Capítulo 8

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Había sido una estupidez aceptar la invitación de Jennie y Lisa no sabía por qué lo había hecho.

Debía llamar a Jennie y decirle que había cambiado de opinión.

Aunque lo que no sabía era qué excusa ponerle a ella para no parecer una intimidada.

«Lo siento, Jennie, pero me haces sentir todas las cosas que prometí que no volvería a sentir. Me haces morir de deseo cuando te miro y no puede ser. Ya no».

Pero entonces se le pasó la hora de hacer esa llamada porque su madrastra subió a su habitación y empezó a bombardearla con furiosas preguntas acerca de por qué Jennie Kim la había invitado a salir.

Cuando por fin consiguió deshacerse de ella, Lisa se dio una ducha rápida y entonces su hermana llamó desde el internado.

Rosé le tenía todavía más cariño a la casa que ella por eso le afectó la noticia de la venta, pero se pasó toda la conversación asegurándole que estarían bien en el apartamento nuevo y que no tenía de qué preocuparse.

Lisa pensó que se iba a llevar una buena sorpresa cuando viese el apartamento.

No obstante, su valentía había hecho que le entrasen ganas de llorar.

Cuando colgó el teléfono eran casi las ocho y solo le dio tiempo a pintarse los labios y a arreglarse su flequillo rápidamente.

Dudó acerca de qué ponerse, pero terminó decidiéndose por un vestido que siempre le subía el ánimo.

Era un vestido casi nuevo y le sentaba muy bien, de color negro y con un escote generoso, pero como le llegaba a los tobillos no resultaba demasiado atrevido.

Y eso era importante esa noche. No quería que Jennie se equivocase con ella. No quería que pensase que iba a caer rendida a sus pies.

Oyó su carro en el camino poco después de las ocho y tomó el bolso.

Su madrastra la esperaba enfadada al lado de la puerta.

–¿Sabes qué clase de mujer es esa? –inquirió.

–Estoy segura de que tú vas a decírmelo –respondió Lisa.

–Es una multimillonaria famosa en todo el mundo por sus sofisticadas conquistas.

¡Una mujer que sale con modelos y herederas famosas! ¿Dónde encajas tú en ese mundo, Lisa? –le dijo, pasándose la mano por la minifalda–. Además, tu no tienes nada, nadie te conoce.

Lisa abrió la puerta y se preguntó porque le dice eso su madrastra.
–¿Qué intentas decirme?

–¡Que esa mujer está fuera de tu alcance! –exclamó su madrastra, haciendo un esfuerzo por sonreír–. Te lo digo por tu propio bien, Lisa. No quiero que te hagan daño, no te ilusiones.

–Por supuesto que no –le dijo esta en voz baja antes de cerrar la puerta tras de ella.

Con piernas repentinamente temblorosas, fue hasta donde Jennie estaba saliendo del coche.

Y a pesar de sus dudas acerca de los motivos de su madrastra, entendió lo que había querido decirle.

¿Fuera de su alcance? Con aquel traje de alta moda parecía una diosa caída de otro planeta.

No obstante, no le parecía la mujer seductora que su madrastra le había descrito.

De hecho, la estaba mirando con una increíble sonrisa en los labios.
–Que hermosa te vez Lisa –murmuró Jennie en un idioma que Lisa no conocía mientras le abría la puerta del carro.

Lisa se sentó.
–¿Te das cuenta de que estoy en desventaja porque no hablo tú idioma y no entiendo nada?

Jennie dudó solo un instante.
–Quiere decir que estás... muy hermosa.

Lisa pensó que con su mirada felina no la había hecho sentirse solo hermosa, sino deliciosa y peligrosamente sexy.

Se alisó el vestido con recato sobre las rodillas mientras Jennie cerraba la puerta.
–Gracias.

Jennie se sentó a su lado.
–He dejado el techo bajado, ¿No te importa por el viento que pueda alborotar tu cabello?

Lisa intentó tranquilizarse y negó con la cabeza.
–Me he puesto fijador en mi peinado así que haría falta un tornado para despeinarme.

Jennie la miró con curiosidad.
–¿Nunca se te mueve un solo cabello?

–Casi nunca.

–Ya.
De repente, Jennie se la imaginó con aquella cascada de cabello sobre los pechos desnudos y sintió un deseo casi insoportable. Hizo un esfuerzo por pensar en otra cosa que no fuese su cuerpo y le preguntó:
–¿Has decidido dónde vas a vivir?

Lisa sonrió con tristeza. Dicho así, parecía que tuviese cientos de lugares entre los que elegir.

–Voy a mudarme al apartamento que hay encima del salón de té en el que trabajo.

–¿Y cómo es?

Lisa se preguntó cómo reaccionaría Jennie si le contestaba que como una caja de zapatos.

–Ah, es muy cómodo para ir a trabajar –respondió Lisa–. Hace un par de años que está vacío y habrá que decorarlo un poco. Quiero que parezca hogareño y cálido cuando Rosé venga la semana que viene.

Jennie agarró el volante con fuerza.
–¿Rosé?

–Mi hermana.

Su hermana. Jennie no se habría sentido mejor ni aunque le hubiesen dicho que sus acciones habían multiplicado por cuatro su valor.

–¿Tu hermana?

–Sí, está en un internado, pero vendrá a casa el próximo fin de semana. Todavía no ha visto el apartamento y quiero alegrarla un poco antes de que llegue.

–¿Cuántos años tiene ella?

–Dieciséis.

–¿Y no tienen...?

–No, no tenemos padres –respondió rápidamente Lisa, anticipando su pregunta–. Están muertos.

–Lo siento.

–Así es la vida –comentó Lisa, con la vista clavada en la carretera–. ¿Y tú?

–Mi madre todavía vive. Mi padre... falleció hace mucho tiempo.

Lisa notó la amargura de su voz y se contuvo para no hacerle ninguna pregunta.

–Ya ves, todo el mundo tiene una historia.

–Supongo que sí –respondió Jennie.

No estaba acostumbrada a tener una conversación tan íntima con otra chica con la que ni siquiera se había acostado.

Y la idea de acostarse con Lisa volvió a excitarla de nuevo.
–¿Por qué no te relajas y disfrutas del paseo?

Lisa intentó relajarse, pero no era fácil.

Quería fingir que aquella era su vida.

Quería olvidar la realidad de su nuevo hogar y las preocupaciones acerca de Rosé.

Y quería dejar de sentir aquella fuerte atracción por aquella peligrosa mujer de mirada felina. –¿Adónde vamos Jennie? –le preguntó Lisa....

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Gracias por leer lindas personitas ✨

Falso Honor (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora