Capítulo 26

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Había estado demasiado ocupada intentando sobrevivir en una atmósfera hostil y se había olvidado de quién era en realidad Lalisa Manoban.

¿No se había enamorado Jennie de la chica que preparaba pasteles y que intentaba crear un hogar?

Aunque siguiese estando enfadada con ella, estaba segura que podía recordarle quién había sido y lo que había representado para ella.

De repente, entendió que Jennie se negase a mirar más allá de las barreras que ella misma había creado.

Imaginó que era un mecanismo de defensa, para que no volviesen a hacerle daño, como le había ocurrido de niña.

Ahora era toda una mujer fuerte que odiaba demostrar vulnerabilidad, pero ¿Cómo podía convencerla de que ella no volvería a hacerle daño?

¿De que, si la perdonaba por el error que había cometido, ella le abriría su corazón y la querría con toda su alma? ¿De que le sería leal solo a ella en todos los aspectos?

Esperanzada de nuevo, Lisa fue a la tienda que había más cerca de donde vivían y, aunque tardó un rato en encontrar todo lo que necesitaba, compró los ingredientes necesarios para hacer una tarta.

Una vez cuando llegó a casa se puso a trabajar en la tarta y le gustó perderse en la familiar rutina de la repostería.

Oír el ruido al caer la harina y ver cómo levantaba una pequeña nube de humo.

Escuchar los golpes de la cuchara de madera, que según su profesora de cocina se parecía al de los cascos de un caballo.

Aspirar el aroma de los limones, los limones con más zumo que había utilizado nunca.

Y muy pronto todo el piso de Jennie estaba con un incomparable olor a tarta de limón.

Lisa oyó la puerta a eso de las seis.

Oyó cómo Jennie llegaba y después un breve silencio antes de que sus pasos se dirigiesen a la cocina.

Permaneció quieta al verla, solo entrecerró un poco los ojos.

Tal vez porque se había manchado el vestido de algodón, ya que no tenía ningún delantal allí.

–¿Qué estás haciendo? –le Jennie aún con frialdad.

–¿A parte de hacer una tarta, quieres decir? –dijo Lisa, decidida a mostrarse muy alegre, mientras abría la puerta del horno.

Jennie observó su figura mientras se inclinaba hacia delante y recordó su primer encuentro.

El recuerdo tenía que haberla llenado de deseo, pero, en su lugar, sintió tristeza. Miró la tarta.
–¿De qué va todo esto?

Lisa se preguntó si Jennie pensaría que estaba loca si le contaba que había necesitado hacer algo que le fuese familiar, para qué volviese a sentirse como ella misma otra vez.

Buscó su mirada.
–Me he dado cuenta de que hace mucho tiempo que no preparaba algo con mis manos. ¿Quieres un trozo de tarta? Siempre sabe mejor cuando se come recién salida del horno.

Jennie negó con la cabeza, aquellas palabras le recordaron cuando se conocieron.

–No, gracias –respondió Jennie, preguntándose por qué le afectaba ver su gesto de decepción y que se estaba mordiendo el labio inferior para que no le temblase–. ¿Has ido a ver a mi madre?

–Sí.

–¿Y?

Lisa la miró fijamente. Si Jennie hubiese sido un poco más comprensiva, un poco más amable, ella también habría sido más cuidadosa.

Falso Honor (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora