🥢Diez

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Capítulo 10: Quiebre.

Capítulo 10: Quiebre

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     Su respiración se cortó cuando sus ojos enfocaron su cuerpo en el suelo. El mareo llegó a él de forma repentina, veía doble y la imagen por momentos le fallaba, era una pesadilla para él. Su ansiedad aumentó cuando al querer ir a ayudarlo unos cuerpos se lo impidieron.

Lo sostuvieron entre cinco de brazos, piernas y torso. No podía enfocar a los otros rostros, no podía enfocar a nadie que no fuera Draken en ese mismo momento. Kiyomasa se creía la persona más afortunada y no dudó en aprovechar el shock de Satoru para poder acabar con él como lo hizo con Draken.

—Esto es por aquella paliza, Sadao...— sin vacilar más corrió hacia él cuando lo vio forcejear — NOS VEMOS EN EL INFIERNO.

Las pupilas de Satoru se contraían y expandían a cada segundo, sus ojos poco a poco iban perdiendo la percepción de los colores, solamente podía enfocar aquel resplandeciente escarlata que brillaba mucho más por la lámpara que lo alumbraba. 

El tiempo se detuvo para todos los que se giraron a ver aquel momento donde Kiyomasa corría hacia Satoru con un cuchillo en su mano. Mikey se movió para intentar alcanzarlos, para evitar el destino de su amigo, fue todo tan lento y a la vez tan rápido que cuando todos volvieron a respirar un rayo iluminó el cielo.

Pronto el cuerpo inmóvil de Kiyomasa se encontraba en el suelo con el mismísimo diablo sobre él.

El cabello de Satoru no tardó en humedecerse por la lluvia, impidiendo que los 5 secuaces del sin pandilla vieran aquella aterradora expresión en su rostro. Una ira enorme, un demonio sediento de sangre.

—A un lado. — ordena con voz grave.

—¡Kiyomasa! — exclamaron los amigos del chico que convulsionaba del dolor — ¡Maldito!

Otro rayo. Satoru acabo de un golpe con los 5 que hozaron en ir en su contra, sus huesos crujieron como en una película de terror y chillaron de dolor. El adolescente al ver el camino libre corrió hacia su objetivo, el dolor llegó a él cuando los colores parecieron parpadear por breves segundos en los que le tomó derrapar para estar arrodillado a su lado y poder darle la vuelta.

—Ken, ken, por favor. 

Llamó desesperado. Sus manos se paralizaron al tocar el duro cuerpo, tan frío, pero aún con vida. El rubio se aferraba con todas sus fuerzas a la esperanza de vivir, de poder sobrevivir por unos segundos más para decirle de una vez a Satoru aquello que tanto quería decirle.

—Sat- buah... — escupió sangre cuando intentó hablar, trayendo una falsa esperanza al Sadao que rápidamente lo sostuvo de forma firme.

—No dejes de hacer presión ¡Te llevaré a la avenida para que la ambulancia te atienda más rápido! — levantó desesperado su cabeza y sus ojos no tardaron en encontrar aquel esponjoso afro que destacaba en la multitud — TOUYA, LLAMA A LA AMBULANCIA.

𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora