El guardián y el mundo de los sueños

El bosque tramposo (VI)

El silencio es perfecto para esta ocasión, para poder estudiar nuestros movimientos y ser inteligente en el ataque que debo elegir. Asumí que al liberarlo de la posesión de Hokori todo terminaría, sin embargo, volví a confundirme. Lo extraño de todo es que la asesina roja no late, no brilla y de cierta manera creo que no quiere pelear. Eso debería ser un signo de que todo ha acabado, no obstante, la mirada de Arbor es la que me genera desconfianza.

Un colibrí se apoya en mi hombro y me mira con sus ojos negros con pequeños puntos blancos, y puedo observar la tranquilidad del universo completo.

—Perfecto, guardián —dice Arbor acercándose—, en menos de una hora has vencido y atrapado a un demonio y salvado al Bosque Tramposo. Te puse a prueba diciéndote que no eras digno, esperaba que volvieras sobre tus pasos. Sin embargo, demostraste valentía y sabiduría en el campo de batalla cuando todo lo que te rodeaba estaba en contra de ti. No esperaba que ganaras, no te tenía confianza y te subestimé. No obstante, a pesar de mis heridas, estoy orgulloso de que nos devolvieras el bosque y no nos aniquilaras. Sunshine me habló de ti, en mi corta estadía en la prisión, Ergatus, en las afueras de Regnator, y no le quise creer. Sin embargo, ella jamás se equivoca con los guardianes.

—Hice lo que debía hacer, a lo que fui destinado antes de mi nacimiento —digo con calma.

—Hiciste mucho más que eso —añade con su voz apagada—, me has demostrado que me he equivocado con los humanos. Aquí los odiamos por completo, por la manera en que destruyen todo a su paso para llenarse los bolsillos de dinero. Sin embargo, muchachito —se detiene—, espero que tu especie vea tu grandeza y aprenda de ella.

—Eso no sucederá —niego seguro—. En los genes de los humanos existe la destrucción, la avaricia y la discriminación, como un medio de vida. Cuando el mundo sea destruido por completo, buscarán otro mundo para saquear. Sin embargo, Arbor, tengo la leve esperanza que en las próximas generaciones todo comience a cambiar. Por esa razón, debo ir en contra de Edaxnios y su perversa y absurda necesidad de devorar las almas puras.

—Tu misión va más lejos que eso guardián, tú eres el puente que une a los tres mundos y si alguno es destruido, los otros no sobrevivirán. A Edaxnios eso no le importa porque al crear otra especie en la que él será el Dios supremo, todo lo demás quedará en el olvido. Debes detenerlo, tienes que hacerlo.

—No me interesa salvar el Jigoku, pero sé que debo hacerlo para que los otros mundos no desaparezcan.

—A veces detrás de tanta maldad, crueldad y oscuridad hay belleza y pureza. No creas que todo fue como lo es ahora, no creas que todos fueron malos siempre o buenos desde nacimiento. Solo cree lo que te dicte tu corazón y la razón, no lo que llegue a tus oídos de las bocas perversas que quieren destruirte. Ahora sigue tu camino.

—¿Al final del sendero se encuentra el Cementerio Olvidado? —Pregunto desorientado.

—No puedo decírtelo, sería hacer trampa y según tengo entendido, ayudarte a completar el camino, te reduciría el tiempo para salvar tu alma.

—Comprendo, ¿qué sucederá con el alma de Hokori?

—Se quedará en este lugar, necesito hablar con él para saber cómo hizo para ingresar, aparte de poseer a Laicón. Es extraño que haya sucedido pero no me sorprende dado que la batalla divina llegó a su cumbre más sanguinaria, luego de miles y miles de años, pronto todo terminará y espero que logres ganar. Tu espada, tu fiel amiga, no es la única espada poderosa que se encuentra en los tres mundos.

—¿Dices que hay alguien que tiene otra asesina roja? —Interrogo preocupado.

—Como existe la luz y las tinieblas, el bien y el mal, la salud y la enfermedad... Existe la enemiga perfecta de la asesina roja, llamada destino oscuro, y no soy digno de decirte quién la posee, dado que si cometo ese error, moriré. Alguien debe cuidar de este bosque tramposo —dice nervioso.

—Entiendo. —Es lo único que me sale decir.

—No te preocupes, como te he dicho a través del camino conocerás todos los secretos, los buenos y los malos, pero para ello tendrás que tener presente que nada es hermoso y tu mente tendrá que soportar conocer las mayores perversidades que se dieron por milenios.

—Por ahora me quedan siete demonios y Edaxnios por derrotar —digo intentando cambiar de tema.

—Hokori no fue derrotado, solo batallaste con una pequeña parte de su alma. Si su alma fuera un hormiguero, solo has derrotado a la hormiga más débil de todas.

—Pero... Pensé...

—Lo sé —coloca su mano en mi hombro—, no te hace débil lo que acabas de hacer. Tienes un largo camino para conocer todos los conjuros y en el momento que te enfrentes al verdadero demonio de la soberbia, estarás completamente preparado. Ahora muchachito, tienes que irte.

—Adiós, Arbor, nos veremos pronto — corro apurado.