Sus rápidos y torpes pasos atravesaron los largos pasillos del jardín, su pecho dolía, un fuego ardiente le quemaba los rojizos y cristalinos ojos, todas sus extremidades temblaban y su errática respiración amenazaba con cortarse y dejar salir lastimero gemidos. Sin poner atención a dónde iba, se encontró de frente con aquella puerta de vieja madera, la pequeña cabaña donde se quedaba antes de dormir con el emperador, la pequeña casita que algún día le brindó refugio después de vagar días enteros.
El lugar dónde comenzó todo.
Recargó sus blancas palmas en la puerta y empujó con suavidad, un leve chirrido logró oírse en el silencio.
El lugar estaba vacío, sus cosas ya no estaban ahí, lo único presente era la mesita de noche y una vieja silla, se acercó a ella y tomó asiento, dejándose caer por completo relajando todo su cuerpo, finalmente en ese estado, sabiendo que estaba solo y nadie podría escucharlo, dejó caer las livianas y calientes lágrimas, mojando sus mejillas y dejándolas rodar hasta su cuello, humedeciendo sus túnicas, su quebrada voz corrió por su garganta tratando de ahogarla, fue en vano, sus labios se abrieron y el lastimero jadeo salió.
«¿A caso hice algo mal?, ¿A caso solo me usó?».
«Al final soy simplemente un cultivador errante, no estoy a su nivel».
«Sabía desde el principio que era un juguete, pero, ¿por qué duele tanto?».
«Lo que sentía por él era sincero, tenía miedo, estaba confundido, ¡lo siento, perdóname por ser tan inseguro!».
«¡A-Yang, tengo finalmente mi respuesta!».
"¿Te gusta él?"
«¡No, no me gusta, tú me gustas, dijiste que no aceptarías a nadie más que no fuera yo!».
«¿Fue una broma, una burla?».
Llevó sus delgadas manos a su cara, limpiando inútilmente las lágrimas que caían, su cansada mente daba vueltas hasta el punto de sentir náuseas, suavemente se deslizó de la silla al suelo y decidió quedarse así, recostado y esperando con la falsa ilusión de que él entrará por esa puerta y lo abrazara, no sucedió, ese escenario imaginario era realmente bueno, tanto que dolía que no lo fuera, nadie iba a ayudarlo, como siempre durante toda su vida, ya estaba acostumbrado, solo que hoy, después de tanto tiempo, había conseguido llegar a su límite.
*
Dentro del salón principal, Xue Yang se encontraba fastidiado, quería mandar todo a la mierda, quizá estaba arrepentido de varias cosas.
Mantenía su elegante porte inmutable, pero su interior ardía con rabia.
Había prometido a Xiao XingChen su libertad absoluta después de ese día, no lo obligaría a nada, quería poner la felicidad de su pequeño sirviente encima de la suya, no importaba cuanto le lastimara.
Pero en este momento quería encerrarlo en su habitación, apartarlo de la vista de todos, sólo le pertenecía a él, sólo él tenía derecho de mirarlo, tocarlo y poseerlo, nadie más. Mataría a todo aquel que lo intentara.
Tenía que respirar, no podía perder la compostura ahora.
Se odiaba así mismo en este momento, ¿por qué le había dicho tales palabras a su Daozhang?
La gota que derramó el vaso, fue ver a Song ZiChen salir detrás de XingChen.
Él no podía ir, no podía dejar botado el banquete como si no tuviera importancia alguna, sus uñas se enterraban en sus propias palmas, nunca nadie había logrado captar su atención de esa manera, las chicas de su harén no lo lograron, ni las bellezas de los burdeles que venían a visitarlo, en su mente no había espacio para el interés romántico, hasta que llegó él.
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El Favor del Emperador
Historical FictionXiao XingChen es un joven cultivador que recorre el mundo en busca de un viejo amigo, para su desgracia, cae inconsciente a causa de inanición en unos terrenos de cultivo. Pará ganar algo de dinero decide trabajar en ese lugar, sin pensar que se enf...