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Desperté y lo primero que hice fue caminar lentamente hacia el calendario colgado en la pared. El día de hoy estaba encerrado en un círculo, es mi día libre. Dejé salir un bostezo y con pesar caminé hacia el closet para tomar algo de ropa. No perderé tiempo en ducharme, lo hice hace unas pocas horas cuando terminé mi trabajo en la cocina.

Cambié mi pijama por unos pantalones negros holgados y un top rojo. Por último me puse las botas negras y me miré con fastidio ante el espejo. Acomodé mi cabello a un lado tratando de que no luciera de una recién despertada, trabajo en vano. Por último me lave la boca y eché algo de agua en mi rostro.

Mi recorrido hasta mi auto fue mirando a todos con fastidio o regalándole una sonrisa al que me la daba antes.

—¡Eun Yeong!—busqué de donde provenía la voz. Hoseok estaba parado al lado de un jeep moviendo su brazo en forma de saludo. Le sonreí y levanté un poco mi brazo. Pensé que podría llegar sin hablarle al auto, pero me equivoqué ya que estaban unos al lado del otro. Hoseok es una persona muy sociable y yo no lo soy mucho recién levantada.

—Hola—saludé cuando llego a su lado.

—¿Te vas?

—Es mi día libre—abrí la puerta del copiloto.

—El mío también. Deberíamos hacer algo juntos—sugiere sin dejar de sonreír. Lo pensé por unos segundos y luego recordé todo lo que debía hacer en mi departamento.

—Me encantaría, pero tengo un apartamento esperando para ser organizado por mí—dije con pesar—. Tal vez otro día.

—Me parece bien—sin decir nada más, cada uno se subió a su auto y nos perdimos de vista una vez salimos de la base.

No había tenido tiempo de organizar todas las cajas de la mudanza. Ni siquiera sé cuán regado está todo. Solo sé que las dejaron en la sala-comedor, y no supe más.

En unos minutos llegué al edificio en el que "vivía". Dejé mi auto en el estacionamiento y no detuve mi camina hasta estar frente a la puerta de mi casa. Al abrirla solté una pequeña queja por todas las cajas que estaban en el lugar.

—No recordaba que fueran tantas—suspiré y me adentré.

Busqué la caja con la palabra "ropa" y saqué lo primero que vi, eso fue unos short cortos y un hoodie tan viejo que el color comenzaba a desaparecer y a las letras le faltaban trozos de pintura. Sonreí con tristeza, era de mi hermano, amaba ponérsela.

Pasé la mañana y gran parte de la tarde sacando todo de las cajas y poniéndolas en su lugar. No me di cuenta cuando pasé la hora del almuerzo, de esta me desmayo del hambre. Miré con pesar las cajas de ropa que aún no organizaba en el closet, mejor lo dejo para otro día. Me lancé al sofá para dormir un rato, necesito descansar.

El sonido del timbre me hizo imposible seguir con los ojos cerrados. Me levanté enojada y caminé hacia la puerta para acabar con ese horrible pitido. ¿A quién se le ocurre poner timbre?

—¿Lista?—fruncí el entrecejo y miré de arriba abajo al chico para saber si mi host no me estaba fallando. ¿Qué hace él aquí y como supo que esta era mi casa?

—¿Para hacerte un cuestionario?—respondo con otra pregunta.

—Te dije que te llevaría a una galería y no hay mejor momento para eso que en tu día libre—me mira de arriba abajo—. Pero no irás así—fue mi momento de percatarme en el traje que llevaba puesto, era demasiado moderno, para nada de viejo rico estirado.

—¿Cómo supiste dónde encontrarme?

—Busqué en los archivos sobre tu información personal—me echa a un lado para poder entrar.

No me llames princesa [KNJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora