–Me voy antes de que diga o haga algo de lo que pueda arrepentirme después –añadió Jennie, apartando la vista de sus ojos, que estaban empezando a llenarse de lágrimas y dejando la suite con un fuerte portazo.
Lisa se dejó caer sobre las almohadas con la vista clavada en la puerta, rezando porque Jennie volviese.
Porque la abrazase y le dijese que sentía haber perdido la paciencia, que quería olvidar todo lo ocurrido y que empezaran de cero.
Pero, por supuesto, Jennie no lo hizo.
Los minutos pasaron lentamente hasta hacer una hora, y dos.
A través de la ventana abierta, Lisa oía la música y las risas. Y supo que, irónicamente, en el piso de abajo estaban celebrando su boda.
Miró el reloj que había colgado de la pared y vio que era más de medianoche.
¿Dónde estaba Jennie? Podía estar en cientos de lugares desconocidos para ella.
Y entonces se dio cuenta de lo sola que estaba.
Sola sin nadie, casada con una mujer muy conocida, que la había dejado después de una fuerte discusión.
¿Qué iba a hacer ahora?
Por un momento, agarró la sábana con fuerza y barajó sus posibilidades.
Entonces, tomó una decisión motivada por lo que había definido su vida hasta entonces.
Algo llamado supervivencia.
¿Iba a quedarse allí, compadeciéndose de sí misma porque la gran Jennie Kim la había juzgado tan mal?
De eso, nada...Tomó el teléfono y marcó su número, pero no le sorprendió a Lisa que saltara el mensaje de la contestadora.
Sabía que dijo que no la llamara pero igual le dejó un mensaje en voz sorprendentemente tranquila, diciéndole que no le parecía buena idea que condujera sola en el estado en el que estaba. Y que por favor le hiciera saber que estaba bien.
Media hora después, le llegó un mensaje de texto de dos palabras: Estoy bien.
Y eso fue todo....
Lisa se quedó en la enorme habitación sin saber dónde estaba, ni cuándo iba a volver.
Iba a ser una noche muy larga. No tenía adónde ir ni nadie con quién hablar.
Todos sus seres queridos estaban en el hotel, pero no podía ir a ver a su mejor amiga a media noche para contarle que su esposa la había dejado sola.
Además de la vergüenza que habría pasado, en el fondo esperaba que Jennie volviese más tranquila y que pudiesen hablar del tema como adultas y solucionar todo con el diálogo.
Sí, se había equivocado al no hablarle a Jennie de su pasado, pero segura que ella podía entender que se hubiese dejado llevar por el romanticismo y la seguridad que Jennie le había ofrecido desde que la conoció.
Le había dicho que quería ayudarla y no había parado hasta convencerla de que se casase con ella.
Su futuro no podía depender de algo tan poco importante como era su virginidad.
Aunque para Jennie lo fuese...
Debió de quedarse dormida, porque cuando despertó había amanecido.
Se sentó en la cama despacio y el corazón le dio un vuelco al ver una figura al otro lado de la habitación, observándola en silencio.
Se había cambiado de ropa y estaba descalza. Tenía la mirada perdida y los labios apretados.
Lisa contuvo un escalofrío y se pasó la mano por el cabello.
–¿Dónde has estado?–Por ahí.
Lisa no reaccionó. Deseó acercarse a Jennie, preguntarle si había buscado refugio en los brazos de alguna otra chica, alguien que pudiese tranquilizarla y mostrarse indignada cuando le contase que su esposa la había engañado, pero supo que el miedo no iba a ayudarla en un momento así.
Si quería intentar arreglar las cosas, tenía que estar tranquila.
Demostrarle a Jennie que podía ser fuerte. Y, sobre todo, que ella le importaba.
–Estaba preocupada por ti Jennie.
–¿Por qué?
–Porque te has ido muy enfadada y podías haber tenido un accidente.
–Eso te habría puesto las cosas mucho más fáciles, ¿No?
–¿Más fáciles? ¿Qué quieres decir Jennie?
–Que te habrías quedado viuda en menos de veinticuatro horas, y con toda mi fortuna.
–¡Jennie! ¡Eso es horrible! ¿Piensas eso de mí?
–La viuda se queda con todo: El dinero, las casas, las acciones. ¿No habría sido la solución perfecta, Lisa?
Al fin y al cabo, has fingido ser lo que no eras para casarte con una mujer muy rica. Supongo que cuanto antes te hicieses con mi dinero, mejor.
–Ya basta, no digas eso.
Jennie sacudió la cabeza.
–Me temo que la culpa de lo ocurrido es solo mía.Por una vez en mi vida, he estado completamente ciega.
Tan ciega que he caído directamente en tu trampa Lisa.
Tenía que haberme dado cuenta de que estabas desesperada por asegurar tu casa y tu futuro y conseguir mi riqueza.....
–Y tú estabas desesperada por ser la primera chica que tuviese mi cuerpo –replicó Lisa, incapaz de contenerse.
–Sí, es verdad –admitió Jennie, mirándola fijamente–. Soy una mujer de mundo y suelo darme cuenta de cuándo intentan engañarme, pero tengo que admitir que, contigo, no he podido, Lisa.
Eras tan... maravillosa.
Tan increíblemente dulce.
Era como si fuese tu primera vez.–¡Porque yo también lo sentía así! –protestó Lisa, poniéndose a temblar–. De verdad que lo sentía así.
–Entonces, ¿Por la chica con la que estuviste prometida no sentiste nada?
Lisa se mordió el labio. Habría sido muy fácil decirle que no.
Que no había sentido nada por su ex novia, pero no habría sido cierto.
Y no quería que hubiese más mentiras entre ambas.
Fuesen cuales fuesen las consecuencias, tenía que decirle la verdad.
–Sí, por supuesto que sí–susurró.
Jennie se levantó dolida.
Fue hacia las puertas de la espaciosa terraza y pensó que las cosas no tenían que haber salido así.
Tenían que haber estado haciendo el amor juntas en esos momentos.
Y un rato después, tenían que haber estado desayunando en la terraza, con las vistas más maravillosas del mundo delante de ellas.Después, la habría sorprendido con un viaje en barco, para las dos solas.
¿Qué iba a hacer ahora?Se giró a mirarla y pensó en lo bella que estaba, con su lindo flequillo y los ojos mieles brillando.
Tenía que decirle que saliese de su vida, que la dejase en paz, que la recompensaría si el divorcio transcurría con discreción.
Pero su corazón y su cuerpo la estaban aturdiendo.
Fue hacia la cama y la vio agarrar con fuerza las sábanas.....
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Falso Honor (Adaptación Jenlisa G!P)
FanfictionNo todo lo que reluce..... es oro Jennie Kim era una mujer fría y calculadora de negocios que reconocía una oportunidad en cuanto la veía, y Lalisa Manoban, con su dulce vulnerabilidad y antiguos valores, era una chica linda y tranquila sin duda la...