Falso Honor (Adaptación Jenlisa G!P)

Capítulo 17

Durante unos segundos, Lisa se imaginó la escena en su cabeza.

Y entonces se echó a reír.

¿Acaso no era aquello con lo que había estado soñando desde que había visto a Jennie por primera vez?

¿No era aquel el resultado de semanas de frustración y años anhelando tener a alguien que la quiera y a quien amar?

Alguien que parecía necesitar todo el amor que pudiese darle, porque Jennie Kim era en el fondo una mujer solitaria.

Una mujer que parecía tenerlo todo, menos lo que el dinero no podía comprar.

–No, no he cambiado de idea. Y tienes razón. Son solo los nervios, que me hacen olvidar lo afortunada que soy.

Se puso en pie y las capas de tul blanco cayeron al suelo con suavidad.

–Vamos. Tenemos que marcharnos ya porque no debemos llegar tarde, y mi hermana nos está esperando muy nerviosa en la habitación de al lado.

Lisa estaba demasiado nerviosa y emocionada para fijarse en lo que la rodeaba mientras iban en el carro a la iglesia, que estaba muy cerca del hotel, y solo oyó a medias los comentarios de su amiga y hermana, pero cuando el carro se detuvo delante de la iglesia, tuvo la sensación de que iba a encontrarse con su destino.

Llegó hasta la puerta y, de repente, todo se quedó en silencio antes de que el piano empezase a sonar.

Por un momento, fue consciente del enorme paso que iba a dar, pero se dijo que era normal sentirse así.

Porque era importante. Era uno de los días más importantes de su vida.

Se alisó el velo, entrelazó el brazo con el de su hermana y empezó a avanzar lentamente por el pasillo, consciente de que ella era el centro de la atención de todas las personas que habían en la iglesia, la mayoría extraños para ella.

Pero en su línea de visión solo había una persona.

Alguien que acaparaba todas las miradas también. Que había dominado su vida desde que la había visto por primera vez.

Estaba vestida muy a la moda, imponente, resaltaba su hermosa figura.

Le dio un vuelco el corazón y pensó que no iba a ser capaz de casarse, tropezó un instante y Rosé la miró con preocupación.

«Es Jennie», pensó, sintiendo un suave placer al acercarse a ella mirándola a los ojos gatunos.

La mujer a la que había aprendido a admirar y a respetar.

La mujer que le había devuelto las perlas de su madre y que le había dicho muy seria que sería horrible que su hermana no realizase sus sueños.

La mujer que tantas cosas había hecho para conseguir que estuviese allí con ella. Su querida Jennie.

–¿Estás bien? –le preguntó en silencio.

Y Lisa asintió y le dio la mano.

La ceremonia comenzó y Lisa consiguió repetir los votos sin atrancarse, aunque le temblaron las manos cuando Jennie le puso la alianza.

Y entonces el sacerdote las declaró oficialmente esposas y la congregación empezó a aplaudir, y Jennie acercó su rostro al de Lisa sonriendo.

–Estás preciosa –le dijo en un murmullo.

–¿De verdad?

–Más que preciosa. Pareces una flor. Única, pura y blanca.

–Oh, Jennie –susurró Lisa.

Jennie sonrió y le dio un beso breve y apasionado al mismo tiempo.

Tenía que pasar el desayuno y la recepción antes de poder estar a solas con su esposa.

Y Jennie había esperado demasiado tiempo y quería disfrutar de Lisa de verdad.

–Vamos a ver a los invitados –le dijo.

La recepción y la noche de bodas tendrían lugar en el mejor Hotel, el mundo intentaba complacer a la gran Jennie Kim.

Lisa le había preguntado si no prefería pasar esa primera noche en un lugar donde no la conociese nadie, pero Jennie le había dicho que no.

–Podremos irnos de la recepción cuando queramos –le había contestado Jennie.

Por la tarde, a Lisa ya le daba igual dónde estuviesen, solo estaba desando estar a solas con Jennie.

Le dolía la cara de tantas fotografías, le había dado la mano a cientos de personas y casi no había probado bocado.

Había intentado no sentirse abrumada con las amistades de Jennie que eran muchas en comparación con las que tenía.

Y había intentado no sentirse insegura frente a las personas que hablaban de manera tan expresiva, moviendo las manos sin parar.

Al menos Rosé parecía estar divirtiéndose bebiendo un poco y bailando mucho.

Y Jisoo la prima de Jennie comiendo un postre del buffet.

Eran las nueve cuando Jennie la agarró por la cintura.

–Creo que ya va siendo hora de que te lleve a la cama –murmuró–. ¿Qué te parece, Señorita Kim Manoban?

Lisa se apoyó en sus hombros, emocionada al pensar que era la esposa de Jennie y, de repente, dejó de tener dudas.

Por primera vez en mucho tiempo, tenía a alguien en quién apoyarse.

Alguien que la cuidaría, del mismo modo que ella la cuidaría.

Alguien a quien podría amar y apoyar. Una compañera en todas las acepciones del término.

–Estoy de acuerdo –le respondió.

–Entonces, desaparezcamos.... sin que nadie se dé cuenta.

Un ascensor las condujo hasta la suite nupcial, que estaba situada en el último piso del hotel.

Al entrar, Lisa vio un enorme salón con elegantes sofás, bonitos centros de flores y una cubitera con champán.

La terraza estaba llena de flores y tenía unas impresionantes vistas.

–Es como mirar una fotografía de una guía de viajes.

Pero se olvidó de las vistas y del lujo en cuanto su esposa la abrazó y empezó a besarla.

–Tengo la sensación de haber esperado eternamente a que llegase esta noche –admitió Jennie.

–Yo también –le dijo Lisa–. Y ya ha llegado.

–Ya ha llegado –repitió Jennie–. ¿Estás nerviosa?

Lisa pensó en la experiencia de Jennie. En lo que podía esperar de ella.

Y volvió a sentirse incómoda al preguntarse otra vez si debía de habérle contado su pasado.
–Un poco –le dijo con toda sinceridad.

–Es normal, pero no te preocupes, que yo te enseñaré –le aseguró Jennie sonriendo–. ¿Te apetece una copa de champán?

Cada vez más nerviosa, Lisa negó con la cabeza y se quitó con cuidado el velo que todavía llevaba sujeto a la cabeza.

Lo dejó en el respaldo de una silla.

¿Era una locura pensar que solo quería que aquello pasase lo antes posible, para después poder relajarse y disfrutar del resto de la luna de miel y de su vida juntas?

–¿Podemos irnos directamente a la cama, Jennie?..

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