CAPÍTULO 11

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(NARRA ABIGAIL)

Hace como dos horas que habíamos cenado, y la verdad, tengo que decir que me sentía bastante incomoda con la pesada mirada del tal Ribas. Gato se había dado cuenta, por eso no me apartaba de su lado, y es algo que agradecía y estaba bastante a gusto, tranquila.

—Voy un momento arriba, permiso —miro a Gato y asiente con la cabeza, regalándome una tierna sonrisa.

Subo las escaleras y veo a mis compañeros en la puerta de la habitación. Suspiro y niego con la cabeza mientras entro a la habitación con ellos detrás.

—¿Cómo has quedado? —pregunta uno de ellos.

—Bien y mal. El tal Ribas ese, me está devorando con la mirada y estoy bastante incomoda, pero Gato se ha dado cuenta desde el principio y está como pendiente de mí —escupo sin hacer pausa.

—Relaja mujer, ya estás aquí con nosotros.

—Voy un momento a la habitación de Gato a por unas cosas. —asienten y salgo. Llego a la habitación y entro dejando la puerta abierta. Doy un salto al sentir unos brazos rodear mi cuerpo y un bulto en mi culo, bajo la mirada a esos brazos y trago saliva al ver que no son los brazos de Gato —Suéltame —digo forcejeando.

—¿Por qué? Llevas toda la noche provocándome —besa mi cuello e intento apartarme, pero me aprieta más fuerte.

—¡Qué me sueltes te digo! —exclamo. Le doy un codazo en la barriga y corro hasta la puerta, pero me coge del pelo, alejándome de ella.

—Maldita perra, ahora vas a saber cómo se respeta a una persona como yo —gruñe y me tira al suelo. Se acerca a la puerta y pone el seguro, a lo que rápidamente me levanto para poder defenderme.

—Si me tocas verás —advierto y saco el arma de debajo de mi vestido.

—No seas hipócrita, no vas a dispararme, si lo haces, Gato te matará —me quita el arma y siento mi cuerpo temblar del miedo.

—A quien va a matar es a ti, como me hagas algo, y tú no te mereces ni el más mínimo respeto —gruño y me acerco a él para pegarle, pero detiene mi brazo y me da un puñetazo en la barriga, haciendo que caiga al suelo.

—¡A mí no me levantas la mano! —exclama. Me empiezo a levantar y siento una patada en mi barriga, tirándome al suelo de nuevo.

—¡Ayuda! ¡Gato! —grito. Veo como Ribas se acerca a mí y se pone encima, tapándome la boca.

—Si vuelves a gritar, le diré quién eres realmente, porque no pensarás que me he tragado el cuento de que te llamas Martina, ¿Verdad? —le muerdo la mano y le escupo en la cara.

—¡Socorro! —grito más fuerte. Me da un bofetón en la cara, haciendo que mi labio empiece a sangrar.

—¿Martina? —pregunta mi compañero al otro lado de la puerta.

—Ahora vamos a disfrutar un rato, tú y yo —dice el tipo. Baja su mano a mis piernas, acariciándolas de arriba abajo. Cierro mis ojos, sintiendo como mis lágrimas caen. Gruño, gruño fuerte para que me escuchen, ya que no puedo gritar porque tiene su mano tapando mi boca.

—¡Martina responde! ¿¡Qué pasa!? —miro al malparido que tengo encima, entre mis piernas y le vuelvo a morder la mano.

—¡GATO, AYUDA! —bramo a todo pulmón.

—¡QUÉ TE CALLES HE DICHO! —grita el tipo.

—¿Qué pasa? ¿Qué son esos gritos? —escucho la voz de Gato y mi corazón empieza a latir fuertemente.

REENCUENTRO [ZAYN MALIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora