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Debo aclarar que todo lo planteado en esta historia sale exclusivamente de mi cabeza. No tengo ni idea de cómo es realmente en el ejército, por lo que espero tratar esto de la mejor forma posible y buscando información que me pueda ser necesaria.
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Hoy era el día. La emoción que irradiaba mi cuerpo abarcaba un radio de unas diez calles, no podía estar más feliz. Luego de un gran entrenamiento, la academia y postular por dos años seguidos, me habían aceptado en la fuerzas aéreas, era como un sueño hecho realidad. Al ser aceptada tenía la oportunidad d estudiar ahí una carrera relacionada con esto, había pensado en ser piloto, pero eso solo era el comienzo de algo grande.

Miré una última vez la foto que tenía con mi hermano sobre la mesita de noche y tomé mi mochila con mis pertenencias para bajar hasta la puerta principal.

—No estoy de acuerdo con esto—dice mamá cuando llegamos a su auto.

—Ya lo sé, pero tengo 23 años, puedo hacer lo que quiera—subimos al automóvil y ella comenzó a conducir hasta nuestro destino.

—No te quiero perder—habla sorprendiendome, parece que tendremos esta conversación ahora.

—No lo harás, mamá.

—No estás segura de eso—suspiro y giré mi rostro para ver su perfil triste.

—Te prometo que daré lo mejor de mí para regresar viva, siempre—acomodo unos mechones de mi cabello tras mi oreja.

—Eso mismo decía tu hermano.

—Él tuvo mala suerte, yo no la tendré. Seré precavida siempre que pueda. Cumpliré su sueño, me convertiré en lo que el siempre quiso ser—tomé su mano libre ya que la otra estaba en el volante.

—Era su sueño, no el tuyo. No tienes que hacer algo que no te haga feliz.

—Soy feliz haciendo esto. Siento que me estoy uniendo más a él, y hace mucho no lo sentía tan cerca...—me interrumpe.

—Yo también lo extraño, y no por eso corro a misiones a Afganistán—miré poco tiempo la carretera para verla despejada.

—No estoy corriendo a Afganistán, mamá.

—Comienzas como soldado, a nadie le importa lo que le pase a los soldados, no son importantes—suelta mi mano para cambiar la velocidad.

—Por eso subiré de rango, ya verás. Seré la mejor—hablo con autosuficiencia y me acomodo mejor en mi asiento.

—Eso no es decirlo y se cumple.

—Si me lo creo, sí—sonreí.

—Tienes su misma positividad—sabía que se refería a papá.

En mi familia, desde los tiempos remotos, todos los hombres se alistaban al ejército. Eran criados con principios y gran amor a su patria, por lo que todos siempre se estaban listos para defenderla. Las mujeres siempre se quedaban en casa esperando a sus esposos con el Jesús en la boca. Yo decidí cambiar eso.

Cuando papá murió hace 7 años, mi hermano decidió ingresar al ejército. Sentía que le debía algo a nuestro ejemplo a seguir. Siempre creimos que llegaría lejos, pero hace casi 3 años lo enviaron a una misión tras una mafia, en primera fila, pocos días después no pudieron encontrar su cuerpo.

Luego de guardar luto por casi un año, comprendí que era mi deber ser la siguiente de nuestra familia en ingresar a estas filas. Fui criada con los mismos ideales que mi hermano mayor, ¿por qué no podía hacer lo mismo que él?. Estábamos en el siglo XXI, las mujeres podíamos ser lo que quisiéramos y yo cumpliría con mi deber como Ri.

No me llames princesa [KNJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora