Segundo acto: Voy en camino.
Ya nada era lo mismo, lo que empezó como un juego transcendió a ser algo maduro conforme iban creciendo y se iban metiendo en el terreno adulto. Nueva gente vino, otros que abandonaron la pandilla también perdían la vida, muy pocos de la época dorada quedan vivos y eso es gracias al dragón asesino de la Toman.
Desde la muerte de Ken Ryuguji todo pasó a ser una película a blanco y negro en la vida de Satoru Sadao. El único color relevante era el rojo, la sangre era lo único que decoraba su trágica vida. Por donde vaya, a quienes conozca, todos acaban dentro de un cajón y, para suerte o desgracia suya, solamente el purgador de esas personas queda vivo.
Desde que su mejor amigo abandonó este mundo todo en Manjiro Sano fue cuesta abajo. Ambos cayeron en su oscuridad, buscaron refugio en aquel infierno oscuro al cual arrastraron a todos sus amigos, pero lo sobrellevaron de diferentes formas. El antiguo Yoru no Ikari masacraba a todo aquel que llamaba su atención, torturaba y destrozaba cada cuerpo humano que caía en sus manos y los convertía en bellas esculturas o valiosos cuadros.
Encontró el arte en asesinar.
El invencible Mikey adquirió una enfermiza dependencia hacia su mano derecha; Satoru Sadao. No quería que nadie lo alejara de él, que nadie le arrebataba lo último que lo ataba a la vida, su última ancla y pilar indestructible. No perdieron toda la cordura porque aún se tienen el uno al otro, porque el otro es el único que conoce todos los demonios del contrario y viceversa, porque no existe ninguna persona viva capaz de entender a Manjiro Sano y viceversa con Satoru Sadao.
Ambos cambiaron con el tiempo, aferrarse a sus demonios trajo consigo varios descuidos físicos, alimenticios y, peor, mentales. Manjiro adquirió una apariencia que le hace tributo al antiguo sub comandante Ken Ryuguji y Satoru una propia que borra todo aquello que alguna vez amó durante sus días con Draken.
Su tatuaje de dragón es tapado con unas vendas blancas, su cabello mantiene un corte más prolijo a mano propia con la nuca rapada en un undercut, agregando un llamativo mechón rubio que lo acompaña a donde sea que va. A veces, en sus noches de locura, le gusta hablar con ese mechón porque siente que le habla a Draken.
Ahora mismo Satoru se encontraba pintando su última obra de arte titulada: venganza. Su mano se removía lentamente dentro del estómago de su víctima hasta empapar su mano de aquel tono carmín y con este decorar su retrato de la persona más buscada en el mundo.
Kisaki Tetta.
Los gritos, insultos y lamentos del chico de lentes era la música que arrullaba a Satoru en ese momento de locura en el cual pintaba con sus manos perfectamente el rostro de la mente más brillante en el mundo. El adulto observaba con una sonrisa aquel hermoso color, brillante y puro, teñir aquel vacío lienzo con cada movimiento que el Sadao hacía sobre este.
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𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬 || ᴛʀ
FanficKen Ryuguji siente la necesidad de tener a alguien que lo cuide como él cuida a Mikey y a sus amigos. Satoru Sadao siente la necesidad de tener a alguien para darle amor incondicional, ser correspondido y cuidarlo con su vida. Ambos muchachos serán...