Ken Ryuguji siente la necesidad de tener a alguien que lo cuide como él cuida a Mikey y a sus amigos. Satoru Sadao siente la necesidad de tener a alguien para darle amor incondicional, ser correspondido y cuidarlo con su vida.
Ambos muchachos serán...
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Horas antes de la guerra.
Cuando llegaron al hospital lo primero que notaron era que Draken venía regañando al chico en su espalda que se hizo el dormido solo para que lo carguen, o es la excusa que dio, cuando los doctores revisaron a ambos no encontraron ninguna herida, solo un horrible hematoma donde golpearon a Satoru en la espalda al que solamente le estuvieron aplicando hielo. Mientras él estaba en eso Draken estuvo a su lado en todo momento, jamás se separó de él por nada en el mundo y quedó sorprendido cuando este le propuso iniciar el plan ahora.
—Quiero hacerlo. — pide muy serio. — Dile los chicos que nos esperen en el estacionamiento.
—Pero... Tu espalda... — le recuerda muy preocupado.
—Ahora no es el momento, cielo. — cuando el doctor les dio la espalda él aprovechó para besar brevemente los labios de su prometido. — Voy a estar bien.
Draken salió de la habitación bastante pensativo, le costaba aceptar que su prometido y su mejor amigo iban a pelear, porque ese era el plan; Satoru derrotaría a los líderes para probar que él es el más fuerte de todos y estar en lo más alto de la cúspide para acabar con todo esto. Apenas llegó frente a Mikey este lo vio con una tranquila sonrisa en su rostro.
—Kenchin ¿Qué sucede?
—Satoru quiere hablar contigo en el estacionamiento. — informa serio, Mikey se rió por la seriedad en su rostro y se levantó para ir a donde le indicaron. El rubio tuvo que suspirar antes de dirigirse a los otros dos. — Emma-chan, Takemicchi, nosotros también vamos.
— ¿Qué está pasando Draken-kun? — pregunta muy preocupado el rubio menor. — ¿A caso van a pelear?
—Exactamente. — confirma, aterrando al viajero y preocupando a la rubia. — Satoru va a destronar a Mikey.
Tuvieron que ir corriendo para seguirle el paso al viajero que llegó a tiempo para ver a ambos amigos frente a frente charlando como grandes hermanos. Ambos sonreían en grande y no había un aura hostil en ninguno de los dos. Se relajaron muy pronto cuando el más bajito encajó una de sus poderosas patadas en el brazo que Satoru usó para bloquearlo.
—Sigues siendo tan fácil de leer. — bromea juguetón el pelinegro que tomó con fuerza ese tobillo. — Eso te terminará condenando, Mikey.
Mandó a volar al más alto contra una de las paredes, haciendo jadear de la sorpresa a los rubios más bajos. El más alto observaba todo muy serio, tonando que el brazo de su prometido temblaba levemente, ese mismo brazo que usó para bloquear a Manjiro, quien se recuperó del golpe para correr hacia el otro e iniciar de una vez el intercambio de golpes.
Intercambio que no duró mucho, porque de dos brutales golpes Mikey se encontraba agonizando de dolor en el suelo, con Satoru de pie como el vencendor de ese encuentro. Este se dejó caer de rodillas justo detras del rubio para que apoye su cabeza en sus muslos y así ambos mirarse desde diferentes ángulos.
