Capítulo 25

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Un taxi la llevó hasta el enorme piso en el que vivía la mamá de Jennie y cuando la hicieron entrar en el sombrío salón, se sintió grande y torpe al lado de su suegra, que parecía una muñeca.

Se sentó en el borde de una silla y aceptó una minúscula taza de café, y una ola de tristeza la invadió.

¿Cuándo se había tomado el último café con su madre?

A pesar de la edad, la Señora Kim era una mujer guapa, con los mismos ojos  que su hija y una constitución que hacía que destacase su angulosa mandíbula.

Iba vestida con un sencillo vestido gris y adornada con un collar de oro y toda una colección de anillos de brillantes.

Apoyó la espalda en su silla y sonrió a Lisa con frialdad.

–Estás un poco pálida –comentó–. Espero que te esté gustando vivir con mi hija.

Lisa consiguió esbozar una sonrisa y se preguntó qué diría su suegra si le contaba toda la verdad.

–Me gusta vivir con ella –contestó Lisa con educación.

La señora Kim asintió.
–Eso pienso yo también, aunque, para muchas personas mi hija es muy exigente, es una caja de sorpresas –le dijo con seguridad.

A Lisa se le aceleró el corazón y se preguntó si la Señora Kim le iba a hablar más de Jennie.

–¿De verdad? –preguntó Lisa, sin saber qué otra cosa decir.

–Sabes me alegro de que Jennie haya decidido establecerse por fin. Ha tardado mucho tiempo soltera. A veces me pregunto por qué ha hecho eso, pero .....

La Señora Kim se interrumpió y luego añadió:
–¿Ella habla mucho de su niñez?

–La verdad es que no.

–¿No te ha contado que ella no fue feliz?

Lisa se sintió incómoda al oír aquello. No quería contarle a su madre cosas que Jennie le había confiado.

Cosas que podían ser muy dolorosas para la mamá de su esposa.

Como que esta se había ocupado poco de ella siendo una niña pequeña y que, a pesar de tener todo un ejército de sirvientas, se había sentido muy sola. O que había tenido una vida amorosa muy agitada.

–Jennie es una chica muy reservada –respondió Lisa, con la esperanza de que aquello pusiese fin a la conversación.

Pero la señora Kim dejó el café encima de la mesa y continuó:
–No sé si sabes que me deprimí mucho después de que Jennie naciese.

A Lisa le sorprendió que a la madre de Jennie se le quebrase la voz al contarle aquello.

–No, no lo sabía.

–Por aquel entonces, casi nadie sufría de depresión. Se esperaba que las mujeres embarazadas pudiesen con todo. Y yo lo intenté, de verdad que lo intenté, pero no fui capaz.

Hubo otra pausa.

–¿Sabes que su padre me dejó, después que se enterará de la condición de Jennie?

Lisa asintió, incómoda.
–Eso sí me lo ha contado.

La Señora Kim se encogió de hombros como si no tuviese importancia y Lisa pensó que no le importaba.

Pero, de repente, se imaginó a sí misma sola en un futuro, encogiéndose de hombros y explicando que su matrimonio no había funcionado, con una voz parecida a la de la señora Kim, que no era precisamente firme.

–El matrimonio no fue como él esperaba. Se había casado con una mujer efervescente de la alta sociedad, a la que le costaba levantarse por las mañanas.

Por aquel entonces, las personas criticaban mucho a la alta sociedad, no era habitual que un hombre abandonase a su mujer y a su hija y, después de que se fuese, tuve... miedo, mucho miedo.

Sí, miedo. Miedo de estar sola.

De tener que ocuparme sola de una niña como Jennie.

Y me sentí avergonzada por haber sido rechazada.

Quería un padre para mi hija y, por qué no admitirlo, también quería un hombre para mí.

–Señora Kim –la interrumpió Lisa enseguida–. No tiene por qué contarme todo eso.

–Pero quiero contarte–le aseguró la otra mujer–. Porque así, tal vez, puedas explicarle a Jennie por qué hice lo que hice. A mí ella no me quiere escuchar.

Lisa se mordió el labio inferior y sonrió débilmente.
–Puedo intentarlo.

La señora Kim se agarró las manos sobre el regazo y los diamantes brillaron.

–Las cosas eran distintas mucho antes,  la ciudad era muy tradicional. No estaba bien visto que te abandonasen.

Supongo que yo estaba desesperada, y que se me notaba –continuó, riendo con tristeza–. Tal vez fue por eso por lo que no volví a casarme, aunque salía con hombres, por supuesto. Solía traerlos aquí......

–Señora Kim...

–En ocasiones a tomar una copa, o un café. Otras veces, no siempre, solo para hablar. Me sentía sola, Lisa. Muy sola.

Lisa asintió al ver dolor en los ojos de su suegra.
–Sí, me lo puedo imaginar –comentó en voz baja.

–Pero Jennie ya era implacable por aquel entonces. Ella odiaba todo lo que hacía. Odiaba a los hombres que me venían a visitar. Quería que su madre viviese como una monja y yo quería vivir... Mi vida.

La señora Kim tragó saliva antes de continuar.

–Eso nos separó a ella y a mí y es algo que lamento mucho. Y no he podido decir ni hacer nada para acercarme a Jennie porque se niega a hablar del tema conmigo.

Lisa se sintió triste porque entendía a la señora Kim, y también a Jennie.

Jennie sin duda había querido proteger a su madre de los hombres con los que salía.

Y su madre había querido encontrar un padre para Jennie.

De repente, comprendió que Jennie se hubiese tomado tan mal el hecho de que no fuese virgen.

Era posible que la emoción hubiese superado a la razón, y que hubiese pensado que su supuestamente inocente esposa pudiese convertirse algún día, como su madre.

¿Jennie capaz buscaba a alguien que solo la quiera a ella, que no halla tenido algún pasado antes?

–¿Hablarás con mi hija, Lisa? –le preguntó la Señora Kim–. ¿Intentarás explicarle a ella cuál era mi situación?

Lisa oyó temblar la voz de la otra mujer y se dio cuenta de que detrás de aquella máscara de sofisticación había una mujer que tenía miedo a envejecer y a morir sin el perdón de su única hija.

–Lo intentaré Señora Kim –le aseguró.

Su situación con Jennie no podía empeorar más y, si conseguía convencerla de que se reconciliase con su madre, al menos se marcharía de su vida sintiéndose mejor.

La revelación de la Señora Kim la hizo despertar de repente y Lisa quiso redescubrir algo de sí misma.

Se dio cuenta de que había dejado de ser la chica de antes....

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Gracias por leer ✨

Falso Honor (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora