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Primero que todo, mi problema existencial😂.
¡QUIERO UNA PORTADA QUE ATRAPE! Busco y busco libros donde poner mi pedido y SIEMPRE la tanda está cerrada. Mi mala suerte es más grande que mis ganas de tener una nueva portada.

Fin de mi crisis existencial.
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Atardeceres en el puerto . Cenas en nuestros apartamentos. Ver videos tontos en YouTube antes de dormir. Leer el mismo libro para luego discutir nuestros puntos de vistas. Entrenamientos bajo la lluvia. Apuestas sobre quien hacía más flexiones. Y conversaciones muy personales.

Kim Nam Joon puede ser un mandón, un testarudo y más de una vez me ha hecho enojar, pero eso no quita que me hace sentir cosas que nadie nunca logró, y me hace hacer cosas que jamás imaginé.

Nunca creí que una relación escondida me haría sentir tantas cosas. Cuando estamos juntos disfruto al máximo, pero luego cuando nos separamos surgen las preguntas de si él se siente igual que yo.

—Ri Eun Yeong, que honor encontrarme contigo—Hoseok se sienta a mi lado. Sonreí. Desde ese día en Seúl, mi tiempo en la base es el menor posible. Cada vez que tengo chance de salir, lo hago. Por lo tanto no me estoy relacionando mucho con nadie.

—El honor es todo mío—bromeo.

—Jamás tuvimos esa salida de la que te hablé.

—Supongo que estamos muy ocupados.

—Podemos salir ahora. Tengo la tarde libre—mira mi bandeja de comida—. Y no creo que tú estés muy ocupada.

Miré tras del chico que estaba frente a mí y mi sonrisa no pudo ser más grande. Nam Joon estaba parado en el medio de la puerta, su mirada se juntó a la mía y se dejó caer sobre el marco. Sonrío de lado y fingió fijarse en alguien más.

—No puedo. Lo siento—me levanté de la mesa y llevé mi bandeja a la cocina. Al salir, el capitán ya no estaba, sabía dónde estaba.

No me detuve hasta llegar a su oficina. La verdad, no me sorprendería si alguien ya sabe lo nuestro o se lo intuye. Abrí la puerta como si fuera mi oficina y no la suya.

—Hasta que llegas—fruncí el entrecejo al ver que se ponía la mochila en su espalda—. Iremos a dar un paseo en bicicleta.

—¿De qué estás hablando?—me cruzo de brazos.

—Pagué por un par de bicicletas. Un paseo por la bahía. El atardecer...—le interrumpo.

—Estás romántico—me burlo.

—Mejor no hagamos nada—dejó caer su mochila y se sentó en el sofá de la esquina.

—¿Estás enojado?—camino hacia él.

—Es difícil para mí hacer cosas románticas y tú te burlas de ellas. Me siento patético—me senté a su lado y pasé mis piernas por encima de sus muslos.

—Perdón—bajé la cabeza—. Para mí también es difícil tener una "relación"—hice comillas en el aire con mis dedos—. Sí quiero que hagamos cosas románticas, no tienes que sentirte patético. Si quieres puedo decir algo que también me haga patética y estemos a mano.

—Supongo que no es mala idea—entrelaza sus dedos con los míos.

—Te quiero—susurro. Debía dejarlo salir. No me gusta ocultar las cosas. Y ser sincera siempre me parece lo mejor solución. El silencio me estaba matando.

¿Acaso me inventé todo lo que sucedió estos dos meses?

Ya somos igual de patéticos—traté de reír, pero no era el momento de ser graciosa.

No me llames princesa [KNJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora