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Dejé todas las cosas de la limpieza en su lugar y corrí a la cocina antes de que todos despertaran para devorar algo. Si sigo comiendo lo poco que podía me desmayaría en cualquier momento.

Terminé justo cuando todos comenzaron a entrar a la habitación para ocupar sus puestos de trabajo. Saludé a unos cuantos y fui a la pista de entrenamiento. Decidida miré la gran pared que estaba frente a mí, todos estos días me demoraba demasiado cruzandola, las bromas de Min Yoongi me tenían cansada.

Corrí hacia ella y me sujeté de la soga para ayudarme a traspasarla. Así estuve unos cuantos intentos más. Finalmente lo había logrado, estaba en la cima y había disminuido el tiempo en conseguirlo. Me senté con una pierna a cada lado y me tomé la libertad de tomar algo de aire, pero un aplauso me sacó de mis pensamientos haciéndome perder el equilibrio y caer de lado.

—¡Ah!—grité hasta que toqué el suelo. ¿Por qué siempre estoy en el suelo?

—¡¿Estás bien?!—gritan y lo próximo que veo es el cuerpo de un chico frente a mí.

—Sí, eso creo—me siento y comienzo a sentir un dolor en mi costilla izquierda. Ya sabemos que frenó la caída.

—¿Segura?—asiento muchas veces y muevo las manos restandole importancia—. Soy Kim Seok Jin—me brinda su mano y la acepto con gusto. Él me ayuda a levantarme. Pasé las manos por mi uniforme para quitarme el lodo—. ¿No deberías estar en la formación?—pregunta señalando al otro lado del lugar. De lejos se veía el patio repleto de soldados en filas.

—¡Mierda!—grito y comienzo a correr. La costilla no dejaba de doler. Trato de incorporarme a las filas sin que Tae me vea, obviamente fue tarea fallida. Al menos Yoongi no está.

—Ri te vi—dice con una sonrisa.

—Por favor otro castigo no, no tengo tiempo para eso. Si quieres puedo escribir 50 veces en un papel "prometo no llegar tarde nunca más"—suplico uniendo mis manos—. Tal vez tenga tiempo de escribir en la ducha—suelta una carcajada.

—Por esta vez te lo dejo pasar. Y solo porque te veo muy magullada. Deberías estar en reposo—sabía que lo decía por los problemas que tuve ayer al no saber ocupar un paracaídas. Aún me dolía todo y la caída de hace minutos no mejoró mi bienestar físico.

—Los soldados no reposan—digo con orgullo por poder caminar como persona decente.

—Bien—me coloco en mi lugar junto a JungKook y una chica con la que jamás he hablado—. Hoy haremos la rutina diaria, lo normal. Y luego practicaremos en el campo de tiro—informa.

—¡Si, mayor!—gritamos todos y sonríe asintiendo. Tae era el mejor superior que se podía pedir. Lastima que no tenía tanto poder como me gustaría.

—Vamos—comienza a caminar hacia la pista de ejercicios en la que estaba casi ahora mismo y los soldados fuimos hacia ella trotando.

Luego de un riguroso entrenamiento me encontraba en el suelo con una ametralladora en mis manos. Coloqué mi ojo en la mirilla y miré a mi objetivo, un cartón bastante lejos con una cruz. Se podían esforzar más y poner un maniquí.

Solté el aire que estaba conteniendo y disparé, así unas cuantas veces hasta darle a mi objetivo y derribarlo. Debo mejor mi puntería.

Al terminar finalmente me encontraba en la cocina. Me senté en la primera silla que encontré y me dispuse a descansar por primera vez en el día. Tomé entre mis manos mi celular, lo había buscado al terminar las prácticas, hace mucho no hablaba con mamá. Busqué el número y lo marqué.

—¡Al fin!—grita—. ¡¿Qué tanto haces que no hablas con tu madre hace casi un mes?!—extrañaba sus gritos.

—Entrenar, hacer quehaceres, convertirme en soldado—respondo como si no fuera obvio lo que hacía día a día.

No me llames princesa [KNJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora