto, se retiraba a sus aposentos para descansar un poco.

Al ir entrando al palacio se encontró con la persona a la que justamente necesitaba quería ver en estos momentos.

—XingChen... — llamó.

—Su majestad — le dedicó una reverencia y se dio la vuelta.

—Necesitamos hablar — dijo sin más.

XingChen volteo a verlo y asintió, era mejor hablar tranquilos y tener todo en claro, para que a la hora de su partida ya no existieran malos entendidos.

El Favor del Emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora