CAPÍTULO 9

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(NARRA ABIGAIL)

Ya ha pasado casi un mes de todo esto, un mes en el que Gato sigue sin confiar en mí, sin dejarme salir de su casa sola, sin dejarme ver el camino cuando tengo que salir con él a algún sitio.

No he podido hablar con Román, ni con Yessica y ni con mi familia, pero si no me equivoco, creo que los guardaespaldas que están infiltrados ya pusieron a Román, al día, por lo que supongo que Román ya habrá hablado con Yessica y con mi familia.

—Tengo que hablar contigo —ruedo los ojos y me siento en el sofá para escucharlo.

—Tú dirás.

—Te voy a dar a elegir dos opciones —lo miro sin entender, y se sienta en una silla delante de mí —La primera opción es quedarte encerrada dos semanas en la habitación, sin salir para nada, o hacerte pasar por mi mujer.

—¿Cómo? ¿Por qué tendría que hacer eso?

—Porque va a venir un "amigo" y no quiero que se te acerque —sonrío y me levanto sentándome ahorcajadas encima suya. Traga saliva y me acerco a su oído —¿Te pondrías celoso si se me acerca? —ronroneo sensualmente. Acerco mi boca a su cuello y dejo un húmedo beso, haciendo que su piel se erice.

—No vuelvas a hacer eso —gruñe apretándome a él.

—¿Te excita?

—Demasiado, y sigo pensando en cómo puedo estar aguantando tanto sin hacerte mía, y más durmiendo en mi cama, conmigo al lado, y con un jersey y unas bragas de encaje.

—Tienes la tentación muy cerca de ti las veinticuatro horas del día —lo miro a los ojos y sonrío.

—No voy a hacer nada que tú no quieras, pero sé que terminarás pidiéndome que te haga mía.

—Ay Gatico, tienes ese ego muy subido, habrá que bajártelo —me levanto de sus piernas, pero tira de mi mano haciendo que me vuelva a sentar en sus piernas.

—Dime cuál de las dos opciones eliges.

—Bueno, pues sabiendo como eres de fardón, engreído y con un ego bastante grande... —sonrío al ver como sus ojos empiezan a brillar por lo que está pensando de mi respuesta —Prefiero quedarme en la habitación —frunce su ceño y me quita de sus piernas —Veo que no te esperabas esa respuesta.

—Pues no la verdad.

—Quiero que te quede algo claro, no voy a dejar que fardes y me presumas delante de ese amigo tuyo, porque no soy un trofeo para que vayas presumiendo de mí, y claramente, de algo que no tenemos y nunca tendremos —sonrío con hipocresía y camino hasta la cocina.

—Para mí no eres ningún trofeo —dice a mis espaldas.

—Ay Gato, a otro tonto con ese cuento. No voy a hacerme pasar por tu mujer y punto —abro la nevera y saco algunos ingredientes que necesito para hacer las galletas.

—Martina, por favor.

—¡Te he dicho que no!

—¿¡No entiendes que quiero que te hagas pasar por mi mujer, porque si él te ve, va a ponerse pesado contigo!?

—¿Y qué más te da a ti? Si quiero estar con él, lo estoy y punto.

—Ah sí, claro, con un hombre de cincuenta y ocho años, ¿Verdad? —abro mis ojos y me muerdo el labio por dentro.

—Bueno, como te he dicho, ese sería mi problema, no el tuyo.

—Entonces te encerraré —se encoje de hombros. Dejo lo que estoy haciendo y lo miro fijamente con mi ceño fruncido.

REENCUENTRO [ZAYN MALIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora