Falso Honor (Adaptación Jenlisa G!P)

Capítulo 30 -Final-

¿Jennie Kim?

Que hacía ella aquí...

Se agarró a la ventana y respiró hondo, porque le causó dolor verla.

Le causó dolor porque le recordó todo lo que jamás podría tener. Y porque seguía queriéndola.

Jennie no tardó en llegar debajo de su ventana y miró hacia arriba.

Sus miradas se cruzaron.

Lisa se dio cuenta que las personas a su alrededor se habían quedado en silencio de repente, era como si el mundo entero estuviese en silencio, conteniendo la respiración, salvo algún pájaro que cantaba a lo lejos.

Lisa se inclinó hacia delante con el corazón acelerado.

Abrió la boca para hablar, intentando que no le temblase la voz, para parecer más fuerte de lo que se sentía en realidad, y le preguntó:
–¿Qué estás haciendo aquí Jennie?

–¿No lo sabes, Lisa?

–El salón de té está cerrado ahora.

–El salón de té me da igual, he venido a verte a ti.

Lisa volvió a tomar aire. ¿No se habían dicho ya todo lo que ambas se tenían que decir? ¿No estaba su equipo de abogadas redactando el divorcio?

–¿Por qué?

Jennie entrecerró los ojos. Aquella pregunta realizada con tanta dureza chocaba con la delicada apariencia de Lisa.

Estudió su rostro, que parecía más pequeño con el nuevo corte de cabello.

Y se estremeció al pensar que había sido su crueldad lo que la había llevado a cortárselo.

Jennie tenía preparado todo un discurso, pero solo pudo decirle lo más importante.
–He venido a pedirte perdón.

Lisa se sintió aturdida, se preguntó si se había imaginado lo que acababa de oír, pero la expresión del rostro de Jennie le dijo que no había sido su imaginación.

Se dio cuenta de que fuera todo seguía en silencio e intentó recuperar la compostura.

–No podemos tener esta conversación aquí.

–Entonces, será mejor que bajes a abrirme la puerta.

A Lisa se le aceleró el corazón y se sintió ligeramente molesta. ¡Jennie seguía tan arrogante como siempre!

Pero le temblaron las piernas al bajar las escaleras y todavía se sintió más débil cuando abrió la puerta y vio que Jennie la miraba con anhelo y arrepentimiento.

Lisa se dio cuenta de cuánto la había echado de menos, en todos los aspectos.

Sintió ganas de lanzarse a sus brazos y permitir que Jennie la abrazase y le dijese que todo iba a ir bien, pero había aprendido que las reacciones instintivas podían ser peligrosas.

Así que se apartó para dejarla pasar y pronto aspiró su aroma y supo que el pequeño recibidor era demasiado claustrofóbico para quedarse en cerca de la chica de mirada felina.

Que la proximidad de Jennie podía llevarla a hacer cosas de las que se podía arrepentir.

Y que necesitaba poner espacio entre ambas.

–Será mejor que subas –le dijo Lisa.

Jennie la siguió por la estrecha escalera, intentando no quedarse hipnotizada con el balanceo de sus caderas al andar.

Tenía el pulso acelerado y la boca seca. ¿Había creído que Lisa la perdonaría en cuanto le pidiese disculpas?

Tal vez. No estaba acostumbrada a pedir perdón y quizás había sobrevalorado el efecto que podía tener en las demás personas.