La Montaña Escondida (XIII)

3 1 0
                                    

Estoy flotando en una habitación de paredes empedradas, con un suelo sucio y un hedor nauseabundo. Hay solo una mesa que en el centro tiene un dibujo de un árbol blanco y las raíces llegan hasta el piso desapareciendo como por arte de magia. El sol aparece perezoso por una ventana de vidrio, su suciedad no le permite iluminar por completo el lugar.

Quiero acércame a la mesa, quiero escapar, pero todo parece ser imposible. Parece que estoy en un recuerdo o en un lugar nuevo, en el presente y completamente peligroso.

No importa, nada importa, sea lo que sea, tengo que estar preparado. Batallar con Meraquel ha creado en mí un poder, el poder de creer en mí.

Escucho abrirse una puerta, chilla y deja ingresar una pequeña brisa luego de que se cierra con violencia. Puedo percibir como un sonido lejano, pasos, varios pares de pasos que caminan retumbando. Busco darme vuelta, observar los dueños de los ecos, pero no tengo control sobre mí.

—No tenías que poner en peligro la misión de esa manera —espeta una voz ronca.

—Hice lo que consideré correcto y el niño me sorprendió, no volverá a suceder —indica otra voz, parecida a la de Meraquel. Sin embargo, no estoy seguro que se trate de él.

—No me interesa que te hayan sorprendido. ¡Eres un estúpido Meraquel! Todo estaba correctamente planeado.

—¡No me vuelvas a insultar de esa manera Espectrus!

—¡Haré lo que tenga que hacer para proteger a la orden! —replica Meraquel.

—¡Silencio! —ordena otra voz. Es más profunda, grave y penetrante. Igual a la de un fumador que carraspea a cada palabra que dice—. ¡Silencio a los dos, maldición!

—Pero...

—¡Nada! —indica esta voz—. No me interesa lo que los dos me tengan que decir, la misión es una y debe ser llevada a cabo.

—¿Zor seguirá con vida? —pregunta Meraquel.

—Pareces un novato, Meraquel —responde la voz carraspeaste—. Si la varita, la asesina roja ha elegido al guardián, significa que Zor sigue con vida, y mientras eso suceda es peligroso para la orden.

—¡Yo lo vi morir! —exclama el ser a quien llamaron Espectrus—. ¡Juro que lo vi desaparecer!

—No sucedió, te ha engañado, como lo hizo Mort al entregarse a la garras de Edaxnios. Las almas eran necesarias, Zor siempre lo supo, sabía que en algún momento existiría un humano que pudiera contener el poder de Akuma, de Zor y el alma humana que pondría en peligro a la orden.

—¡Entonces ataquemos al pequeño! —expresa furioso Meraquel—, si eso sucede aparecerá Zor y entre los tres acabaremos con el peligro y dominaremos el universo.

—No —niega la voz carraspeaste—. Es peligroso hacerlo, sumamente peligroso. Recuerda que Zor tuvo el tiempo de planearlo. Tengan paciencia, yo tengo un mejor plan para acabar con todo esto.

—El niño no sabe de sus existencias y que solo quedo yo, completamente débil —añade Meraquel.

—Entonces, esperaremos nuestro momento. Ahora deseo...

Desaparezco del lugar, empiezo a volar, a ver recuerdos. Recuerdos de vidas que no tuve, pero me son familiares. Mort feliz, un hombre que la toma de la mano y le susurra que todo estará bien. Muerte, gritos, oscuridad.

El guardián y el mundo de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora