Capítulo 43: Sadao.
Su vista se encontraba perdida, al igual que su mente y las voces en su cabeza. Sólo podía ver fijamente aquellas finas letras que grababan el nombre de sus madres, hacía mucho tiempo que no venía a visitarlas - prueba de ello las flores marchitas - pero ahora que estaba ahí no sabía qué hacer. Sus pasos lo empujaron hasta ese lugar para verlas.
Las extraña demasiado.
Su corazón se apretó, su tristeza aumentó y las lágrimas amenazaron con caerse de nuevo. Ahora otra persona especial para él las acompañaba, un pequeño ángel con afro que debe estar cuidándolo desde arriba. La impotencia volvió, quiso destruir todo a su alrededor, asesinar, hacer arte, algo para calmar esta sed de venganza que surgió en su pecho a causa de la muerte de su mejor amigo.
Pero sabía que Touya jamás querría eso para él.
Desde que volvió la primera vez se juró jamás volver a asesinar a ninguna persona, su codicia casi le hizo romper esa promesa, pero aún tiene un objetivo fijo que cumplir. Su felicidad de Draken sigue en pie, no puede renunciar a aquel sueño egoísta de ser feliz con el hombre que ama. Ya no puede volver para salvar la vida de su mejor amigo, debe tener la cabeza fría para poder salvarlos a todos.
Porque va a salvar a quienes están.
—ESTO ES UNA MIERDA. — gritó demasiado frustrado — ¡¡Ya no sé qué hacer!! Cuando todo parece ir bien todo toma un enorme giro que termina en tragedia ¡¿Acaso es nuestro destino acabar mal?! ¡¿Qué daño les hicimos para merecer esto?!
Preguntó demasiado enojado, asustado, roto. Luego de unos segundos en silencio se disculpó con sus madres por aquella rabieta y se puso a rezar con los ojos cerrados, por un agradable sueño, por una eterna paz para esas mujeres que ama y una hermosa segunda oportunidad juntas. Su rezo quedó un momento en pausa por la presencia que llegó, no abrió los ojos, solamente dedujo que quien haya venido también fue para visitar a sus madres.
Cuando terminó de rezar abrió los ojos. Esperó a Draken, esperó a Mikey, incluso a Takemichi o alguno de los gemelos, pero jamás esperó encontrarse con un completo desconocido.
Bajito, cabellos blancos con un peinado parecido al de Izana, contextura flacucha, con una hermosa piel tan blanca como la misma nieve. Desprendía un aura tan fría que paralizó a Satoru por aquel color tan plateado en sus ojos, como dos dagas que apuntan en sus puntos más vitales y lo amenazan con no hacer un paso en falso.
Satoru por primera vez sintió miedo a la muerte.
— ¿Quién eres? — pregunta hostil, sin dejarse intimidar (aunque por dentro se esté aguantando las ganas de mearse del miedo).
—... Soy familiar. — avisa, su voz es bastante grave y Satoru notó que no pasaba de los 12 años cuando ese niño se puso de pie para hacerle frente. — Tu eres el culpable de todo esto.
— ¿Ha? — se cabreó por eso, no dudó en hacerle frente con todos sus metros 80 a esa miniatura de metro 50, pero a pesar de la diferencia y por su mirada Satoru se sintió como si enfrentara a un igual. — Mira pulga, no sé de qué mierda hablas, pero no te conviene meterte conmigo.
—A ti no te conviene meterte conmigo. — advierte muy serio. — Por tu culpa estamos en un bucle, todos los Sadao estamos atrapados y vine a advertirte que no será la última vez que nos veamos.
— ¡! — Satoru abrió sus ojos con impresión ante la mención de su apellido. —Tu... ¿Qué sabes?
—Arregla esto, o en otros 12 años volveré para matarte con mis propias manos. Te quedan 0 viajes, primo.
—¡Oye, espera!
Satoru intentó pararlo con aquel grito, pero, así como vino también se fue. El pelinegro no entendía absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo, ese niño llegó de la nada a dejar lirios recostados frente a la lápida de su madre con apellido Sadao. No entendía nada, su única fuente de información acaba de irse y siente que si intenta preguntarle no obtendrá ninguna respuesta de su parte, la amenaza le dejó muy claro sus intenciones y sentir.
¿Por qué lo quiere matar? ¿Qué le hizo él?
—... Volveré pronto, mamá, papá.
Se despidió. A la salida del cementerio sintió los cabellos de su nuca erizarse y se lanzó al suelo justo a tiempo para esquivar una bala que venía en su dirección, se giró por donde vino aquello y notó un auto mal estacionado, con un brazo fuera de la ventana con un arma en mano. La gente a su alrededor se dispersó con miedo, pero desde la distancia Satoru notó a un hombre de cabellos azabaches con un par de ojos rojizos que le erizaron los pelos de sus brazos.
Su mente le gritó "Sadao" cuando cruzó miradas con ese par plateado.
No dudó en salir corriendo de ahí, cada tanto iba mirando a su alrededor, siendo más consciente de las personas de cabellos azabaches con ojos plateados que lo miraban correr. Los perdió al llegar a su casa, pero tampoco se sintió seguro porque en la misma puerta había un cuchillo enterrado con un sobre negro.
El miedo llegó a él cuando tomó el sobre y leyó al reverso su nombre y apellido. Se metió adentro para leer la carta y cuando lo hizo la dejó caer con demasiado miedo. Era sangre, escribieron con sangre aquella carta que dictaba:
"Este es tu último viaje."
[N/A]: ¿Reconocieron el cameo? Es para aquellos que leen todas mis obras <3
Un pequeño regalo por haber sido pacientes. Los amo <3
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𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀ
FanfictionKen Ryuguji siente la necesidad de tener a alguien que lo cuide como él cuida a Mikey y a sus amigos. Satoru Sadao siente la necesidad de tener a alguien para darle amor incondicional, ser correspondido y cuidarlo con su vida. Ambos muchachos serán...