CAPÍTULO 13

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(NARRA ABIGAIL)

—¿Qué es lo que necesitas? —me giro y veo a mis compañeros. Me alejo lo más que puedo en un rincón del sótano y les hago una seña para que se acerquen.

—Necesito que me consigáis a Negro, hablar con él y lo traéis —susurro para que Ribas no nos escuche.

—¿¡Qué es lo que estás planeando perra!? ¡Cuándo salga de aquí voy a terminar contigo! —grita mientras se mueve desesperadamente.

—¿Y quién te ha dicho que saldrás de aquí con vida? —digo sin mirarlo —Ya le he dicho a Gato lo otro que necesito, que utilizaré en lo que traéis a Negro.

—Lo que vas hacer es bastante fuerte y lo puedes llegar a matar —advierte uno de ellos.

—Eso me importa poco, ya sabéis lo que intentó hacerme ayer —asienten con la cabeza sin decir nada más y se alejan para irse — Gracias chicos —salen del sótano y entra Gato.

—Aquí está todo lo que necesitas —me entrega el amoniaco, la navaja, unos guantes bastante gordos y los plásticos congelados.

—Gracias —lo dejo todo en la mesa y cojo los guantes. Me los empiezo a poner mientras miro al desgraciado ese — Bueno... ¿Estás preparado? —pregunto con cinismo.

—¿Qué me vas hacer?

—Oh nada, tranquilo. Ni lo notarás —me acerco a la mesa y cojo la navaja —Bueno, te dolerá un poquito —cojo su asqueroso miembro y pongo la punta de la navaja en el pequeño orificio de su miembro. Lo miro, y veo como las lágrimas empiezan a caer. —¿Todo bien? —meto un poco la navaja en el orificio y en menos de un segundo empieza a salir sangre.

—¡AAH JODER! ¿¡QUÉ HACES SALVAJE!? —brama al ver como empiezo a mover la punta de la navaja, haciendo que el orificio se corte y se haga un poco grande.

—¿Salvaje yo? ¡Ayer estuviste apunto de violarme hijo de puta! —grito y saco la navaja —Esto, es solo el principio —pongo la navaja en su pelvis y empiezo a hacer cortes superficiales, no mucho, ya que no quiero matarlo, si no, torturarlo —Esto, es lo que se merecen los violadores como tú —digo y miro a Gato, para que lo tenga en cuenta, ya que también va para él.

—¡Maldita perra, el estúpido de tu novio también lo ha hecho!

—Pero porque tú lo obligabas y lo amenazabas, pero yo sé realmente como es él —sigo haciendo cortes, y esta vez por los lados, hasta llegar a sus testículos.

—¡DUELE!

—¿En serio? —me levanto y dejo la navaja en la mesa. Cojo la botella de amoniaco y sonrío con más malicia que antes —Mi madre decía, que todo lo que pica cura —abro la tapa de la botella, cojo su miembro, y empiezo a echarle amoniaco por donde tienes los cortes, alrededor.

—Martina, esto es muy siniestro —dice Gato a mis espaldas.

—Ah, te parece siniestro esto, pero el que te secuestre a ti, te haga las mil perrerías, y viole a mujeres, niñas y las torture, ¿No lo es? —me mira y frunzo el ceño —Haz el favor de dejarme tranquila, que sé lo que hago —vuelvo a coger el miembro, y pongo la botella en el orificio lleno de sangre.

—¡No lo hagas! —exclama Ribas.

—Dame una sola razón para que no lo haga.

—Porque me duele y me escuece —arqueo una ceja y lo miro.

—Repito: todo lo que pica cura.

—¡Pero esto no cura, esto me va a matar!

—¿Qué más te da? Total, de una manera u otra vas a morir, en mis manos o en las de tus enemigos —inclino la botella y la aprieto, dejando caer todo el líquido.

REENCUENTRO [ZAYN MALIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora