Epílogo

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5 años después

Mamá me miraba atenta mientras yo seguía poniendo la ropa recién lavada en su lugar. Ella seguía protestando por el mismo tema desde hace cinco días. Ni siquiera le prestaba mucha atención ya.

—Eun Yeong, atiéndeme—protesta—. Esto es un paso muy grande, es un ser vivo del que vas a tener que cuidar—rodé los ojos con una sonrisa.

—Ya practicamos un mes con un pez. No se nos va a morir—claro que tenía miedo de olvidarme de alimentarlo. Pero mi novio era lo suficientemente responsable como para no permitir que se muera de hambre.

—Sigo sin estar de acuerdo—por último guardé los calcetines en la mesa de noche a un lado de mi cama—. ¡Tienes un arma!—grita asustada.

—De hecho, dos—cerré la gaveta y tomé asiento a su lado sobre mi cama.

—¿Por qué razón? Es ilegal.

—Soy ex soldado, puedo tener una.

—¿Y la otra?—se cruza de brazos.

—Sabes que él es sargento.

Después de dejar el ejercito volví a vivir con mamá. Estudié dos años educación primaria. Finalmente estudiaba lo que me hacía ilusión y mi madre estuvo de acuerdo. Ella siempre supo que estaba en el ejercito por los valores inculcados por mi padre.

Luego de dos años junto a ella, las facturas de mi departamento seguían llegando y no pensaba seguir pagando por algo que no estaba utilizando. Así que volví a mudarme y cambié de universidad.

Ji Woon vivió conmigo por unos meses y pude conocer al novio que me escondió por dos años. Nada más y nada menos que ¡Min Yoongi! Casi me caigo de culo cuando los vi besarse en la puerta de mi departamento. JungKook al parecer estaba bien con eso ya que salimos unas cuantas veces todos juntos.

Un año después de estar viviendo aquí, terminé mis estudios y comencé a trabajar. Amaba enseñar a los niños. Trabajar en la escuela me hace más feliz de lo que alguna vez me hizo el ejercito. Además, mis alumnos aman que su profesora sea ex militar, aunque odian un poco que sea estricta y los trate alguna veces como soldados.

Sin darme cuenta estaba sanando, luego de unos meses jamás volví a pensar en Nam Joon. Me ayudó ignorar todo lo relacionado con él. No volví a leer el periódico, ver las noticias, canales o páginas relacionadas con chismes. No quería tener nada que ver con él, lo saqué de mi vida en todos los sentidos de la palabra. Ni siquiera había vuelto a mencionarlo en alguna conversación.

Llevo un año y medio con mi pareja actual. Luego de aprender a amarme y darme mi lugar, estaba preparada para volver a las citas. No tuve que buscarlo, lo encontré en el supermercado. Para ambos fue una locura, el destino nos quiso juntar y no nos opusimos a ello. Al cumplir un año de noviazgo, lo invité a vivir conmigo, aceptó feliz.

—¿Compraste todo lo relacionado para cuidarlo?

—Mamá, es un gato, no es como que vaya a tener un hijo—me levanté cansada de esta conversación. Ella hoy estaba de visita pues era mi cumpleaños, a pesar de que no haríamos nada interesante, ella quiso estar presente.

—Un gato es mucha responsabilidad. ¿Le compraste la caja de arena?

—¡Sí!—casi grito. La puerta principal se abrió y agradecí internamente.

No me llames princesa [KNJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora