Capítulo 7

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Lisa contuvo un suspiro y levantó la vista de la repisa de los pasteles para encontrarse delante con Jennie.

La sonrisa se le congeló en los labios y se estremeció.

Daba igual que siguiese enfadada con ella, cuando la miraba así, todo su cuerpo respondía.

–Vamos a cerrar en diez minutos –le dijo Lisa.

–Esperaré.

Lisa arqueó las cejas.
–¿Para qué?

–A que termines.

–Disculpa, pero creo que me has confundido con otra persona.

–No creo que sea posible confundirte con nadie, Lisa –le respondió Jennie–. Nunca he conocido a nadie como tú.

Lisa sacudió la cabeza, enfadada. Se preguntó cuántos cumplidos como aquel ella haría a lo largo del día y quiénes caerían.

Bajó la voz, a pesar de que  las demás trabajadoras no podían oírla desde la cocina, y le dijo:
–Si no me equivoco, hace unas horas hemos tenido una discusión y te he dejado claro que no quería volver a verla.

Jennie se encogió de hombros.
–A veces, se dice las cosas que no son ciertas en un momento de enfado.

–Sí, pero yo lo he dicho en serio –insistió Lisa.

–Bueno, ahora estoy aquí y, según el cartel de la puerta, está abierto –le respondió Jennie, tomando una silla para sentarse–. Así que me temo que vas a tener que atenderme.

Lisa miró hacia la puerta con nerviosismo, con la esperanza y, al mismo tiempo, el temor de que su jefa volviese.

Quería que aquella mujer se marchase y, a la vez, quería devorarla con la mirada.
–Quiero que te marches –le dijo casi sin aliento.

Jennie la retó con la mirada.
–No es verdad.

Lisa notó cómo se le endurecían los pechos. Tomó aire.
–Es evidente que no puedo echarla.

Jennie arqueó las cejas.
–En eso estoy de acuerdo –murmuró.

Lisa se miró el reloj.
–Tenemos exactamente siete minutos antes de cerrar, así que será mejor que me digas cuanto antes lo que deseas ordenar.

–Eso es fácil. Algo que hayas preparado tú. Como el postre que me perdí la semana pasada.

–Me temo que no nos queda nada de eso.

Jennie sonrió.
–¿Y qué me recomiendas entonces?

–Bueno, dado que soy yo la que prepara la mayoría de los pasteles que tenemos, los recomiendo todos.

Jennie entrecerró los ojos.
–¿De verdad?

–Sí y como digo no nos queda nada de eso–dijo Lisa, sacando la libreta para apuntar–. Y solo tenemos de beber café o chocolate. ¿Qué vas a tomar?

–Da igual.

–¿El qué?

–No voy a tomar nada.
Jennie se puso en pie y Lisa sintió algo que la enfadó, sintió algo parecido a la decepción.

–¿Has cambiado de idea?

– Si, he cambiado de idea.

Oírla hablar de una manera sensual la desorientó, lo mismo que el hecho de que se acercase más a ella.  Deseó tocarla y moldear su figura.
–¿Qué significa que haz cambiado de opinión? –le preguntó  Lisa con desconfianza.

Falso Honor (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora